Rara avis de la actual narrativa cubana, Mouche, novela de Margarita García Alonso, Por AMIR VALLE, en OtroLunes Revista Hispanoamericana de Cultura


 Rara avis de la actual narrativa cubana, Mouche,

Margarita García Alonso  

Por AMIR VALLE,  en  OtroLunes

Revista Hispanoamericana de Cultura




Hacía mucho tiempo no leía una novela tan original, tan rompedora, tan distinta. Una novela que, al tiempo que construye un complejísimo mundo de traumas humanos, atrapa al lector y lo va conduciendo por un singular mundo que me hacía recordar esos universos propios tan vivos que construyeron, por sólo citar dos casos antagónicos, los autores de Alicia en el país de las maravillas, el polémico Lewis Carroll o de El reino de este mundo, el gran Alejo Carpentier.

Hablo de Mouche, de Margarita García Alonso, publicada por Ediciones Exodus en Miami.

Lo primero que llamó mi atención es el particular uso del absurdo cotidiano para definir la psicología de su protagonista: Linsana Mouche, inmigrante ilegal, niña, sonidista, cantante, cuya obsesión es grabar sonidos, entender sonidos, singularizarse a través de ese mundo distinto… Se trata de un absurdo que vincula aspectos muy del día a día, los sueños, por ejemplo, las alucinaciones postraumáticas luego de un accidente, las muy selectivas miradas que esta muchacha lanza sobre esos otros que la rodean, llámense Hermes o Martín, Sabetodo De La Cuadra o Laumi… Es, y es lo que más importa, un absurdo que podemos experimentar todos, está ahí, lo vivimos, lo encontramos en cada paso que damos, pero solamente llegará a nosotros (como llega a Linsana) si decidimos ver nuestra realidad también con esas perspectivas. Un absurdo natural, nada forzado, que brota alrededor del personaje y, en muchas ocasiones, llega a definirlo.

Lo segundo es la capacidad de traslación, una especie de don de ubicuidad mediante el cual la protagonista logra revivir casi al mismo tiempo ante nuestros ojos diversos momentos del pasado y presente de ese conflicto existencial que ella va viviendo: salto de un ojo inquieto podríamos decir, con esa ligereza y esa agilidad expresiva que simula el aleteo de una mosca (porque Mouche es mosca en francés y ese apellido en la protagonista es un leitmotiv con el que la escritora juega en toda la novela)… sus amigos, su familia, momentos definitorios en su existencia, van a surgir a lo largo de la trama como pequeños manantiales  de sentido que nos ayudarán a responder o, al menos, a entender las preguntas que Linsana se va haciendo. Y esa capacidad de movimiento escénico, montado sobre las alas de ese particular absurdo del que hablábamos antes, y además enriquecido gracias a un virtuosismo narrativo que nos permite ver lo que vamos leyendo, imprime aún más distinción a esta novela.

El tercer aspecto es justo ese virtuosismo. Margarita García Alonso demuestra en esta obra que es una excelente poeta. Y es que el aliento poético de cada escena, las descripciones que hace Linsana de los escenarios que frecuenta, sus contradicciones humanas mostradas a través de ese lenguaje específico tan elegíaco que tiene el mundo del sonido van edificando capítulo a capítulo el corpus lírico que define la personalidad compleja, soñadora, rebelde,  de Linsana Mouche.

Complementan el mundo de esta novela, y de su peculiar protagonista, referencias sutiles y casi siempre volátiles a Cuba, alusiones a los traumas del exilio, insinuaciones sobre el complicado reto de comprender y fundirse en otras culturas, puntadas críticas a la deshumanización que envenena el espíritu de ciertas sociedades europeas… Pero lo que importa es la lucha del personaje porque se produzca esa caída de las máscaras, esa insistencia suicida en vivir ahogados en las convenciones sociales, esa doblez de la especie humana que ella observa curiosamente como una mosca posada en una repisa. 


Mouche, de Margarita García Alonso


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