nada de encargos.

 


En un granero, donde fui encerrado a los doce años, llegué a conocer el mundo, y he podido ilustrar la comedia humana. En una bodega, he aprendido la historia. En alguna fiesta de noche, en una ciudad del Norte, he vuelto a encontrar a todas las mujeres de los pintores antiguos. En un viejo pasaje de París, me han enseñado las ciencias clásicas. Y en una espléndida mansión, rodeada por el Oriente entero, he llevado a cabo mi inmensa obra, y he vivido mi ilustre retiro. He quemado mi sangre. Mi deber me será así ahorrado. Pero no hay que pensar más en ello. Soy realmente un ser de ultratumba. Y nada de encargos.

ARTHUR RIMBAUD,
Vidas III

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