Fallece en el exilio, Nueva York, la escritora cubana Alina Galliano. PAZ A SU ALMA
Fallece en Nueva York de la escritora cubana Alina Galliano (1950-2017).
La escritora vivió casi todo su exilio en Nueva York, donde también escribió su obra.
Nació en Manzanillo, en 1950. Salió de la Isla en 1968 rumbo a España donde residió brevemente, hasta que se establece en NY. Ha publicado una veintena de libros. Entre ellos se encuentran: Entre el párpado y la mejilla (1980) y Hasta el presente (Poesía casi completa, 1989). Ha sido antologada en publicaciones españolas, argentinas y norteamericanas: Poesía cubana contemporánea (1986); Poetas cubanos en Nueva York (1988); Americanto (1988); El alba del hombre (1991); Poetas cubanas en Nueva York / Cuban Women Poets in New York (1988) y Paradise Lost or Gained? (1991), entre otras. Su obra La geometría de lo incandescente (en fija residencia) ganó el premio “Letras de Oro” (1990-1991) en el género de poesía. También publicó, bajo el título Otro fuego a liturgia, los poemarios: Del Tiempo y Otras Puertas, La Danza en el Corazón de la Esmeralda, El Libro, Inevitable Sílaba, Entre el Marfil y el Aguay Litografías a partir del Aire. En el 2011 fue invitada la Feria Internacional del Libro de Miami.
John Everett Millais,
The Violet’s Message, 1854
La madre que ahora tengo es la misma y es otra entre las muchas
de las cuales he sido nacida,
no me levanta como en otros tiempos en antiguo lenguaje judío
ni tampoco me levanta en lenguas arameas,
ni siquiera en un árabe olvidado que todavía tiene resonancias
entre los dientes de mis tatarabuelos
o en esas otras lenguas de los que pasan
sin saber que sus sonidos también me pertenecen
y que me viven por encima de mis presentes apellidos.
La madre que hoy coexiste o a ratos me reconoce en sus perfiles
en sus maneras de doblar las sabanas,
de acariciar un libro con los ojos
de echar a andar diseminando de la cabeza pensamientos, rumbos,
me cuenta ensimismada los giros de su infancia,
lo insólito de vivir junto a mi abuela Nena
mi abuela que sabía leer en el aire los pasados
el futuro y los pliegues del presente
a cualquier rostro que tuviese cerca.
La madre que ahora tengo conoce cabalmente los exilios
y los puede nombrar uno por uno en los claros arroyos de su cara
si se mira al espejo recordándose.
La mujer que hoy por hoy yo llamo madre
a la que puedo nombrar nombre por nombre
sin equivocaciones de mi parte,
me ha otorgado como último regalo en esta tierra
mi pasaporte para el no regreso a esta heredad de lo azul
donde he vivido innumerables existencias a tope.
La madre que convive en mi cerebro y canta al corazón
nanas o adagios para que yo no olvide
la eternidad de esta raíz que llevo como una trepadora
alimentando el golpe de mis vísceras
entre la aorta mayor y el punto frágil de mi sien izquierda,
ha vuelto de visita con esta alineación de los planetas.
Esta mujer y yo representamos
la serpiente que se muerde la cola y resucita.
de las cuales he sido nacida,
no me levanta como en otros tiempos en antiguo lenguaje judío
ni tampoco me levanta en lenguas arameas,
ni siquiera en un árabe olvidado que todavía tiene resonancias
entre los dientes de mis tatarabuelos
o en esas otras lenguas de los que pasan
sin saber que sus sonidos también me pertenecen
y que me viven por encima de mis presentes apellidos.
La madre que hoy coexiste o a ratos me reconoce en sus perfiles
en sus maneras de doblar las sabanas,
de acariciar un libro con los ojos
de echar a andar diseminando de la cabeza pensamientos, rumbos,
me cuenta ensimismada los giros de su infancia,
lo insólito de vivir junto a mi abuela Nena
mi abuela que sabía leer en el aire los pasados
el futuro y los pliegues del presente
a cualquier rostro que tuviese cerca.
La madre que ahora tengo conoce cabalmente los exilios
y los puede nombrar uno por uno en los claros arroyos de su cara
si se mira al espejo recordándose.
La mujer que hoy por hoy yo llamo madre
a la que puedo nombrar nombre por nombre
sin equivocaciones de mi parte,
me ha otorgado como último regalo en esta tierra
mi pasaporte para el no regreso a esta heredad de lo azul
donde he vivido innumerables existencias a tope.
La madre que convive en mi cerebro y canta al corazón
nanas o adagios para que yo no olvide
la eternidad de esta raíz que llevo como una trepadora
alimentando el golpe de mis vísceras
entre la aorta mayor y el punto frágil de mi sien izquierda,
ha vuelto de visita con esta alineación de los planetas.
Esta mujer y yo representamos
la serpiente que se muerde la cola y resucita.
Paul Peel
Fluyendo en largo gesto
fabricas las mareas
Luna o mujer
así te haces presencia.
Los espejos de tus ojos
guardan peces y cosas repentinas:
barcos que se han perdido,
mapas para llegar al punto más frágil
de una orquídea
y un tiempo sin relojes contra tu hombro izquierdo,
allí el deseo se mueve como una sinfonía,
gravita entre los caracoles,
marca los arrecifes del color de tu pelo,
habla con el lenguaje que tienen tus pezones
y dictan a las nubes lugares no antes vistos.
fabricas las mareas
Luna o mujer
así te haces presencia.
Los espejos de tus ojos
guardan peces y cosas repentinas:
barcos que se han perdido,
mapas para llegar al punto más frágil
de una orquídea
y un tiempo sin relojes contra tu hombro izquierdo,
allí el deseo se mueve como una sinfonía,
gravita entre los caracoles,
marca los arrecifes del color de tu pelo,
habla con el lenguaje que tienen tus pezones
y dictan a las nubes lugares no antes vistos.
Carl Vilhelm Holsøe, At the window.
Esta mañana en fin, es diferente,
he mirado mis manos
las he visto distribuir, sin prisa,
los planetas,
transformar asteroides a una explosión de nova
y sin embargo
dóciles en su tarea de aquí,
me han acercado la taza de café,
los cigarrillos, mis espejuelos,
la pluma con que escribo,
hasta las hojas de papel me han dado
sin que por ello merme
el trabajo que tienen asignado
de crear nuevos siglos a la galaxia.
Este hacer de mis formas
es tan contigo, en su diversidad,
que no me asombra
su elocuencia de ser,
tiene esa simple cópula vertical
con que la lluvia
hace brotar higueras o cocoteros
que danzan en la brisa cegadora y ardiente
del desierto,
haciendo de la arena una cisterna,
un líquido milagro en el paisaje
para que todo lo que cruza
sediento de visión entre las dunas,
se reparta el vivir abiertamente.
Esta mañana en fin,
es diferente,
mis manos van queriéndose contigo,
en distancias de ti;
son dos amantes de un mismo corazón
en paralela línea,
que al besarse,
detrás de toda hechura,
se fabrican,
con esa misma gravidez que tiene
la boca del jazmín,
cuando se abre,
silenciosa,
en el centro de la noche.
Commentaires