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Mi ciclo contigo ha terminado, ya no tengo nada más que ofrecerte, excepto más reclamos y reproches producto del agotamiento emocional en el que me encuentro.
La relación conmigo misma
La conducta sexual guarda secretos sorprendentes. Uno de ellos es el llamado “efecto Coolidge”. Descubre cómo el deseo y la recuperación sexual varían en función de si el encuentro es con una nueva pareja o con la misma.
El origen del nombre: una anécdota presidencial
El efecto Coolidge debe su nombre al trigésimo presidente de los Estados Unidos, Calvin Coolidge, y a su esposa, Grace. Durante una visita a una granja experimental, los Coolidge fueron guiados por separado. Al pasar cerca de un gallinero, Grace preguntó cuántas veces al día montaba el gallo a las gallinas. «Docenas de veces», le respondieron.
Ella pidió que le transmitieran esa información a su esposo. Más tarde, cuando Calvin pasó por el mismo sitio, le comentaron el dato. Intrigado, preguntó si el gallo elegía siempre la misma gallina. Al oír que no; cada vez era diferente, Coolidge respondió: «Por favor, dígaselo a la señora Coolidge».
Esta anécdota, que captura de manera humorística un rasgo instintivo en los animales, terminó dando nombre al fenómeno psicológico y biológico observado en mamíferos.
¿Qué es exactamente el efecto Coolidge?
El efecto Coolidge describe un patrón de comportamiento sexual en el cual el periodo refractario, el tiempo necesario para recuperarse después de la eyaculación, disminuye considerablemente cuando un macho se enfrenta a una nueva pareja sexual. Si, en cambio, la interacción se repite con la misma pareja, el tiempo de recuperación es mucho más largo.
Biológicamente, este fenómeno se debe a un aumento en los niveles de dopamina ante la posibilidad de un encuentro con una nueva pareja, lo que prepara al cuerpo para estar sexualmente activo casi de inmediato. En contraste, cuando se trata de la misma pareja, el cerebro no responde con la misma intensidad, lo que prolonga el descanso necesario antes de la siguiente actividad sexual.
Este patrón no solo revela aspectos de la sexualidad animal, sino también de las raíces biológicas de la conducta masculina.
La biología detrás de la lujuria: un impulso universal
El impulso de buscar nuevas parejas sexuales está profundamente arraigado en la biología de los mamíferos. La dopamina, un neurotransmisor asociado al placer y la recompensa, juega un papel crucial en el efecto Coolidge. Cada nueva pareja genera un pico de dopamina, lo que renueva el deseo sexual casi instantáneamente.
Este mecanismo tiene una ventaja evolutiva: maximizar las oportunidades de reproducción y diversificar la descendencia genética. Aunque los humanos han desarrollado normas sociales orientadas hacia la monogamia, esta respuesta biológica persiste en un nivel más primitivo.
En el reino animal, este comportamiento es evidente: desde ratas hasta delfines, los machos tienden a preferir nuevas compañeras. Incluso entre especies con cerebros más simples, como algunos invertebrados, se han observado indicios de comportamientos similares, aunque son menos frecuentes.
El efecto Coolidge es un fascinante recordatorio de cuánto influyen nuestros instintos más antiguos en nuestra conducta, incluso hoy. Más allá de las normas sociales y los valores culturales, nuestras raíces biológicas nos impulsan a buscar la novedad como una estrategia de supervivencia y propagación genética. Entender este fenómeno es también entendernos un poco más sobre nosotros mismos y sobre las fuerzas invisibles que moldean la vida en el planeta.
Referencia:
- Hormones and the Coolidge effect. Link.




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