No todo es tu culpa.

 


ME DOLÍA EL CUELLO… PERO EL PROBLEMA ERA OTRO.

Intenté de TODO:
Ropa suelta, fajas ortopédicas, yoga, pilates, médicos, quiroprácticos…
Pero el dolor seguía ahí, como una sombra.
No me dejaba dormir. Me costaba respirar. Me robaba la paz.
¿Y sabes qué era?
No era físico… era EMOCIONAL.
Una mujer mayor, con manos que sabían más que mil libros, me miró la espalda y supo la verdad.
Solo tocándome, me dijo:
"Has cargado tanto… que ya no recuerdas desde cuándo pesa."
Y ahí me quebré.
Me dijo palabras que jamás olvidaré:
No todo es tu culpa.
No todo depende de ti.
No puedes con todo.
No tienes que soportarlo todo.
No eres responsable de sanar lo que no es tuyo.
Y cuando lo escuché… lloré. No lágrimas comunes. Lágrimas que parecían arrancar el alma.
Sentí cómo mi cuello se relajaba, cómo mi espalda se enderezaba por primera vez en años.
El peso que cargaba… por fin estaba cayendo al suelo.
¿Lo más sabio que me dijo?
"Hay dolores que viven en el corazón... y si no aprendes a soltar el pasado, terminarás asfixiando tu futuro.
Y recuerda: el rencor no lastima a quien lo causó… sino a quien no puede perdonar."

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