El color en El centeno que corta el aire, nuevo libro de Margarita García Alonso Por ENA COLUMBIÉ
El color en El centeno que corta el aire, nuevo libro de Margarita García Alonso Por ENA COLUMBIÉ
En El Exégeta -Espacio para el ensayo, y la crítica literaria y artística, de ENA COLUMBIÉ
... Es un homenaje a Van Gogh —Nos dice la artista-poeta en carta— a partir de un peregrinaje que hice a Auvers -sur Oise donde se suicidó, queda a una hora y media de casa y aunque ya había estado en varias ocasiones, en esta fui sola, a comerme los trigales y pensar en el pelirrojo, quizás, por esa cercanía es que se me embarro, salpicaron los colores al poemario. (…) es la tela cromática del alma de este hombre, cuando te acercas mucho, pues mancha cualquier verso. Y mancha en el sentido de marca buena...
En El Exégeta -Espacio para el ensayo, y la crítica literaria y artística, de ENA COLUMBIÉ
... Es un homenaje a Van Gogh —Nos dice la artista-poeta en carta— a partir de un peregrinaje que hice a Auvers -sur Oise donde se suicidó, queda a una hora y media de casa y aunque ya había estado en varias ocasiones, en esta fui sola, a comerme los trigales y pensar en el pelirrojo, quizás, por esa cercanía es que se me embarro, salpicaron los colores al poemario. (…) es la tela cromática del alma de este hombre, cuando te acercas mucho, pues mancha cualquier verso. Y mancha en el sentido de marca buena...
El color en El centeno que corta el aire, nuevo libro de Margarita García Alonso
ENA COLUMBIÉ
ESPECIAL/EL NUEVO HERALD
La utilización de los símbolos de color para
expresar situaciones vino con el homo sapiens. Algunos artistas y escritores
los utilizan como herramienta, pero la realidad es que desde el Modernismo
hacia acá, su uso se ha marcado más en lo expresivo que en lo contemplativo. El
carácter simbolista del color en la poética de Margarita García Alonso, es un
aspecto ineludible en su nuevo libro, El centeno
que corta el aire (Betania 2013)
La poeta que sobre todo es artista, conoce de la
dualidad fenoménica físico-fisiológica del color. Ella está al tanto de las características
peculiares del mundo artístico y literario, y en la trasformación del color en
símbolo y enunciado. Por eso los explota:
Nadie a mí alrededor canta palabras
de mi lengua natal, nadie sacude
toallas desde el balcón solo veo una
alfombra que se deshace
en el hilillo de nieve, la traza de un pie
que hunde el blanco.
(SONIDISTA DEL
ALBA, p.12)
El símbolo cromático blanco es utilizado como suelo, nieve y también vacío, y como
lamento por la soledad; sentimiento de lo vano idealizado por los pasos. En ese
mismo poema, encontramos también manifestarse las tendencias al orfismo, con la
que muchos pintores se proponen dar a los colores un poder evocativo.
Se sabe que el
rojo es el más caliente de los colores de la gama cromática, García Alonso
usa el recurso agua para lograr un
contraste con el símbolo cromático rojo
y suavizar su significación llevándolo a cálido.
Quiero oír el corazón de mi madre,
el latido que fustigaba aguas rojizas,
la palpitación que me irrigaba.
(SONIDISTA DEL ALBA, p.13)
Así vemos en
el poemario el uso del ontocolorismo, teoría explicada en 1882 por el filósofo
francés Lucien Renout, y que define como el arte capaz de develar el mundo
visible del ser por medio de las impresiones cromáticas. Impresiones no sólo
descubiertas por el color, sino también por otros símbolos por abstracción:
sangre (rojo), trigo (amarillo), luna (oscuridad).
Nada iguala la sangre que
convierte el trigo
en textura de
museo. Son tantos pigmentos
rojos alterados, sobre cráteres
dispersos semejantes a la luna.
Entre la cabeza y el tallo pie,
lo que fue un vago suvenir
de hombre sin oreja.
(BAJO EL CIELO DE AUVERS-SUR-OISE, p. 43)
Es un homenaje a Van Gogh —Nos dice la artista-poeta en carta— a partir de un peregrinaje que hice a Auvers -sur
Oise donde se suicidó, queda a una hora y media de casa y aunque ya había
estado en varias ocasiones, en esta fui sola, a comerme los trigales y pensar
en el pelirrojo, quizás, por esa cercanía es que se me embarro, salpicaron los
colores al poemario. (…) es la tela cromática del alma de este hombre,
cuando te acercas mucho, pues mancha cualquier verso. Y mancha en el
sentido de marca buena.
Sabemos también,
que el color incide en los sentimientos, y la consecuencia emocional obedece al
sujeto sobre el cual se evalúa un color, y al propio color en sí; por eso cada
creador posee una estética propia para su manejo y logro de efectos. Como una
tabla personal de valoraciones. En El
centeno que corta el aire, el negro
impera identificando la tragedia, lo oscuro y la melancolía…
Tose la negrura,
las infinitas capas
de hollín que denuncian tráficos en
el mercado cuando fuma a
escondidas cigarrillos negros.
(LA AGUJA EN EL PAJAR, p.15)
En esa estrofa vemos como el símbolo cromático negro, se refuerza más con negrura, y con hollín, de manera que se acentúa la escena. Lo mismo sucede con la
que aparece a continuación que aunque pertenece a un poema diferente (en su
individualidad y por obvias razones) parece consecuencia de aquel
El respiro fatal, el líquido, el
estruendoso mar que desespera el
negro
pulmón que se
deshace en
violetas pequeñísimas, me tiñe
de azul.
(PESCADOR,
p.24)
En el poemario hay muchos otros ejemplos del símbolo
cromático negro, y otros diferentes símbolos
que lo aluden, como en el caso de noche: la noche
en la noche sin techo, ciega en la noche, mala noche, anochecer…
Este es un libro en el que el lector podrá encontrar
una obra llena de colorido, aunque no por ello quiero decir que cada poema es
una pintura, ni mucho menos alegre. Hay en él un abanico de meditaciones;
interesante material para el estudio de la palabra y su color.
Margarita García Alonso es artista visual y poeta,
Licenciada en periodismo de la Universidad de la Habana y Máster en Industrias
gráficas en Francia. Ha publicado varios libros y obtenido numerosos premios
como pintora. Laureada en la Taberna de poetas franceses, y publicada por
“Yvelinesédition”, en Marzo 2006. Creadora de Ediciones Hoy no he visto el
paraíso. Reside desde 1992 en Francia.
Publicado 29th January por Ena LaPitu Columbié
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