Margarita García Alonso,#GraphicDesigner #Cuba #France Golfa

   


 Margarita García Alonso,#GraphicDesigner #Cuba #France 

"Es hora de que me ocupe de mí misma. He ido tambaleándome por ahí, lúgubre, siniestra, sombría. Ahora toca construirme a mí misma, darme una columna vertebral, por más que fracase".
— Sylvia Plath

Serguei Esenin (Konstantínovo, Riazán, 21 de septiembre de 1895- -Leningrado, 28 de diciembre de 1925)

CONFESION DE UN GOLFO


No todos saben cantar,

No todos saben ser manzana

Y caer a los pies de otro.

Esta es la suprema

Confesión de un granuja.


Ando intencionalmente despeinado,

Con la cabeza como una lámpara a petróleo.

Me gusta alumbrar en las tinieblas

El otoño sin hojas de vuestros espíritus.

Me gusta que las piedras de los insultos

Caigan sobre mí como granizo vomitado por la tormenta.

Entonces es cuando aprieto con más fuerza

El globo oscilante de mi cabezota.


Con qué nitidez recuerdo entonces

La laguna cubierta de hierba y la voz ronca del aliso

Y que en algún lugar viven mi padre y mi madre.

Mis versos les importan un comino,

Pero me quieren como a un campo, como a la carne de su carne,

Como a la buena lluvia que en primavera ayuda a salir a los brotes.

Ellos les clavarían a ustedes sus horquetas

Cada vez que me lanzan una injuria.


¡Pobres, pobres campesinos!

Seguramente están viejos y feos

Y siguen temiendo a Dios y a los espíritus del pantano.

¡Si sólo pudieran comprender

Que su hijo

Es el mejor poeta de Rusia!

¿Acaso sus corazones no temían por él

Cuando se mojaba los pies en los charcos del otoño?

Ahora anda de sombrero de copa

Y con zapatos de charol.


Pero con el mismo espíritu juguetón de antes.

De aldeano travieso.

Desde lejos saluda con una gran reverencia

A las vacas pintadas en los letreros de las carnicerías.

Y cuando se cruza con los coches de la plaza,

El olor del estiércol lo remonta a los campos de su tierra

Y está dispuesto a sostener en el aire la cola de cada caballo

Como si fuese la cola de un traje de novia.


Amo mi tierra.

¿La amo con locura!

Aunque sobre ella caiga toda la tristeza y el moho de los sauces.

Gozo con los hocicos inmundos de los cerdos

Y con las notas estridentes de los sapos en el silencio nocturno.

Estoy enfermo de los recuerdos de infancia,

Sueño con la niebla y con la humedad de las tardes de abril,

Cuando nuestro arce se puso en cuclillas

Para calentarse los huesos en la hoguera del crepúsculo.

¡Trepando de rama en rama,

Cuántos huevos no robé de los nidos de las cornejas!

¿Seguirá siendo el mismo de antes, con su copa verde?

¿Tendrá todavía la corteza tan dura?


¿Y tú, mi querido perro fiel

Overo?

La vejez te ha puesto gruñón y ciego

Y vas de un lado a otro del patio arrastrando tu cola caída.

Tu nariz no distingue ya el establo de la casa.

Cuánto no significan para mí nuestras pillerías de antaño

Cuando le robaba pan a mi madre

Y lo comíamos entre los dos, mordiéndolo por turno

Sin sentir repugnancia.


Soy siempre el mismo,

Mi corazón es siempre el mismo.

Los ojos florecen en el rostro como los azulíes en el trigo.

Y yo, extiendo las esteras doradas de mis versos

Quiero decirles a ustedes

Mis palabras más tiernas.


¡Buenas noches a todos!

¡Buenas noches!

Rozando por última vez la hierba del crepúsculo

Ha enmudecido la guadaña de la aurora.

Y siento unas ganas locas

De mear a la luna desde la ventana.

¡Luz azul, en este azul profundo

Ni siquiera la muerte me importa!

¡Que importa que yo parezca un cínico

Con un farol colgando del trasero!

Viejo, buen y supercabalgado Pegaso,

¿Qué falta me hace a mí tu trote blandengue?

Yo he venido como un severo maestro

A cantar y a ensalzar a las ratas.

Como agosto, vierte

Mi cabeza el vino espumoso de mis cabellos.


Yo quiero ser ese amarillo

Que nos lleva al país que navegamos.


Serguei Esenin (Konstantínovo, Riazán, 21 de septiembre de 1895- -Leningrado, 28 de diciembre de 1925)

CONFESION DE UN GOLFO


No todos saben cantar,

No todos saben ser manzana

Y caer a los pies de otro.

Esta es la suprema

Confesión de un granuja.


Ando intencionalmente despeinado,

Con la cabeza como una lámpara a petróleo.

Me gusta alumbrar en las tinieblas

El otoño sin hojas de vuestros espíritus.

Me gusta que las piedras de los insultos

Caigan sobre mí como granizo vomitado por la tormenta.

Entonces es cuando aprieto con más fuerza

El globo oscilante de mi cabezota.


Con qué nitidez recuerdo entonces

La laguna cubierta de hierba y la voz ronca del aliso

Y que en algún lugar viven mi padre y mi madre.

Mis versos les importan un comino,

Pero me quieren como a un campo, como a la carne de su carne,

Como a la buena lluvia que en primavera ayuda a salir a los brotes.

Ellos les clavarían a ustedes sus horquetas

Cada vez que me lanzan una injuria.


¡Pobres, pobres campesinos!

Seguramente están viejos y feos

Y siguen temiendo a Dios y a los espíritus del pantano.

¡Si sólo pudieran comprender

Que su hijo

Es el mejor poeta de Rusia!

¿Acaso sus corazones no temían por él

Cuando se mojaba los pies en los charcos del otoño?

Ahora anda de sombrero de copa

Y con zapatos de charol.


Pero con el mismo espíritu juguetón de antes.

De aldeano travieso.

Desde lejos saluda con una gran reverencia

A las vacas pintadas en los letreros de las carnicerías.

Y cuando se cruza con los coches de la plaza,

El olor del estiércol lo remonta a los campos de su tierra

Y está dispuesto a sostener en el aire la cola de cada caballo

Como si fuese la cola de un traje de novia.


Amo mi tierra.

¿La amo con locura!

Aunque sobre ella caiga toda la tristeza y el moho de los sauces.

Gozo con los hocicos inmundos de los cerdos

Y con las notas estridentes de los sapos en el silencio nocturno.

Estoy enfermo de los recuerdos de infancia,

Sueño con la niebla y con la humedad de las tardes de abril,

Cuando nuestro arce se puso en cuclillas

Para calentarse los huesos en la hoguera del crepúsculo.

¡Trepando de rama en rama,

Cuántos huevos no robé de los nidos de las cornejas!

¿Seguirá siendo el mismo de antes, con su copa verde?

¿Tendrá todavía la corteza tan dura?


¿Y tú, mi querido perro fiel

Overo?

La vejez te ha puesto gruñón y ciego

Y vas de un lado a otro del patio arrastrando tu cola caída.

Tu nariz no distingue ya el establo de la casa.

Cuánto no significan para mí nuestras pillerías de antaño

Cuando le robaba pan a mi madre

Y lo comíamos entre los dos, mordiéndolo por turno

Sin sentir repugnancia.


Soy siempre el mismo,

Mi corazón es siempre el mismo.

Los ojos florecen en el rostro como los azulíes en el trigo.

Y yo, extiendo las esteras doradas de mis versos

Quiero decirles a ustedes

Mis palabras más tiernas.


¡Buenas noches a todos!

¡Buenas noches!

Rozando por última vez la hierba del crepúsculo

Ha enmudecido la guadaña de la aurora.

Y siento unas ganas locas

De mear a la luna desde la ventana.

¡Luz azul, en este azul profundo

Ni siquiera la muerte me importa!

¡Que importa que yo parezca un cínico

Con un farol colgando del trasero!

Viejo, buen y supercabalgado Pegaso,

¿Qué falta me hace a mí tu trote blandengue?

Yo he venido como un severo maestro

A cantar y a ensalzar a las ratas.

Como agosto, vierte

Mi cabeza el vino espumoso de mis cabellos.


Yo quiero ser ese amarillo

Que nos lleva al país que navegamos.

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