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fiesta de los Santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael

 


Santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael








Santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael

Hoy la Iglesia celebra, con categoría de fiesta, a los llamados arcángeles: Miguel, Gabriel y Rafael. Sus nombres hacen referencia a sus funciones de intermediarios entre Dios y los hombres, así como ejecutores de sus órdenes y transmisores de sus mensajes

La fe de la Iglesia

La angelología no se presenta, hoy día, como campo en el que la investigación teológica se mueva cómodamente. Comenzando por la misma existencia de los ángeles, encontrarnos claras actitudes de rechazo que los relegan al mundo mitológico exclusivamente, o se recala en el desconcierto de no saber exactamente a qué atenerse en este tema. Es evidente que otro es el campo de las representaciones e imaginería con que se presenten, así corno el de las jerarquías angélicas indicadas en sus respectivas designaciones onomásticas.

No es éste el lugar de entrar en toda esa problemática; se trata de recoger la fe de la Iglesia, tal como actualmente se nos ofrece, concretamente en el ámbito de las celebraciones litúrgicas, en orden a su memoria y veneración.

El Catecismo de la Iglesia católica afirma: La existencia de seres espirituales, no corporales, que la Sagrada Escritura llama habitualmente ángeles, es una verdad de fe. El testimonio de la Escritura es tan claro como la unanimidad de la Tradición» (n.° 328). El nombre de «ángel» no es nombre de naturaleza, sino de oficio, de función. Por su naturaleza es 'espíritu», por su función es "ángel" (cf. San Agustín: Psal. 103, 1, 15).

La Carta a los Hebreos (1, 14) los define como «espíritus servidores con la misión de asistir a los que han de heredar la salvación». Su nombre hebreo mal'ak, o griego anguelos, los define como mensajeros».

La fe de la Iglesia en la existencia de los ángeles toma vida y se traduce en oración, en el culto litúrgico, lo que es de capital importancia, según el principio de lex orandi, lex credendi, ya que la liturgia es la expresión concreta de la fe vivida. La liturgia celebra la fe bíblica y la tradición doctrinal de la Iglesia.

La liturgia ha unificado en este día, con categoría de fiesta, la veneración de los llamados arcángeles: Miguel, Gabriel y Rafael. Sus nombres hacen referencia a sus funciones de intermediarios entre Dios y los hombres, así como ejecutores de sus órdenes y transmisores de sus mensajes.

El Arcángel San Miguel

Lógicamente la fuente de información básica sobre el Arcángel Miguel ha de buscarse en la revelación bíblica, Mi-ka-'el, literalmente significa „¿quién como Dios?», y está en consonancia con su misión e intervenciones.
La liturgia, que le da culto desde el siglo V, asume el papel protector del arcángel Miguel, tanto en la celebración de la palabra en la misa (primera lectura), como en la liturgia de las horas, en antífonas y oficio de Lectura. En la lectura patrística, fragmento de una «homilía de San Gregorio Magno, papa, sobre los Evangelios», podemos leer: «... Cuando se trata de alguna misión que requiera un poder especial, es enviado Miguel, dando a entender por su actuación y por su nombre que nadie puede hacer lo que sólo Dios puede hacer. De ahí que aquel antiguo enemigo, que por su soberbia pretendió igualarse a Dios..., nos es mostrado luchando contra el arcángel Miguel, cuando, al fin del mundo, será desposeído de su poder y destinado al extremo suplicio, como nos lo presenta Juan: Se trabó una batalla con el arcángel Miguel.

Miguel es jefe de la milicia celestial; la Contrarreforma lo convierte en defensor de la Iglesia ante la reforma protestante.

El Arcángel San Gabriel

«Dios es fuerte» o «héroe de Dios«, es su significado. Como dice San Gregorio Magno (oficio de lectura del día) «... se les atribuyen nombres personales, que designan cuál es su actuación propia..., ya que a través de estos nombres conocemos cuál es la misión específica para la cual nos son enviados.

Este ángel Gabriel es el «enviado por Dios..., a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María» (1, 26). El mensaje que transmite es sorprendente y trascendental: sin duda el más importante de la historia de la salvación; se trata del cumplimiento, de forma insólita, de todas las anteriores Escrituras: la llegada del Mesías, revelado como «Hijo del Altísimo... y será llamado Hijo de Dios».

Con razón dice San Gregorio Magno (oficio de Lectura): «Los (ángeles) que anuncian cosas de gran trascendencia se llaman arcángeles. Por esto, a la Virgen María no le fue enviado un ángel cualquiera, sino el arcángel Gabriel, ya que un mensaje de tal trascendencia requería que fuese transmitido por un ámgel de la máxima categoría... A María le fue enviado Gabriel, cuyo nombre significa «Fortaleza de Dios», porque venía a anunciar a aquel que, a pesar de su apariencia humilde, había de reducir a los principados y potestades. Era, pues, natural que aquel que es la fortaleza de Dios anunciara la venida del que es Señor de los ejércitos y héroe en las batallase.

En el relato de Lucas, el protagonista parece el ángel Gabriel. Mas éste debe tal prerrogativa al designio que comunica. Por consiguiente, Gabriel viene asociado por Lucas con el mensaje. Y, en tal caso, el diálogo pierde en dimensión histórica lo que gana en profundidad teológica. Queda, en realidad, claro que Gabriel, aun siendo el protagonista, carece de importancia «personal» y recibe toda su relevancia del mensaje que transmite» (Antonio Salas).

El Arcángel San Rafael

Rafael significa «Dios cura». Sólo disponemos de la fuente bíblica, del libro de Tobías para hacernos una idea de su identidad y misión.

Rafael se presenta bíblicamente como: protector y compañero en nuestro caminar (también por el camino de la vida), sanador de nuestras cegueras (también espirituales), vencedor del demonio y del mal, abogado defensor en las dificultades de la vida, intercesor ante Dios en favor nuestro. Es uno de los siete grandes ángeles presentes ante la gloria del Señor...

Pero su misión y su protagonismo aparente tienen como finalidad la expresada por él mismo al revelar su identidad: «No temáis. La paz sea con vosotros. Bendecida Diosporsiempre. Si he estado con vosotros..., ha sido por voluntad de Dios. A él debéis bendecir todos los días, a él debéis cantar... Y ahora bendecid al Señor sobre la tierra y confesad a Dios. Mirad, yo subo al que me ha enviado...« (12, 17-20).

La devoción dedicada a Rafael fue promovida en el siglo XVI, al instituir el culto del ángel custodio, el obispo de Rodez, Francisco de Estaing, en 1526. Patrón de boticarios y médicos, protege también a los viajeros.

En todos los casos, las intervenciones angélicas reseñadas, tienen a Dios como protagonista principal, y a la persona humana (individual o colectiva) como beneficiarias. El ángel-arcángel en tanto tiene protagonismo en cuanto transmisor de ese mensaje, siempre salvífico y benefactor. La conclusión siempre debe ser el consejo de Rafael: «Bendecid a Dios por siempre», porque, en realidad, es él quien está actuando,

Sus atributos son: cayado de mensajero (cetro a veces), lirio que reemplaza al cayado o cetro, rama de olivo, filacteria que lleva la salutación angélica «Ave María gratia plena...

Ángel Olivera Miguel





MIGUEL GABRIEL Y RAFAEL

— La misión de los Ángeles. Los tres Arcángeles a los que la Iglesia honra de manera particular.
— El Arcángel San Miguel. Su ayuda en la lucha contra el diablo.
— Pedir a este Santo Arcángel su continua protección sobre la Iglesia.
I. Leemos en el Evangelio de la Misa estas palabras de Jesús: Yo os aseguro: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del Hombre1. Son los ángeles que continuamente alaban a Dios, y «toman parte, a su manera, en el gobierno de Dios sobre la creación como poderosos ejecutores de sus órdenes (Sal 102), según el plan establecido por la Divina Providencia. A los ángeles está confiado en particular un cuidado y solicitud especiales para con los hombres, en favor de los cuales presentan a Dios sus peticiones y oraciones»2. La misión de los ángeles como embajadores de Dios se extiende a cada uno de los hombres, y de modo principal a quienes tienen una misión específica en orden a la salvación (por ejemplo, los sacerdotes), y a las naciones enteras3. Todos los días, a todas las horas, en el mundo entero, «en el corazón de la Santa Misa», se apela a los Ángeles y a los Arcángeles para cantar la gloria de Dios.
Hoy resulta particularmente oportuno considerar que la Iglesia honra en su liturgia «a tres figuras de ángeles a los que en la Sagrada Escritura se les llama con un nombre. El primero es Miguel Arcángel (cfr. Dan 10, 13. 20; Apoc 12, 7; Jd 9). Su nombre expresa en síntesis la actitud esencial de los espíritus buenos. Mica-El significa, en efecto: ¿Quién como Dios?». El segundo es Gabriel, «figura vinculada sobre todo al misterio de la Encarnación del Hijo de Dios (cfr. Lc 1, 19; 26). Su nombre significa: Mi poder es Dios, oPoder de Dios». Por último, Rafael «significa: Dios sana»4. Meditando sobre su misión comprendemos la enseñanza contenida en la Carta a los Hebreos: ¿No son todos ellos espíritus administradores, enviados para servicio y en favor de los que han de heredar la salud?5.
Su existencia y su cercanía en nuestros quehaceres de todos los días nos mueven a pedir con la Liturgia de la Misa: Oh Dios, que con admirable sabiduría distribuyes los ministerios de los ángeles y los hombres, te pedimos que nuestra vida esté siempre protegida en la tierra por aquellos que te asisten continuamente en el Cielo6. A nuestros Ángeles Custodios, cuya fiesta celebraremos dentro de pocos días, y a los Santos Arcángeles debemos incontables ayudas diarias. Son una muestra palpable del amor que nuestro Padre Dios tiene hacia sus hijos. ¿Acudimos a ellos frecuentemente en medio de nuestros trabajos diarios? ¿Les tratamos con confianza, pidiéndoles que nos ayuden a servir a Dios y que nos protejan en nuestra lucha diaria? ¿Nos sentimos seguros con su compañía a lo largo del día, y especialmente cuando llega la tribulación o cuando estamos en trance de perder la serenidad y la paz de los hijos de Dios?
II. Leemos en la Primera lectura de la Misa: Y se entabló un gran combate en el cielo: Miguel y sus ángeles lucharon contra el dragón. También lucharon el dragón y sus ángeles, pero no prevalecieron, ni hubo ya para ellos un lugar en el cielo. Fue arrojado aquel dragón, la serpiente antigua, llamado Diablo y Satanás, que seduce a todo el universo. Fue arrojado a la tierra y también fueron arrojados sus ángeles con él7.
Los Santos Padres interpretan estos versículos del Apocalipsis como testimonio de la lucha entre Miguel y el diablo cuando fueron sometidos a prueba los espíritus angélicos. Bajo esta luz entendieron también la lucha que Satanás sostiene contra la Iglesia a lo largo de los siglos y que se radicalizará al final de los tiempos8.
Según tradiciones judías seguidas por algunos Padres de la Iglesia, el demonio fue una criatura angélica que se convirtió en enemiga de Dios al no aceptar la dignidad concedida al hombre9. Entonces el diablo y sus seguidores fueron arrojados a la tierra, y desde entonces no cesan de tentar al hombre para que, pecando, se vea también privado de la gloria de Dios. En el Antiguo Testamento10 se presenta al Arcángel San Miguel como aquel que, de parte de Dios, defiende al pueblo elegido. La lucha constante contra el demonio, que intenta sacar partido de cada situación, y que «caracteriza la figura del Arcángel Miguel, es actual también hoy, porque el demonio está todavía vivo y operante en la tierra»11. Es más: «hay épocas en las que la existencia del mal entre los hombres se hace singularmente evidente en el mundo (...). Se tiene la impresión de que el hombre actual no quiere ver ese problema. Hace todo lo posible por eliminar de la conciencia general la existencia de esos dominadores de este mundo tenebroso, esos astutos ataques del diablo de los que habla la Carta a los Efesios. Con todo, hay épocas históricas en las que esa verdad de la revelación y de la fe cristiana, que tanto cuesta aceptar, se expresa con gran fuerza y se percibe casi palpable»12.
Esa actuación del diablo en la sociedad y en las personas, que a veces se expresa con gran fuerza y se percibe de forma casi palpable, ha llevado a la Iglesia a invocar a San Miguel como guardián en las adversidades y contra las asechanzas del demonio: Manda, Señor, en ayuda de tu pueblo al gran Arcángel Miguel, para que nos sintamos protegidos en nuestras luchas contra Satanás y sus ángeles13. Asechanzas reales y terribles, que tratan de aniquilar la vida de Cristo en las almas, si no contáramos con la gracia divina y la ayuda de los ángeles y de Nuestra Madre del Cielo.
La festividad de hoy nos recuerda, además, «que al comenzar la Creación, brotó esta primerísima adoración de la profundidad espiritual de los seres angélicos, sumergiéndose, con todo su ser, en la realidad del Quién como Dios: Miguel y sus ángeles (Apoc 12, 7). Al mismo tiempo, esta lectura del libro del Apocalipsis nos hace tomar conciencia de que a esta adoración, a esta primerísima afirmación de la majestad del Creador se contrapuso una negación. Frente a esa orientación llena de amor de Dios (¡quién como Dios!) estalló una plenitud de odio en rebelión contra Él»14, que todavía parece sentirse en el mundo de mil formas diversas. Cuando más se haga presente a nuestro alrededor esa falta de servicio amoroso a Dios y a los demás por Dios, nos recordará a nosotros los cristianos que hemos de amarle y servirle con todo nuestro ser, sin esperar nada a cambio. Serviam! Señor, te serviré, le diremos en la intimidad de nuestro corazón muchas veces, y haremos realidad esta oración en tantas ocasiones como se nos presentan a lo largo del día. Aprovechemos la fiesta de hoy para decir a Jesús: Jesús, no tengo otra ambición que la de servirte.
III. Cristo es el verdadero vencedor del pecado, del demonio y de la muerte. Y en Él vencemos siempre; nos presta frecuentemente su ayuda a través de los ángeles y de los santos. Ahora es el juicio de este mundo decía Jesús refiriéndose a los últimos acontecimientos de su vida aquí en la tierra, ahora el príncipe de este mundo va a ser arrojado fuera. Y Yo, cuando sea levantado en alto, atraeré a todos a Mí15. Y ante lo que cuentan los discípulos de que en Su nombre son sometidos los demonios, el Señor exclama: Veía Yo a Satanás caer del cielo como un rayo16.
Sin embargo, el triunfo de los cristianos sobre el demonio no tendrá lugar hasta el fin de los tiempos. Por eso, San Pedro, después de exhortar a los primeros cristianos a la más plena confianza en Dios Descargad en Él, les dice, todas vuestras preocupaciones, porque El cuida de vosotros, les llama vivamente la atención para que estén vigilantes: Sed sobrios y vigilad, pues vuestro adversario el diablo, como león rugiente, ronda buscando a quien devorar17. Y comenta San Cipriano: «Anda alrededor de cada uno de nosotros, como un enemigo que tiene sitiada una plaza y explora las murallas y examina si hay alguna parte débil y poco segura por donde penetrar»18. Quizá recordaba el Apóstol, mientras escribía estas recomendaciones, aquellas palabras del Maestro: Simón, Simón, he aquí que Satanás os ha reclamado para cribaros como el trigo. Pero Yo he rogado por ti para que no desfallezca tu fe...19.
El gran triunfo del demonio en nuestros días consiste quizá en que muchos, o lo han olvidado, o bien piensan que son creencias de otras épocas menos avanzadas culturalmente. No lo olvidemos nosotros, pues su acción misteriosa en la vida del mundo y de las personas es bien real y efectiva. Acudamos con frecuencia a San Miguel Arcángel. El Papa Juan Pablo II, en ese discurso que hemos citado, varias veces volvía a recitar, en nombre de toda la Iglesia, una antigua oración a este Santo Arcángel: Arcángel San Miguel, defiéndenos en la lucha, sé nuestro amparo contra la maldad y las asechanzas del demonio. Pedimos suplicantes que Dios lo mantenga bajo su imperio; y tú, Príncipe de la milicia celestial, arroja al infierno, con el poder divino, a Satanás y a los otros espíritus malvados que andan por el mundo tratando de perder a las almas. Amén20.

Fiesta de los arcángeles San Miguel, San Gabriel y San Rafael

El 29 de septiembre se celebra la fiesta de los tres Arcángeles que nombra la Sagrada Escritura. La palabra Arcángel proviene de dos palabras: Arc (“el principal”) y ángel, es decir, “principal entre los ángeles”.

Esta fiesta se ha celebrado con gran solemnidad a fines de septiembre, desde el siglo sexto por lo menos. El Martirologio Romano afirma que en la festividad se celebra la dedicación de una Basílica en honor de San Miguel, a unos 10 kilómetros al norte de Roma. En el oriente, donde antaño se tenía al arcángel como protector de los enfermos (actualmente se le considera como Capitán de las legiones celestiales y Patrón de los soldados), la veneración a San Miguel es todavía mas antigua.

Según la Escritura, los Ángeles son mensajeros de Dios, “poderosos ejecutores de sus órdenes, prontos a la voz de su palabra” (Sal 103,20), al servicio de su plan de salvación, “enviados para servir a los que deben heredar la salvación” (Heb 1,14).

SAN MIGUEL




Este nombre significa: “¿Quién como Dios? o “Nadie es como Dios”.

La Iglesia Católica ha tenido siempre una gran devoción al Arcángel San Miguel, especialmente para pedirle que nos libre de los ataques del demonio y de los espíritus infernales. Y él cuando lo invocamos llega a defendernos, con el gran poder que Dios le ha concedido. Muchos creen que él sea el jefe de los ejércitos celestiales.

ORACIÓN A SAN MIGUEL ARCÁNGEL

San Miguel arcángel, defiéndenos en la batalla: sé nuestra protección contra la malicia y las acechanzas del diablo. Reprímalo Dios, suplicamos humildemente: y tú, oh príncipe de la milicia celestial, arroja a los infiernos a Satanás y a los otros espíritus malignos que andan sueltos por el mundo, para causar la perdición de las almas.
Amén.


Prière à l'Archange MICHAËL pour couper tout lien qui nous attache et dont nous voulons nous défaire.

Archange MICKAËL je t'invoque maintenant.
Je te demande Saint Archange MICKAËL, 
de bien vouloir couper toutes les cordes négatives 
ainsi que toutes les cordes de la colère et la peur 
que j'aurais engendrées ; 
ou que d'autres ont engendrées à mon encontre 
et qui tarissent ma Lumière et mon énergie 
et m'empêchent d'avancer sur le chemin du Maître que Je Suis. 

Pour mon plus grand bien et le plus grand bien de tous libère nous. Je te demande qu'en lieu et place de toutes ces cordes négatives coupées 
soient versés Amour, Paix et Lumière.


Je te remercie , Je t'aime. Amen. (3 fois) ......



SAN GABRIEL

Su nombre significa: “Dios es mi protector”.

Al Arcángel San Gabriel se le confió la misión más alta que jamás se le haya confiado a criatura alguna: anunciar la encarnación del Hijo de Dios. Por eso se le venera mucho desde la antigüedad.

San Gabriel es el patrono de las comunicaciones y de los comunicadores, porque trajo al mundo la más bella noticia: que el Hijo de Dios se hacía hombre.

ORACIÓN A SAN GABRIEL

Dios Señor nuestro, imploramos tu clemencia para que habiendo conocido tu Encarnación por el anuncio del Arcángel San Gabriel, con el auxilio suyo consigamos también sus beneficios. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.





SAN RAFAEL

Su nombre significa: “Medicina de Dios”.

Fue el Arcángel enviado por Dios para quitarle la ceguera a Tobías y acompañar al hijo de éste en un larguísimo y peligroso viaje y conseguirle una santa esposa.

San Rafael es muy invocado para alejar enfermedades y lograr terminar felizmente los viajes.

ORACIÓN A SAN RAFAEL

Arcángel San Rafael, que dijiste: «Bendecid a Dios todos los días y proclamad sus beneficios. Practicad el bien y no tropezaréis en el mal. Buena es la oración con ayuno, y hacer limosna mejor que atesorar oro», te suplico me acompañes en todos mis caminos y me alcances gracias para seguir tus consejos. Amén.






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