La nueva repartición de la cultura woke ha hecho su entrada triunfal con los finalistas de la Fundación CINTAS 2024

 

La nueva repartición de la cultura woke ha hecho su entrada triunfal con los finalistas de la Fundación CINTAS 2024. Y claro, no podía faltar esa pequeña duda que ronda en la mente de todos: ¿realmente estamos hablando de escritores emergentes o es solo otro capítulo de la saga de los eternos favoritos? Un vistazo rápido nos lleva a preguntarnos si este es un certamen de descubrimientos o una gala de veteranos disfrazados de novedad.
Comencemos con el último de la lista. Vedette veterana, con nada menos que 30 series nacionales a cuestas, que al parecer sigue viviendo de la inercia de éxitos pasados. A estas alturas, ¿qué puede aportar de nuevo NDDV, cuando todo indica que sus balsas creativas se han incendiado hace tiempo? Sus 70 años, en lugar de ser un signo de sabiduría literaria, lo han convertido en el guardián de un exilio cubano que parece atrapado en una repetición interminable de sus mismos tópicos. Lo que ha chancleteado durante cuatro décadas sobre lo bueno y lo malo en la literatura cubana del exilio suena ya como un eco cansado.
Luego está "Legna la grande", Juana de Arco, la guerrera de mil batallas, que regresa al ruedo competitivo como si no hubiera ganado ya todos los premios habidos y por haber. A ver, si ya ha publicado más de una docena de libros y la han galardonado en múltiples ocasiones, ¿qué tiene de emergente? Tal vez sea más bien un fenómeno de longevidad literaria, porque lo cierto es que de "nueva" tiene poco. No es casualidad que la apoden "Legna Premiecito", acumuladora incansable de medallas literarias. A sus 40, su presencia en esta lista parece más un acto de costumbre que un descubrimiento.
Y el "divo de Matanzas" no podía faltar. Multipremiado, multipublicado, multi todo, un muiltimueble. Dicen que lleva tatuada una frase de Martí: "Yo vengo de todas partes, y hacia todas partes voy", como si eso fuera prueba de su omnipresencia literaria. Pero, ¿hasta qué punto esta omnipresencia no es ya redundante? ¿Acaso necesita más reconocimientos para que su nombre siga retumbando en los salones del prestigio? Con su estética de hombre androide venido del futuro, lo que parece más bien es que su tiempo ya pasó, aunque insista en quedarse para iluminar al resto con su resplandor de otro tiempo.
Finalmente, llegamos a las "caras nuevas", que de nuevas tienen poco. Ahmel, cuyo nombre resuena como algo exótico, también tiene sus años en estas lides. Ya peina canas y sus apodos no podrían ser más sugerentes: el " Pipián Martínez", el cicista de Miami Beach" porque ha dejado de ser el "jinete del caballo sin alzones". Uno se pregunta si este personaje, en realidad, no es más que otro de esos veteranos camuflados que navegan cómodamente por el circuito literario. Emergente, sí, pero tal vez de la década pasada.
Según la Enciclopedia Literaria, un escritor emergente es básicamente alguien que aún está en la fase de a ver si lo logro. Puede que ya haya publicado un par de libros y hasta haya ganado uno que otro premio menor (porque, bueno, seamos francos, siempre hay premios para repartir), pero aún no ha llegado a la liga de los grandes. Todavía está ahí, buscando su voz —o mejor dicho, afinándola—, tratando de encontrar su lugar en el tumultuoso mundo literario y, de paso, rogando que alguien más allá de su círculo íntimo de amigos y familiares lo lea. En otras palabras, no es exactamente un desconocido, pero tampoco es de los que llenan auditorios... aún.
En resumen, esta lista que se supone debería celebrar el talento emergente parece más bien un homenaje a las viejas glorias que ya tienen sus estanterías llenas de trofeos y medallas. Lo único que emerge aquí es la sensación de que la innovación literaria sigue esperando su turno, mientras los ya consagrados siguen acaparando los reflectores. "Tempus fugit", pero parece que no para todos.
¿Quién ganará? Resultados reservados, pero yo ya tengo a mi ganador, ganadora o a todes.

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