domingo de cruxis


 de esos domingos cruxis en que pienso: hice todo mal como madre, en la vida, escritos, poemas, visuales, editora... Llueve y para mayor 'Presencia' , como no tengo Tierra, hace un buen rato quité el techo de casa.

¿Cómo funciono?

Funciono por inteligencia emocional, es la cualidad que sobresale en mis posicionamientos.  Escribo en estado de trance, luego de romper con deberes, tareas del diario y mi oposición a entrar en estado de Gracia. Con invasión absoluta de los sentidos por Dios. Traduzco, sin interpretar, todo viene del ES, desprovista de cuerpo, el mayor obstáculo consiste en no traicionar la sinceridad divina.

Busco lo eternal, el haz de luz de los ángeles dentro de mi espacio cuántico. La escritura vertical que viene de lo alto, su frecuencia de viaje entre tiempos.

Confieso, soy fetichista de Dios y su luz, el único remedio que me evita dolor. Bastante desesperada, el autismo Asperger, me impide llevar una vida corriente, tanto sufrimiento del cuerpo como mental, sin perder inteligencia, tritura mis huesos.

Adoro los milagros, Quasimodo doblada por la artrosis, con un ojo que pierde visión, vacilante en la marcha, entretenida en detalles. Dios posa pajarillos, brisa, ola, alguien pasa, baja los ojos, y ocurre el milagro, puedo caer, caigo y caigo en otro ser, adivino, caigo sin saber si puedo levantarme, así escribo.

Me desbloco cuando retomo el tecleo. La poesía en amor sagrado al divino. Limito mi trabajo, lo reposo, hacerlo mal es sacrilegio.

La palabra precisa, el color justo, y el dulce milhojas pasa a árbol.

Mi corazón asemeja a una pera seca, a diario trato de que ensanche, devolverle su forma original, rezo, el lenguaje de la oración aporta conocimiento, pero me cuesta demasiado entrar en Paz, la cólera, la ira entraban mi mejora, necesito de esa furia pues soy una guardiana cuántica, al servicio del arcángel Miguel, con quien pacté un amanecer cuando colocó en mi pecho su anillo dorado.

Todo es excesivo en mi día. Intenso. El libro se solidifica sin que salga del trance. Estoy en el futuro de la literatura, borrando mi propio lenguaje. No tengo dudas, mientras más blanco obtenga, mejor lo reescribe el Sr. Me he desterrado, he cedido lo que le pertenece al creador, soy su instrumento, mujer no social, liviana pluma caída por azar en estos lares.

Mientras no alcance la humildad evito escribir, cuando cedo, la recompensa es pasión, subo una montaña, subo, subo, toco el cielo.

Me molestan los poetas apagados, puede parecer pretencioso, pero es respeto. De ellos me alejo, los husmeo como el perro de Tarkovski. Durante años asumí acompañarlos, abrí sus ojos, compartí sus textos.  Fue en vano, tal naturaleza es doble y gasta. Terminan con gestos operáticos, frase e idea, no me sienten, no me adivinan, no entran en mis emociones.

Lamento ese tiempo que perdí en otros, regalaba trabajos y visiones y nada agradecieron, nada gratis tiene valor en la Tierra. La agresividad de los humanos es incalculable, cuando no enmarco en sus esperas, me asesinan. Y perdono, sabía de antemano que no tenemos la misma resonancia, por eso me he alejado de tanta comedia amistosa, del encierro ‘dame, te he dado’.

No quiero más finales equivocados, ni domingos crucis en que pienso que lo hice todo mal como madre, en la vida, escritos, poemas, visuales, editora...  Llueve y no siempre percibo su ‘Presencia’, no tengo Tierra, hace un buen rato quité el techo de casa y quiero contemplar mis pies, manos, extensiones del EP, casualmente me castiga por no aceptar sus regalos.

 Fuera contextos, visitantes de mi vulnerabilidad, amables enterradores, fuera, me encuentro.

Desde chica supe que moriría en el 2026, algo raro ha sucedido, un ángel asexuado y rubio llamado Michael, me susurra 2052, imposible, contesto, ‘con estos dolores’, pero sonríe.


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