Testigo de otro reino, de Juan Calero Rodríguez
TESTIGO DE OTRO REINO, 2017, el octavo libro, un poemario siguiendo mi línea de índole social, es un paseo por vivencias en aquel "otro reino" sin abordar temas políticos. JCR
PRÓLOGO
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El
problema con la poesía es que su intención es la de no ser clara, el poema usa
un orden en las palabras distinto al de la vida cotidiana, pues intenta
describir imágenes que no existen pero que despierten en el lector reacciones
muy reales, o puede incluso en ocasiones no tener otro objetivo que el de
experimentar con sus propios sonidos, sin que sus palabras tengan un sentido
lógico. Los mensajes en poesía, sobre todo cuando se escribe en Verso Libre,
efectivamente resultan a veces indescifrables. ¿Queréis saber por qué? Es muy
fácil: porque están “escondidos” en las Metáforas, una de las más bellas
Figuras Literarias en lengua española. ¿Y qué es una Metáfora? Bien, la
Metáfora es una Figura de Significado, una especie de comparación que puede ser
de dos clases: pura e Impura. La Metáfora Pura resulta del empleo de una
palabra o frase con significado ajeno al suyo propio en base a una relación de
semejanza. En cuanto a la Metáfora Impura, ésta se produce cuando la
comparación aparece con elementos gramaticales ausentes.
No obstante, la poesía pretende contar
una historia, limpiar los caminos, encaminar con verosimilitud los
sentimientos, aligerar la pesadumbre del
ser humano, el peso de su alma, airear
los silencios, dar salida al desconcierto de los amores o desamores, frenar la
tristeza tremenda de una ausencia o del olvido renuente e incontenible, hacer
retratos con palabras del paisaje, describir una caricia, poner en verso un
beso o las inclemencias del tiempo, en definitiva un sinfín de sensaciones.
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Juan Calero Rodríguez nos presenta su poemario
en Verso libre que se caracteriza básicamente por el ritmo. Éste puede ser de
diversas formas. En la teoría del verso libre se subrayan cuatro formas
rítmicas predominantes: el ritmo sintáctico, el ritmo de pensamiento, el ritmo
interior y el ritmo de imágenes acumuladas. Por lo general, se apoyan en las
figuras retóricas, en la repetición de elementos sintácticos y en la metáfora.
También sobresalen, en función del ritmo, el lenguaje narrativo y la
organización tipográfica al gusto del poeta, aunque el caligrama no figura como
estructura versal, sin embargo, se observa a menudo la destrucción del verso y
la descomposición de la palabra, causando un efecto arrítmico que hace
imposible, en ocasiones, su pronunciación, funcionan por ello como imagen
visual, sin negar las posibles significaciones. Dicha libertad creativa, quizá
excesiva en algunos casos, provoca reacciones de la crítica fundada en
conceptos tradicionales, pero, por otra parte, no es posible detener el impulso
creativo de la vanguardia, como en el caso presente de este poemario.
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Whitman fue el primer
poeta que experimentó las posibilidades del verso libre, del cual es un gran
admirador Juan Calero Rodríguez,
sirviéndose para ello de un lenguaje sencillo y cercano a la prosa, a la vez
que creaba una nueva mitología basada en el individualismo, en los relatos de
sus propias experiencias, en un tratamiento revolucionario del impulso erótico
y en la creencia en los valores universales de la democracia, rasgos novedosos
de toda su poética, en línea con el romanticismo del momento y con la comunión
entre los hombres y la naturaleza de signo cercano al panteísmo. Esta es la
línea que sigue el Autor, Juan Calero
Rodríguez, en el presente poemario.
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En esta obra, se
vislumbran varias cuestiones que se plantea el Autor, profundizando de alguna
manera en la dinámica de la evolución personal, social y familiar, con carácter
general, así como en el mundo de los hijos, de los niños y de la familia
nuclear. Pero primordialmente el tema central de su poemario viene referido a
la Emigración y el exilio y a las constantes luchas en pro de la libertad, con
otros subtemas . Para ello se vale del Poema en Verso Libre que propugnaron los
anarquistas revolucionarios que odiaban visceralmente la RIMA, representada
primordialmente por el Soneto y por la Décima o Espinela. Para ello es menester
que el Verso Libre tenga RITMO o musicalidad, no tenga MÉTRICA, es decir versos
de dispar medida, ni RIMAS CONSONANTES (Tres o más de las últimas letras de un
verso iguales), y debe llevar METÁFORAS, siendo las REPETICIONES SINTÁCTICAS
bien admitidas consuetudinariamente, y teniendo valor añadido el uso frecuente
de diversas Figuras Literarias o Recursos Lingüísticos. Con estas
características nos presenta el autor su Poemario, a imagen de sus iniciadores,
allá por 1869, como fueron Walt Whitman, Jules Laforgué, Charles Baudelaire,
Rubén Darío, y los mismísimos Juan Ramón Jiménez y Antonio Machado, que
experimentaron con este nuevo movimiento literario.
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Como ya he dicho, este
poemario de Juan Calero Rodríguez contempla
también diversos subtemas, como son: la niñez, la adolescencia, la juventud y la senectud, el
transcurso inexorable del tiempo, los amigos, la vida y la muerte, los
problemas de ultratumba, la soledad, los sueños, la naturaleza, la paz y la
violencia, las violaciones y el maltrato de género, la justicia injusta, los
fusilamientos, los infanticidios, los poderes corruptos, la inmigración y el
exilio, Dios y la bonomía del ser
humano, la expresión poética y su amada Cuba, el miedo y la desesperación
humana, las luchas fratricidas, la rapiña de las Multinacionales, la pobreza,
el hambre y la soledad, los recuerdos de personajes legendarios, sus amigos,
los poetas, el amor, los héroes y los villanos, la libertad y el silencio, la
inmigración desprotegida, el trabajo esclavizado, el mundo de los sueños y las
pesadillas… y ¡la voz y la palabra en libertad!
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Antonio Rivas Carreño
Febrero de 2017
CON
EL PERDÓN DE LOS CERDOS
A José A. Lago, poeta
A esa hora en que mi madre se partía de dolor
rodearon la casa y el barrio, todo el País
fue incendiado como se incendia la fiebre.
Me subieron a un camión como a tantos otros
desnudos de futuro. Ya no me llamé nunca más
por mi nombre ni nadie me llamó
sólo tenía un número largo como la carretera
donde íbamos, mejor dicho,
por donde nos llevaban: éramos cerdos
con un número por tatuaje
y una
carretera oscura en plena noche.
TESTIMONIO DEL SOLDADO
DESERTOR
A los estigmatizados y humillados de por
vida
Un día me negué a que el fuego ardiera
por el resto de mi vida,
y fui
olvidado, como se olvida tarde o temprano a los héroes.
No es posible
latir, como otro madero cualquiera, sin ritmo
o mejor digo,
con el mismo ritmo de otro madero cualquiera.
Primero amanecemos en el brocal para luego
tallar los tuétanos
donde los pinos inventan su mito entre
tanto ruido.
Una razón se sienta tras el eterno cadalso
donde nadie pregunta, ni se explica.
Las razones no mueren en los cementerios,
reclaman
la techumbre por donde escapar del silencio.
He dormido en barracones, en el suelo,
entre tantos otros apilados en hogueras,
cuerpo con cuerpo, por frío,
y nos saltamos la penitencia
en aquellos campos olvidados por los sueños.
No por ello fuimos héroes, ni mártires,
cada adversidad reta un nuevo milagro,
sólo inocentes,
y ofrendamos nombres a náufragos cotidianos
y aceptamos como fósiles las derrotas
entre amigos que se ocultan y se privan
y alguna vez recuerdan
el regreso a donde
nada queda por hacer.
LA
RABIA NO ES SOLO DE DIOS
Cada día muere la rabia de Dios
sobre la peña de mi mano.
Encontrar
el reino de los pájaros puede ser un salmo maldito
en el cardumen del beso al alba.
No es una liturgia
más
tras la bofetada que
engañe nuestra humilde indignación
o el escondrijo de la
sílaba doliente.
John Wayne Gacy violó
y asesinó a treinta y tres niños en la década del setenta.
Fue ejecutado a la
edad de cincuenta y dos años mediante inyección letal
en el Centro Correccional
Stateville de Illinois
en mil novecientos
noventa y cuatro.
Su última cena
consistió en pollo frito Kentucky
judías cocinadas en
salsa de tomate picante, patatas fritas.
Y un batido de
chocolate con fresas, que no le sirvieron.
Era demasiado,
después de tan suculenta digestión.
Treinta y tres niños.
Sin embargo,
los condenados a
muerte tienen derecho a pedir su última cena
donde tan solo caben interrogantes
cada día que muere la rabia de Dios.
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