La ejecución de Stenka Razin, Yevgeny Yevtuchenko

 


La ejecución de Stenka Razin, 
Yevgeny Yevtuchenko

 

En Moscú, en la blanca y amurallada ciudad,
un ladrón calle abajo arranca con un pan de centeno.
No tiene miedo de ser linchado.
No hay tiempo para panes…
                                  ¡Es que ya traen a Stenka Razin!
El Zar está bebiendo vino dulce de malvazia,
ante un espejo suizo
                                 se aprieta una espinilla en la cara,
y se pone el anillo real de esmeraldas
y en  la plaza…
                                ¡Ya traen a Stenka Razin!
Como un pequeño barril
                                       que sigue a un barril más grande
un bebé corre hacia su madre
mascando un dulce con sus dientes de leche.
¡Hoy día es feriado!
                                  ¡Es que ya traen a Stenka Razin!
Un comerciante entra a empujones
                                             echando flatulencias con olor a arvejas.
Dos bufones irrumpen apurados galopando como caballos.
Borrachos pícaros llegan tambaleándose
                                   ¡Ya traen a Stenka Razin!
Unos viejos, cubiertos de costras por todo el cuerpo,
                                                        casi muertos,
llevando gruesos cordeles amarrados a sus cuellos
murmuran algo,
                           y caminan casi arrastrándose…
                                     ¡Ya traen a Stenka Razin!
Y también muchachas bien despabiladas
saltando un poco ebrias de sus camas
embadurnadas con  pedazos de pepinillos en sus caras
entran trotando
                        con una picazón en sus muslos
¡Ya traen a Stenka Razin!
 Y con gritos de las esposas de la Guardia Real
escupiendo para todos los lados
en una destartalada carreta
él
   como si estuviera arriba de un barco
               aparece en camisa blanca.
Viene en silencio,
                            cubierto con los escupitajos de la muchedumbre,
que él no se limpia ni le preocupa,
sólo sonríe con sarcasmo
y se ríe de sí mismo:
“ ¡Stenka, Stenka,
                       tú eres como una rama
que ha perdido todas sus hojas!
¡Y querías entrar a Moscú!
Y pues ahora tú estás entrando a Moscú …
Pues muy bien entonces,
                         ¡escúpanlo
                             ¡escúpanlo!
                                ¡escúpanlo!
Es una farándula  gratis después de todo.
Buenas gente,
                       ustedes siempre escupen
a esos
                quienes les desean el bien.
El escribano del Zar me golpea deliberadamente entre sus dientes,
repitiendo,
                  implacablemente:
“Decidiste lanzarte contra el pueblo, ¿no es así?
¡Tú sabrás ahora contra quienes lo hiciste!”
Me contuve pero sin bajar mis ojos.
Escupí mi respuesta con mi propia sangre:

“¡Contra los dueños de la tierra,
                                               es cierto!
¡Contra el pueblo,
                              nunca!
No reniego de mí mismo,
¡He elegido mi propio destino!
Ante ustedes,
                    el pueblo, me arrepiento
pero no por lo que el escribano del Zar desea.
Es  mi cabeza la culpable.
Ya lo veo,
               y me he sentenciado  a mí mismo.
Estuve siempre a medio camino
                           contra las cosas
cuando realmente debí haber llegado hasta el final.
He pecado en esto,
                           porque en un mundo guiado por el demonio
yo fui un gran estúpido.
Soy un pecador
                        porque siendo un enemigo de la esclavitud
fui realmente un esclavo de mí mismo,
He sido un pecador
                           al querer levantarme en rebelión
para tener un mejor Zar.
¡No hay Zares nobles!
                              ¡fuiste un loco
Stenka!
              ¡tú ahora  morirás  por nada! ”
Pero sobre los hocicos,
                             las caras de cerdos de la gente
                                   las sucias cajas
de los recolectores de impuestos
                       y los cambiadores de dinero,
como una luz a través de la neblina,
Stenka
           vio
                 los rostros.
Vale la pena verlos sin una lágrima en sus ojos,
estar sobre el patíbulo al lado de la horca,
porque más pronto que tarde
los rostros
crecerán amenazantes
 en la propia cara de los rostros anónimos…
Y tranquilamente
              (por cierto que él no había vivido en vano)
Stenka dejó caer su cabeza doblada
y su mejilla cayó hacia el hueco cortado de su cuello
y desde la parte de atrás de su cabeza ordenaron:
                                           “cortar, el hacha…”
La cabeza comenzó a rodar,
                                           ardiendo en su propia sangre,
y con una voz ronca la cabeza habló:
                                          “no muero en vano…”
Desde el ensangrentado lugar de ejecución,
allí,
      donde estaban los pobres,
la cabeza lanzó una mirada
                      como hacia unas anónimas cartas…
Espantado,
                  el pobre sacerdote que temblaba corrió sobre la cabeza
deseando cerrar los ojos de Stenka.
Furiosos,
                    parecidos a la reacción de una bestia salvaje
sus ayudantes la apartaban de su manos.
La cabeza del Zar
                               temblaba al ver esos ojos diabólicos,
el capitán de Vladimir Monomakh comenzó a estremecerse
y cruelmente,
                     regocijándose de su triunfo,
la cabeza de Stenka
                          explotó en carcajadas
                                                        sobre la cabeza del Zar!


Stenka Razin (1630-1671) fue un líder cosaco que organizó una rebelión en el sur de Rusia contra la nobleza y la burocracia del Zar Aleksey Mikhailovich. Fue apresado y ahorcado en la Plaza Roja de Moscú en 1671. El compositor ruso Dmitri Shostakovich compuso un poema sinfónico basado en este poema de Yevtushenko y con el mismo título: “La ejecución de Stenka Razin”

 

(1964)

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