“Arreciados por el éxodo”. de María Eugenia Caseiro
Diez años cumplió esta reseña de Margarita García Alonso, 2014
Gracias, Marg.
Los salmos de María Eugenia Caseiro
“Arreciados por el éxodo”, 2013: ICE. Imagine Cloud Editions.
(Edición de aniversario)
Un dolor inmenso envuelve todo/ en la canción favorita de mi padre. /
Alguien sostiene un sobre misterioso. /Aquellos que no ven y teorizan. /
La muerte y el silencio de la nada. /Allá lejos en vilo van los barcos…/
El tiempo nos devuelve las pisadas. / Iban frotándose los ojos/
las gentes que pasaban. (Suspenso, María Eugenia Caseiro)
No tiene límite, no se detiene María Eugenia Caseiro cuando escribe y nos lega un hermoso libro de poemas “Arreciados por el éxodo”, 2013: ICE. Imagine Cloud Editions.
El título, confieso, es un candado y debe asustar a quienes, como yo, temen caer en la tradición poética cubana del exilio, el destierro, la esclavitud, el parangón isleño con la suerte de los hebreos del antiguo Egipto.
La tierra prometida de Caseiro no es un fragmento de la odisea, es un canto carnal donde beso, roce, toque misterioso de otro cuerpo, la mano como presencia mística… atraviesan los tiempos, se imponen, para ofrecernos universalidad.
“Yo con mi generación de trémulo esqueleto/ caía del caballete y un fantasma/ con los brazos abiertos /recogía mis huesos y espantaba/ los bichos del sopor. /
Yo, tú, los árboles de lágrima torcida/como lenguas sedientas, /navegamos la lluvia sin timón, / sus lapsos de liturgia con dintel veraniego/ en que el pájaro del sueño se posaba”
Dicho ese: “Yo, tú, los árboles…” -de quien se trata, quien nos habla- la poeta presenta los sujetos, los nombra, deja en la antesala y pasa a la oleada de la existencia, en lo adelante es un ente vital, animado por profecías, que madura el cansancio en medio del desierto.
He leído estrofas con tanta música, que las siento predestinadas a ser cantadas en una gran plaza, (Nadas, Abandono, poemas que afinan la melodía para ser escuchados en el tiempo que vendrá, porque ahora siguen guardados, sin abrir, y alojan relámpagos…
/Como ángeles que han visto /el horror de las calles /aplastadas/ con el placer siniestro de los pasos, /huirán las siluetas de los charcos.// Traerá la lluvia ampuloso sinrazón/ al estilo del ejército romano. / Nada habrá por agregar/ nada nada nadie…/nadar y nadar solo/ lo incomprensible.”
Éxodo interior, éxodo exterior impuesto en el afán de tallar a medida la oscuridad, oscuridad con traje pulido que convierte a Caseiro en luminosa y enigmática.
Es un cuaderno con nombre de puerta estrecha, insisto para que pasen, pero adentro que jolgorio, salmos estructurados, poemas cortos, una voz que resume las voces de los que han sido flagelados en luna llena.
Sin lamentos, como si el látigo, el viaje, la ausencia se hubiesen condensado en la ternura, hubiesen crecido empujando al Hombre/Mujer, con mayúscula, solo una puede traer al mundo tanta sensibilidad para transformarse en Ser que se pasea bajo los astros restregándose los ojos, sin importarle que la vean, de todas formas a su lado respira el espanto de lo sucedido.
En la inmensidad de las visiones, visiones que no pronuncian la mutilación (la condena), pero la llevan en sí como una joya, en ello radica la belleza de este poemario humano, humanista.
Me sorprende la sabiduría, el vocabulario, la cultura de Caseiro ligada a referencias de la isla, la piña, el sillón de mimbre donde se acomoda en académica. Esmero, sobresalto de brevedad, punteado “por estrellas rojas con agujas”. Y cito ese verso, como puedo avisar de otros a los que se llega por un giro de llave, un giro en el sentido de la media luna, sobre imágenes fuertes, raras, únicas.
María Eugenia Caseiro es una mujer de letras que desborda en este poemario por la esencia. Poco a poco destierra el léxico, para gozar “la desnudez/escupir la gramática/ sacudirse/ el polvo de los signos/arrancarse/ los tiempos verbales/ desatar/los lazos de la lengua/ vomitar el hastío/hasta sentirse libre”.
Y lo hace, lo asume y es donde mejor se presenta a este animal que la lee y no olvidará la magnitud de su libertad cuando sentencia: “Ella entiende la torpeza, el riesgo de su vida/ desde antes de nacer, desdoblado su fantasma / surcado con su nombre toca en mí, / yo no respondo sin saber qué hacer. /Mido la muerte desde allí. / Dios es hoy mi padre/ tranquilamente amarillo y azotado.”
Caseiro, una poeta en conocimiento de causa, capaz de estremecer.
Margarita García Alonso,
Normandie, Francia,
junio del 2014
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