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El Papa 'exilia' a Georg Gänswein

 


El Papa 'exilia' a Georg Gänswein, lo aparta de la Curia  y lo envía a 10.000 kilómetros del Vaticano, a la nunciatura de Costa Rica. “Benedicto me dijo: parece que Francisco ya no se fía de mí”, señalaba el arzobispo en 'Nada más que la verdad. Mi vida junto a Benedicto XVI'.

Con esta decisión, el Papa elimina cualquier tipo de influencia, mediática como institucional, de Gänswein en la vida cotidiana de la Curia vaticana, en un momento en que el secretario del Papa emérito –y todavía, al menos oficialmente, prefecto de la Casa Pontificia– se había convertido en adalid de los opositores a Francisco, y en la voz del fallecido Benedicto XVI. Así lo demostró con la publicación, pocas semanas después de la muerte de Ratzinger, de unas polémicas memorias (en España las publicará la editorial Desclée) en las que denunciaba un enfrentamiento soterrado entre el modelo de Iglesia de Francisco y el defendido por el Papa emérito. “Benedicto me dijo: parece que Francisco ya no se fía de mí”, señalaba el arzobispo en 'Nada más que la verdad. Mi vida junto a Benedicto XVI'.

La de Costa Rica es considerada en ambientes diplomáticos como “nunciatura de descanso”, pues el país centroamericano tiene a la Iglesia católica como religión oficial del Estado, según el artículo 75 de la Constitución. Un destino tranquilo en lo político, y con un nuncio, Bruno Musaro, que está a punto de cumplir los 75 años y ya ha solicitado su retiro.

La Iglesia costarricense está muy vinculada a España, pues la primera diócesis fue erigida (junto a la de Nicaragua) en 1531, dependiente de la Corona de Castilla, hasta que en 1850 se creó la Provincia eclesiástica de Costa Rica. En lo eclesiástico, sin embargo, la Iglesia del país se encuentra azotada por los escándalos sexuales. Así, el pasado mes de agosto, los tribunales condenaron a la Conferencia Episcopal de Costa Rica y al arzobispo de San José, José Rafael Quirós, a indemnizar con 100.000 dólares a Carlos Alberto Muñoz, una víctima de abusos sexuales por parte del sacerdote Mauricio Víquez, a quien la jerarquía eclesiástica encubrió. Los hechos se produjeron en 2003, y Víquez no fue expulsado de la Iglesia hasta 2019. 

Mientras se confirma su destino, Gänswein ya se ha marchado del monasterio Mater Eclesiae, donde residía con el Papa emérito, a un apartamento de 300 metros cuadrados muy cercano a Casa Santa Marta, y cuyo alquiler quedará sin pagar con su salida de Roma. Al tiempo, el albacea de Ratzinger trata de cerrar los capítulos referidos a la herencia del pontífice fallecido, y este domingo desveló haber encontrado a cinco primos de Benedicto XVI, a los que habrá de escribir para ver si aceptan o no los fondos que pueda tener éste en su cuenta del Banco Vaticano. El resto de sus bienes han sido cedidos al Vaticano o a la Fundación Joseph Ratzinger.

Los sucesores del emérito también tendrían que asumir las posibles consecuencias jurídicas de un juicio por encubrimiento de abusos que finalmente no se llevará a cabo. Y es que, póstumamente, a Benedicto XVI se le ha archivado la causa por encubrimiento abierta por la fiscalía de Múnich, al considerar que las investigaciones no revelaron “sospechas suficientes de actuación delictiva” por parte de Ratzinger. Y que, de haberlas, “habrían prescrito”.

El fiscal jefe Hans Kornprobst subrayó que las investigaciones no revelaron “sospechas suficientes de actuación delictiva por parte de los responsables de personal” al referirse en concreto a Joseph Ratzinger, arzobispo de Múnich y Freising entre 1977 y 1982, su sucesor, el cardenal Friedrich Wetter, y el entonces vicario general, Gerhard Gruber, informa Efe. Como se recordará, durante aquellos años Ratzinger aceptó entre su clero a un sacerdote, Peter H., acusado de abusos sexuales, algo que el propio emérito reconoció, sin terminar de aclarar cuál fue su actuación en esta polémica. Algo que tampoco dilucidará la Justicia alemana.

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