incorrecto
Por Gonzalo
Naranjo
En
'Históricamente incorrecto', Jean Sévillia muestra como la corrección política
ha sido aplicada a la historia a través de la interpretación ideológica y
política del pasado (Cruzadas, Inquisición, mito de Al-Andalus…). Comparto uno
de sus análisis sobre la Ilustración.
Tocamos aquí, una vez más, un campo en el que a algunos historiadores no les gusta extenderse. La teología clásica afirma sin ambigüedad la unidad de la humanidad. En la 'Política sacada de las Sagradas Escrituras', Bossuet dice que «Dios ha establecido la fraternidad de los hombres haciéndoles nacer a todos de uno solo, por lo que su padre es común». El obispo de Meaux concreta: «Ningún hombre es ajeno a otro hombre». Los filósofos, alimentados por un espíritu científico y considerando la teoría de la primera pareja como una fábula, insisten en la división de la humanidad en especies (una palabra del vocabulario biológico), dicho de otra manera, en razas. «¿Cómo es posible que Adán, que era pelirrojo y tenía pelo», se pregunta Voltaire, «sea el padre de los negros, que son oscuros como la tinta y tienen lana negra en la cabeza?». Costumbres y moralidad proceden, pues, de los caracteres raciales, unidos al aspecto físico, al color de la piel. Voltaire afirma que «sólo un ciego puede dudar que los blancos, los negros, los albinos, los hotentotes, los lapones, los chinos, los americanos no sean razas enteramente diferentes» (Ensayo sobre las costumbres y el espíritu de las naciones, 1756). E insiste: «Los albinos están por debajo de los negros en cuanto a la fuerza del cuerpo y al entendimiento, y la naturaleza quizá los haya colocado después de los negros y los hotentotes por encima de los simios, como uno de los grados que descienden del hombre al animal». Conclusión (siempre extraída del Ensayo sobre las costumbres y el espíritu de las naciones): «La raza de los negros es una especie de hombres diferente a la nuestra». «Si nos alejamos del ecuador hacia el polo antártico —asegura el término "negro" de la Enciclopedia—, el negro se aclara, pero la fealdad permanece». Los hotentotes tienen «algo de la suciedad y de la estupidez de los animales que guían», acusa Raynal (Historia filosófica y política de los establecimientos y del comercio de los europeos en las Indias, 1774). Aquí tenemos un aspecto de la Ilustración que hoy es cuidadosamente ocultado: el racismo.
Negando la
existencia del alma, el materialismo conlleva la negación de la naturaleza
humana. «Estamos», comenta Jean de Viguerie, «ante un sistema diferencialista y
desigualitario. La unidad del género humano ya no tiene ninguna realidad». Esta
visión procede de una antropología pesimista. La literatura de la época explica
Xavier Martin, considera al buen salvaje estilo Rousseau como un ser primitivo,
de cociente intelectual y afectivo limitado, cuya única aspiración es el goce y
el placer.
Montesquieu declara la esclavitud «contra
natura», pero, apoyándose en su teoría de los climas, añade: «Aunque en ciertos
países esté fundada en una razón natural». El hecho de que el autor de 'El
espíritu de las leyes' parezca aprobar el trabajo servil en las Antillas,justificando
la servidumbre de los negros en estos términos: «Los hombres negros nacidos
vigorosos y acostumbrados a una comida basta, encuentran en América una
benignidad que hace la vida animal mucho mejor que en sus países». Así pues,
con ciertos pensadores de la Ilustración, el materialismo y el utilitarismo se
aúnan con el racismo para justificar la esclavitud. En 1775, un magistrado, el
presidente Dugas, presenta a la academia de Lyon una comunicación titulada
'Memoria' donde se examina si no sería ventajoso volver al uso de la esclavitud
entre nosotros. Ahí desarrolla la idea de que, no estando remunerados los
esclavos, los trabajos públicos y la agricultura sacarían un gran beneficio de
esta medida. El italiano Beccaria, festejado en toda la Europa de la
Ilustración, comentado por Voltaire y Diderot, es considerado un apóstol del
progreso porque, en su tratado De los delitos y de las penas (1764), condena la
tortura y propone la supresión de la pena de muerte. Ahora bien, cuando la
tortura es suprimida por Luis XVI en 1780, ya no se utilizaba: en lo que
respecta al Parlamento de Rennes, de 1750 a 1780, de 6.000 acusados, 11 fueron
sometidos a tormento. Pero se olvida demasiado a menudo que el maravilloso
Beccaria sugería sustituir la pena capital por otra pena. Y ésta era la
esclavitud…
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«Los filósofos comprometidos en la vida pública con intención de ilustrar al pueblo y asegurar la felicidad del mayor número de hombres...».
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