Bajo los manzanos de Monet
Bajo los manzanos de Monet leo: ' el mundo es viejo pero sencillo.'
Primavera - Claude Monet
Karl Ove Knausgård – el mundo es viejo pero sencillo.
En lo que sigue hemos seleccionado algunos fragmentos del tomo sexto de la saga Mi lucha de Karl Ove Knausgård (Editorial Anagrama, 2019. Traducción de Kristi Baggethuny Asunción Lorenzo) en los que reflexiona sobre la poesía, la vida, lo abierto y lo trivial.
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Había un enorme crucero atracado un poco más allá del desembarcadero. Al parecer podía alojar a varios miles de pasajeros. Cerré la puerta del coche y eché a andar. Al otro lado del estrecho, sorprendentemente cerca, estaba lo que suponía era el castillo de Elsinor. Pensar que estaba mirando el hogar de Hamlet hizo que me estremeciera. Intenté eliminar todos los coches, barcos y casas que habían aparecido desde entonces, vislumbrar sólo el castillo en el paisaje, pensar en las enormes distancias que había entonces, el poco lugar que ocupaba el ser humano en el mundo, lo grandes que eran los espacios entre ellos, y luego mirar hacia el castillo, donde el hijo del rey, destrozado de desesperación por la muerte de su padre, seguramente asesinado por su tío, tal vez yacía en la cama mirando fijamente al techo, atormentado por esa enorme falta de sentido que se había instalado entre él y todas las cosas.
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El mundo es viejo pero sencillo, pensé, y todo lo que hay en él está abierto.
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¿Quién sabe navegar sin viento?
¿Quién sabe remar sin remos?
¿Quién sabe despedirse del amigo
sin derramar lágrimas?
Yo sé navegar sin viento,
yo sé remar sin remos.
Pero no separarme del amigo
sin derramar lágrimas.
Al terminar la canción la tapé con la frazada, le saqué los anteojos y los dejé en la cómoda chiquita que había al lado de su cama.
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Lo que yo buscaba no era la huida de lo trivial, porque lo trivial es la vida. Lo que yo añoraba era lo que Hölderlin había expresado al escribir la sencilla invitación:
Sal a lo abierto, amigo mío.
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Un fantasma es todo lo que el tiempo ha abandonado.
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Hamlet, príncipe de Dinamarca.
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Los libros de Joyce, Flaubert, Proust y Kafka están todos en lo social, la novela es la forma literaria de lo social, trata de las relaciones humanas y de cómo se comunica esa realidad que somos y que nos rodea.
Ésa es la única verdadera limitación de la novela, está atada a la vida en lo social, los seres humanos tal como son entre ellos, porque en el momento en que la novela abandona lo humano y se dirige hacia lo no humano o se eleva hacia lo sobrehumano, muere.
La novela es la forma de la vida pequeña, y cuando no lo es, miente, y deja de ser una novela de verdad, porque no hay ningún yo que no sea también pequeño. La única forma literaria que puede sobrepasarla es la poesía. Esta está emparentada con la canción, y se encuentra en algún lugar entre la música y la palabra, es decir, es capaz de exceder a la palabra, y de esa manera salirse de lo social, que es otra expresión para el mundo tal como nosotros lo conocemos.
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El poema de Rilke empieza así:
Se habían acostumbrado a él. Mas cuando
la lámpara casera llegó, y ardía inquieta
en la oscura corriente de aire, el desconocido
lo era por completo.
El poema gira en torno al lavado de un cadáver y termina así:
Y uno, sin nombre, yacía
desnudo y limpio y daba leyes.
El nombre es lo que relaciona nuestro cuerpo con la vida social, en el nombre se juntan todas las valoraciones e ideas sobre esa determinada personalidad, y lo que ocurre cuando una persona muere es que el nombre deja de estar ligado al cuerpo, que se pudre y desaparece, mientras el nombre sigue vivo en lo social.
¿Puede uno imaginarse un ser humano sin nombre?
Un ser humano sin nombre sería un lugar para las palpitaciones del corazón, el zumbido de la respiración, la tormenta de los pensamientos, con su identidad en el momento único, como un animal.
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Al leer el poema de Rilke, pensé en mi padre, aquel día del verano de 1998, en que yacía muerto en una capilla de Kristiansand.
Se habían acostumbrado a él. Mas cuando
la lámpara casera llegó, y ardía inquieta
en la oscura corriente de aire, el desconocido
lo era por completo.
Eso fue lo que vi, no que él fuera un desconocido, sino que siempre lo había sido. Si en ese momento yo hubiera pronunciado su nombre él no hubiera reaccionado, habría rebotado en él, no era suyo. Él era un cuerpo, y ese cuerpo se encontraba fuera del nombre. Se había caído del nombre y yacía allí, sin nombre. Durante el resto de aquellas semanas veía en brevísimas visiones todo de la misma manera a mi alrededor, como algo fuera del nombre. Lo que veía era un mundo secreto, y aunque no lo entendía entonces, sí lo entiendo ahora, el parentesco entre la muerte y el arte y su función en la vida, que es impedir que la realidad, que es nuestra idea del mundo, se funda con el mundo.
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Cuando es así, cuando todo es ficción o es visto como ficción, la tarea del novelista ya no puede ser escribir más ficción.
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