Oficializo que es legal morir de tanta porquería
Sin aire,
acostumbrada a que
me desplacen cual
oveja malparida,
mentí y miento,
el paraíso existe,
pero es infranqueable,
desgajen al ego
del café aguado,
salpiquen tristeza,
han buscado tanto,
a sabiendas que me pertenece,
os he engañado
para preservar
la membrana frágil
del amanecer.
Os podéis aplastar,
inexplicablemente expectoro
hierbas buenas y/o malas
en resonancia
con en el ojo sano
del ángel.
El mar entama loca
carrera. El arrecife
finge ser cuervo,
luego vaca,
brama designios
en el encaje de espuma.
Cambié de ciudad
tras tormenta del pasado.
Nada, absolutamente nada
retoña, el árbol peca
frente al ancla del barco
que naufraga.
Grandioso despojo,
mi gata Mimi sufrió, ha partido,
forma parte del destrozo.
Se requiere astucia para sacudir
a hombres que dominan.
Intento purga, floto
en manuscritos.
Avergüenzo, os juro:
hice guerra,
en medio de batalla
rapé cabeza
y por breves segundos
fui faro.
Las gaviotas hambrientas
no dan tregua,
el truhan ondea trapo
de pajarero petulante,
cava mi tumba,
en el hueco defeca.
Nada salva,
un ignoble ejército lanza
tropelía de verso-plasta.
Terminado el libro,
sobre la mesa abulta
como tumba huérfana.
Comparto secreto
para cuando vayas a morir.
Te inicio constantemente:
van, vienen médicos,
enfermeras, ayudas sociales,
pero el corazón se reduce
a pera seca.
Sol en la ventana & Hombre nuevo
atareado en hacer nombre.
En Puente Sinneurona
arranca premio que
derrumba seis o siete
columnas ancianas.
Oficializo que es legal morir
de tanta porquería, hasta
firmo con fragmento del pulmón
carta a Matanzas
también escribo
poemas malos,
pero no pago
para que leas.
En la Isla tallan mi tarja:
pájara exiliada,
pájara de mal agüero
pierde equilibrio
en banalidades que
revisten fatalidad
con gracia.
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