Selección de poemas, Nubiola, Margarita García Alonso, editions hoy no he visto el paraíso

 



     

Del Poemario Nubiola, en venta en Amazon

 

 

Con la maleta presta,

en un día o dos me sentiré bien. 

Larga despedida,

posiblemente no encuentre

a nadie conocido y fastidie

con enfermedad grave,

 

de todas formas,

rumorean que he desaparecido

cual elemento roto

del librero.

 

El camino toca a fin,

por tanto, temo,

 

en breve comeré

helado ácido

bajo limoneros

de flores pequeñísimas.

 

Fragancia de limonero,

flores solitarias,

florecitas agrupadas

en pequeños racimos,

 

capullo púrpura,

botón hermafrodita,

cinco sépalos cóncavos,

cinco pétalos blancos,

cáliz verde

con estambre amarillo

durante todo el año.

 

Cada mordida alivia

cual corteza

de limón.

 

👃👇👆 

 

Sin aire,

acostumbrada a que

me desplacen cual

oveja malparida,

 

mentí y miento,

el paraíso existe,

pero es infranqueable,

 

desgajen al ego

del café aguado,

salpiquen tristeza,

han buscado tanto,

a sabiendas que me pertenece,

 

os he engañado

para preservar

la membrana frágil

del amanecer.

 

Os podéis aplastar,

inexplicablemente expectoro

hierbas buenas y/o malas

en resonancia

con en el ojo sano

del ángel.

 

El mar entama loca

carrera. El arrecife

finge ser cuervo, 

luego vaca,

brama designios

en el encaje de espuma.

 

Cambié de ciudad

tras tormenta del pasado.

 

Nada, absolutamente nada

retoña, el árbol peca

frente al ancla del barco

que naufraga.

 

Grandioso despojo,

mi gata Mimi sufrió, ha partido,

forma parte del destrozo.

 

Se requiere astucia para sacudir

a hombres que dominan.

Intento purga, floto

en manuscritos.

Avergüenzo, os juro:

hice guerra,

en medio de batalla

rapé cabeza

y por breves segundos

fui faro.

 

Las gaviotas hambrientas

no dan tregua,

el truhan ondea trapo

de pajarero petulante,

cava mi tumba,

en el hueco defeca.

 

Nada salva,

un ignoble ejército lanza

tropelía de verso-plasta.

 

Terminado el libro,

sobre la mesa abulta

como tumba huérfana.

 

Comparto secreto

para cuando vayas a morir.

Te inicio constantemente:

van, vienen médicos,

enfermeras, ayudas sociales,

pero el corazón se reduce

a pera seca.

 

Sol en la ventana & Hombre nuevo

atareado en hacer nombre.

En Puente Sinneurona

arranca premio que

derrumba seis o siete

columnas ancianas.

 

Oficializo que es legal morir

de tanta porquería, hasta

firmo con fragmento del pulmón

carta a Matanzas

 

también escribo

poemas malos,

pero no pago

para que leas.

 

En la Isla tallan mi tarja:

pájara exiliada,

pájara de mal agüero

pierde equilibrio

 

en banalidades que

revisten fatalidad

con gracia.

 

😿🙀😹


Este animal herido,

esta sensación,

de haber nacido

para que ensayen cirujanos,

 

con rabia, tendida

para ejercicio,

 

tras maltrato me posan

riel de hierro en el cuerpo,

el tren pasa sin horario,

a veces coincide

con el ulular del barco

que se adentra en alta mar

este animal espera

que la gata lengüetee el

hueso,

 

¿quién desposeyó?,

¿quién se apropió de lo que ofrecí?

 

suena sirena de barco atrapado,

de la bahía no podré escapar,

 

suena sirena de barco en el fondo,

anegado en la pavorosa bocaza

de la ballena de Jonás.

 

Traquetea el tren,

alimentado de ira

paraliza mis órganos,

brazo, pierna, miembros

dislocados,

la visión oscurece hasta

verme feto, sangre coagulada,

agonizante.

 

Han abierto mi cuerpo como

un atlas de errores, reguero de tripas

ensangrentadas

dentro de mierdas ajenas,

mierdas pisoteadas.

 

Ponen pie sobre semejante.

¿Semejante a qué?,

soy la que abren, tengo

el tronco desprendido,

apenas una vena me une

a la mano

 

el cráneo desmorona

en arenilla, seco el ojo

roban orejas,

cortan ovarios,

y aún observo,

puedo reconocer

la partícula verde

de ADN

que carga glorioso

aire de escapada.

 

Puedo ver el destrozo,

cuánta soledad he sentido

para que me ejecuten

frente a mi hija.

 

El bosque atravesado por

murmullos,

los de antes, los de ahora

perpetran matanzas.

 

Es tan tarde,

la efímera nube dibuja

yegua que galopa

tras conejo de suerte,

 

cambiante nube

en nubarrón negro,

soy lastre, miseria,

nadie es bueno

si se deja matar

 

no hubo accidente,

no fue casual,

ninguna posibilidad ni

performance, menos

suicidio espectacular,

cobarde llevé

el cuerpo viejo.

 

La sangre barbotea,

otra vez la fiera muerta

vomita tinta.



👋✋✊

En la frontera

de mi mundo

y tu mundo

la nieve remolina

el aspa de gallo

 

en la anciana bodega

de especies raras

 

ascienden olorosos polvos

de remotos

continentes.

 

Nieva sobre carbón.

 

Es el momento,

inevitablemente voy

a apagarme,

 

deben acostumbrarse,

cuando alguien se va,

no regresa en un día o dos

para despedirse,

 

recuerden,

la perra desaparece

bajo Auto

de Fe.

 

 

👈👉 

Nubiola, casa de muertos,  

Dostoyeski en aduanero

alista cabeza con cabeza,

pie con pie.

 

A los sobrevivientes obliga

a tejer bufanda

color perra

amarilla iridiscente

 

para cada desastre

perra que arranca lengua

y aúlla,

 

mil millones de lenguas

suspendidas a nubarrones,

mil millones de hilos quiebran,

mil millones de agujas de plata,

en la fatalidad.


El perro busca consuelo,

no muerde, necesita

compañía, agoniza

en la callejuela.

 

En Hombre busca alivio

en la sombra. Se arrastra

sin moverse del epicentro.

 

El mundo estático

conmigo, contigo

desenfoca.

 

Calambre hacia dentro,

hacia el plexo, acusan

a la ermitaña de levantar nubes,

de esconderse en la niebla

tras un mes de aguaceros.

 

Perro y mujer apenados

de ser vistos, vulnerables.

 

Aullidos, lobos retroactivos

devoran al débil.

 

Queda el huerto,

la flor naranja de calabaza

en el yerbazal.

 

Al abandonado rastrillo

descienden hojas.

 

El columpio sin silla

se estampa en el pasado,

a la sombra de frases,

algunas líneas triadas

del otoño.

 

 

 

Divinidades,                                                                          

en el pontón

Kent Cullers tensa pie

 

bajo nubes,

nubes de pájaros,

nubes de ángeles,

nubes de luz,

nubes de algodón,

 

ondulantes

peces del cielo

bracean nieve

con carbón.

 

El invierno desciende

mientras ofrezco

macarela ahumada

en gruesa sal, pero

nadie compra

con mal tiempo.

 

El ángel de la Marina

exhala cúmulos,

la bruma oscurece,

el faro es ínfimo,

 

ante el fulgor,

en sus ojos,

 

Hidegard von Bingen

asciende en éxtasis,

sangra por cada pluma.


Nubiola, amazon 










































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