15° domingo soleado en Normandie.

 


Pierre Auguste Renoir (1841-1919) - Cliffs on the coast near Pourville, 1879

POEMAS DE Frank Abel Dopico.

AQUÍ DESFALLECIÓ EL CORAZÓN DE UN CAUTIVO
"Es nuestra piel, su breve dinastía
cruza por la noche. En la piel del oído
estamos juntos por el viento,
en los altos balcones estamos juntos,
yo recordando las uvas de tu pelo
y el recuerdo devorando las uvas de tu pelo.
Las noches en que hablamos cosas sin sentido
y apagamos lámparas y nunca juntos fuimos contra un árbol
ni contra una pared ni contra el cielo,
a ninguno nos temblaba la piel
ni recogimos caracoles en los ojos del otro.
Jamás vino la palabra, la palabra puma, tigre, rosa de los vientos,
la palabra mordisco, cascabel, sexo, naranja,
jamás nació un violín en el oído ajeno.
Tú quedabas en tu pulpa, en la sustancia verde de los amaneceres,
el corazón como un otoño limpio oía caer las hojas de otro otoño,
y quedabas trémula, luego perdías el color, el olor, el nombre,
te quedabas en la hoja incolora
que los barredores del otoño acumulan en ciertas almas grises.
Yo te oía gotear en el silencio, caminarte a ti misma
con un fósforo encendido,
entrar en los pueblos callados donde la neblina gobierna
a las palomas
y los hombres son aprendices de los hombres,
trapecistas de un mundo que se inicia.
Yo escuché a tu reloj decir que era tu piel,
allá lejos, donde la espuma del invierno se muere sobre el muro
y los ciervos del tiempo beben espuma muerta para fecundar
el hambre de las ciervas.
Yo escuché a la luz decir que era tu vientre,
me saltaba la luz entre las manos,
la luz aullaba y era entonces que la luna salía de la Tierra
como una semilla lanzada a qué Universo;
yo te sabía nerviosa, te sabía Margarita Gautier
y rompía las páginas del libro
para después hacerlo con tiros de memoria
con la luz que da en el charco una ventana abierta,
un vientre luminoso reflejándose a lo largo de los ríos
y la palabra puma, tigre, rosa de los vientos,
la palabra mordisco, cascabel, sexo, naranja,
la palabra perdiéndose en un extraño oído
a la deriva de lo que somos y olvidamos..."
O´CLOCK
Hombres que nada hacéis a las doce de la noche:
mirad qué largo puente nacarado les cruza por encima,
oíd los gritos celestiales del naranjo,
esta es la noche donde nada perderán si apuestan su sangre
a un caracol.
Salid a pensar: es de día en el pelo de las novias,
abrid ventanas y cededle el paso a la selva que ocultáis.
El agua en persona hace el rito de parecerse a tu desnudo,
no le neguéis que es buena y adulta, jamás negarle su caballo
estaño.
Hombre: sabed que ahora los monos se asoman con envidia
a la ciudad.
DIOS MOJADO.
con Mirko Lauer.
Cada vez que tendemos a bajar al jardín perdidamente hijos,
más que hijos, extraviados
y la caricatura del dios mojada en la camisa
y el diablo del regreso por el trébol, ante la verja,
ante el hombre de ayer, el de hasta cuando,
y el diablo del que llega con abejas al seco mediodía
zumbando la canción que espumarea entre las cejas
de la madre.
La canción: aseméjate a un barco, timba y vuela,
aseméjate al sol que hace venados. Venado, sáltame y di
que soy peor que tu lenguaje...
Y la canción no sirve, ya no la ves clásicamente niña.
.Cuando bajamos al jardín a escondidas de nosotros mismos,
sin provisiones para no quedarnos sujetos al caballo de madera
–quizás por una rama-
y vemos qué limpio se ha guardado, qué dibujos tan dóciles
sostienen a las hierbas
y vemos que uno es una mancha, que hemos pisado la cola
de alguna canción distraída que toma sueño en las hojas,
en el aire duende, mi amigo el duende.
La canción: yo soy el dueño del gato,
dueño absoluto de la luz que como un naipe adivina las piedras...
y la canción no sirve, ya no la ves clásicamente niña.
Qué trueno baja entonces, qué relámpago se nos desprende y grita:
antes hacías la guerra como ahora el amor,
jugabas a ser rey, eras el dueño del gato, eras el dueño.
Uno sale extraviado, cierra la verja y esconde los tesoros.
Uno ya no es la mancha, es un golpe azul contra la calle.
Escucha la nueva canción, la canción que viene de las chimeneas,
de los tejados, de los vidrios.
When I close my ayes
only for a moment and the moment´s gone...y la canción no sirve,
ya no la ves clásicamente niña.
LA BOTELLA EN EL MAR (Mensaje).
Escucha: es por la flauta del encantador que esas cortinas
se humedecen de pájaros.
Es para que el árbol vuele.
Es por la flauta del encantador que los pájaros buscan
en el aire su árbol invisible.
Es que el tesoro asoma la cabeza y en algún sitio un muerto
se desmaya.
En cualquier tejado la serpiente hipnotiza al cielo.
Sí, la muchacha escapa desnuda en una alfombra.
Es por la flauta del encantador.
Por eso los novios se besan, amarillos.
La luz con su danza rubia. Y los novios.
Alguien trota y se despierta en la ventana.
Alguien ha descubierto que a los novios les silba una mano,
que les estalla una ciudad entre las sombras.
Es por la flauta del encantador.
Quién trae el aviso que los peces salen a escuchar,
a pedir alguna noticia del trueno, pez castigado.
Quién sueña en la montaña completamente roto
y ve a la muchacha de la alfombra y disminuida, temblando.
Detrás de la cerca un animal cuenta la lluvia.
Ahí viene el sonido como un dueño y la luz saca su rubio corazón.
Los novios sin saberlo cantan, las piedras sin saberlo sueñan.
Escucha: es por la flauta del encantador.
Por ella las nubes dan un paso abajo
y la serpiente las mira hipnotizada.
Es el aletear de un niño que ha cazado un pichón.
Es el silencio doble.
Es por la flauta del encantador. Es porque la flauta traduce
os espejos.
Escucha: los novios se han quitado la ropa, qué descuido,
quién los va a perdonar.


El Buen Pastor, hacia 1660, óleo sobre lienzo, 123 x 101 cm, Madrid, Museo del Prado. Bartolomé Esteban Murillo.




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