La liberación de Bergen-Belsen


La liberación de Bergen-Belsen (15 de abril de 1945) marcó una de las revelaciones más desgarradoras de la brutalidad del Holocausto. Cuando las tropas británicas entraron en el campo, en el norte de Alemania, encontraron a más de 60.000 supervivientes demacrados y casi 13.000 cadáveres insepultos esparcidos por el terreno. El hedor a muerte y enfermedad flotaba en el aire: el tifus, la disentería y el hambre habían devastado a los prisioneros hasta dejarlos irreconocibles.

Los liberadores, muchos de ellos jóvenes soldados, no estaban preparados para lo que presenciaron. Inmediatamente iniciaron operaciones de socorro de emergencia, distribuyendo alimentos, agua y ayuda médica. Se instalaron hospitales de campaña y se despiojó y vistió a los supervivientes, pero miles seguían muriendo a diario, demasiado debilitados para recuperarse tras años de privaciones. Camarógrafos británicos documentaron las escenas, y las imágenes resultantes conmocionaron al mundo, obligando a la gente a confrontar la **inimaginable magnitud de las atrocidades nazis**.

Bergen-Belsen se convirtió en un símbolo de la crueldad humana y de la urgencia moral de recordar.
Entre las innumerables víctimas se encontraba **Ana Frank**, cuyo diario posteriormente daría nombre y voz a los millones de personas que perdieron la vida. La liberación de Bergen-Belsen sigue siendo a la vez un momento de liberación y un doloroso recordatorio del precio de la indiferencia.

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