#grafismo Margarita García Alonso Para los sonámbulos

 


Para los sonámbulos, 
de Edward Hirsch

Esta noche quiero decir algo maravilloso
para los sonámbulos, que tienen tanta fe
en sus piernas, tanta fe en la invisible

flecha grabada en la alfombra, en el gastado camino
que conduce a la escalera y no a la ventana,
a la puerta abierta y no al espejo bruñido.

Me encanta la disposición de los sonámbulos
para salir de sus cuerpos y caminar hacia la noche,
para levantar sus brazos y dar la bienvenida a la oscuridad,

palpando los espacios vacíos, tocándolo todo.
Siempre regresan a salvo a sus casas, como los ciegos
que saben que ha amanecido al percibir las sombras.

Y siempre vuelven a despertar siendo ellos mismos.
Es por eso que quiero decir algo extraordinario
como: Nuestros corazones abandonan nuestros cuerpos.

Nuestros corazones son negros pañuelos sedientos
que vuelan de noche entre los árboles, absorbiendo
los oscuros rayos de la luz de la luna, la música

de los búhos, el movimiento de las ramas rotas por el viento.
Y ahora nuestros corazones son gruesos puños negros
que vuelan de regreso hacia el guante de nuestros pechos.

Tenemos que aprender a confiar así en nuestros corazones.
Tenemos que aprender la desesperada fe de los
sonámbulos, que se levantan de sus tranquilas camas

y caminan a través de la piel de otra vida.
Tenemos que beber el alucinante cáliz de la oscuridad
y despertar a nosotros mismos, saciados y sorprendidos.


For the Sleepwalkers•

Tonight I want to say something wonderful
for the sleepwalkers who have so much faith
in their legs, so much faith in the invisible

arrow carved into the carpet, the worn path
that leads to the stairs instead of the window,
the gaping doorway instead of the seamless mirror.

I love the way that sleepwalkers are willing
to step out of their bodies into the night,
to raise their arms and welcome the darkness,

palming the blank spaces, touching everything.
Always they return home safely, like blind men
who know it is morning by feeling shadows.

And always they wake up as themselves again.
That’s why I want to say something astonishing
like: Our hearts are leaving our bodies.

Our hearts are thirsty black handkerchiefs
flying through the trees at night, soaking up
the darkness beams of moonlight, the music

of owls, the motion of wind-torn branches.
And now our hearts are thick black fists
flying back to the glove of our chests.

We have to learn to trust our hearts like that.
We have to learn the desperate faith of sleep-
walkers who rise out of their calm beds

and walk through the skin of another life.
We have to drink the stupefying cup of darkness
and wake up to ourselves, nourished and surprised.

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