CÁLCULO PRIMITIVO
CÁLCULO PRIMITIVO
La investigación astronómica india durante la Edad Media se basó inicialmente en los primeros descubrimientos y escritos de Aryabhata y otros matemáticos y astrónomos, y posteriormente se expandió gracias a la creación de grupos de investigación y enseñanza como la escuela de astronomía y matemáticas de Kerala, fundada en el siglo XIV por el matemático Madhava de Sangamagrama.
Madhava, y posteriores matemáticos de Kerala como Nilakanta Somayaji, desarrollaron métodos matemáticos para estimar los movimientos de los planetas, basados al principio en la trigonometría y la geometría y, posteriormente, en nuevas técnicas para trazar modelos de complejas curvas y formas matemáticas mediante combinaciones de funciones. Entre estas formas había parábolas, hipérbolas y elipses.
El trabajo que hicieron sobre las elipses fue sumamente útil para la astronomía, porque les permitió demostrar que la conjetura de Aryabhata era correcta: las trayectorias de los planetas se podrían describir mediante orbitas elípticas. Los nuevos métodos matemáticos desarrollados en Kerala, centrados en series de funciones, se adelantaron en unos 200 años al desarrollo del cálculo por parte de científicos occidentales como Isaac Newton.
La obra de Nilakanta Aryabhatiyabhasya ( un comentario sobre el Aryabhatiya de Aryabhata), publicada alrededor de 1500, reforzó la idea de que una Tierra en rotación y un modelo parcialmente heliocéntrico del Sistema Solar proporcionaban una manera mucho más precisa de encajar las órbitas de los planetas. En su modelo, Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno orbitan torno al Sol, pero el Sol orbita en torno a la Tierra.
El astrónomo danés del siglo XVI Tycho Brahe adoptaría un modelo similar, y algunos aspectos del modelo de Nilakanta son también coherentes con la cosmología plenamente heliocéntrica propuesta en 1543 por el astrónomo polaco Nicolás Copérnico. Las contribuciones de la escuela de Kerala, y acaso la astronomía y la matemática indias en general, han sido infravaloradas en Occidente. Hoy parece claro, sin embargo, que aquellos científicos deberían contarse entre los gigantes cuyos hombros auparon los posteriores descubrimientos de Copérnico, Newton y otros.
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