FALLECE EL ESCRITOR,DISEÑADOR TEATRAL Y ARTISTA PLASTICO matancero Rolando Estévez.

 


Rolando Estévez GRACIAS. 19-12-1969-17-01-2023 

El teatro, la literatura, las artes plásticas, la danza, la música, las Artes todas están de luto hoy en Cuba.
Y yo, que crecí teniéndote (junto a aquel grupo de "locos" de La Casa del Té, las primeras Ediciones Vigía, el Mirón, Papalote y la bohemia matancera de parques y riberas de los primeros ochenta), como referente de lo que soñaba para mí.
Es un dolor inmenso, pero se que Leticia te estará recibiendo con una botella para reír y excentrificar por toda la eternidad.
Mariela Brito



FALLECIÓ EL POETA Y ARTISTA MATANCERO
ROLANDO ESTÉVEZ JORDÁN
Por María Elena Bayón Mayor
El poeta Rolando Estévez Jordán, Premio Nacional de Diseño de Libros, falleció en la noche del 17 de enero de 2023, en la tierra que tanto amó, víctima de una penosa enfermedad. Su cuerpo será velado en la funeraria principal de la ciudad de Matanzas y el sepelio ocurrirá a las 2 de la tarde en el cementerio San Carlos Borromeo, de la urbe yumurina.
A Rolando Estévez Jordán, escritor de poemas y crónicas, pintor de libros, cuadros y murales, actor, diseñador de obras de teatro, editor y promotor cultural; a Estévez, hombre culto y dadivoso, dador de afectos, apasionado, combativo, dedica Cuba y la ciudad donde vivió una provechosa existencia de casi siete décadas, su más sentido homenaje en el momento de su partida, como insigne personalidad del arte cubano.
Este querido escritor, teatrista, artista visual, y director de ediciones El Fortín, nació el primero de diciembre de 1953. De inolvidable trascendencia fue su actuar artístico como fundador de ediciones Vigía y autor de una veintena de poemarios, entre los cuales destacan El dios tardío, colección Arte y Literatura, La Habana, 1989 y Oráculo en bandeja de aluminio, ediciones Matanzas, 2020.
Su obra plástica. sobresalió por su pasión y belleza,
Óleos suyos se exhiben en Estados Unidos, México, España, Francia, Canadá y otros países. Realizó ilustraciones de cubierta y diseño. Pintó para libros de autores cubanos y norteamericanos publicados aquí y en el exterior. Fue profesor de honor en la Universidad de Michigan y en la Asociación de Artesanos y Artistas, en su ciudad natal.
Recibió numerosos reconocimientos, entre los que destacan la Distinción Por la Cultura Nacional, las medallas Amicus Polonial, Raúl Gómez García y de Vanguardia Nacional del Sindicato de la Cultura, el Diploma Artista de Mérito otorgado por la Dirección nacional de la ACAA y el Ministerio de Cultura, la distinción El Quinqué de Vigía, el Premio Brene y el Sello Aniversario 60 de la UNEAC.
Lamentamos tan dolorosa pérdida para la cultura nacional y ofrecemos nuestras condolencias a su hija Lucre, a Samuel, a Miriam, junto a familiares y amigos.



Es como si se hubiese caîdo un puente de #Matanzas.


SELECCIÓN DE POEMAS DEL CUADERNO "LA VENA ROTA"
19-12-1969
Una fecha pasada no es camino.
La fecha por venir no es un lugar
frío ni caliente.
Una fecha es tan solo
el pájaro de tinta, negro,
debajo de tu piel.
Cicatriz que no duele
ni vuela.
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Papeles de febrero
No son un puente
porque un puente es de hierro y hormigón
y siempre sobrevive al que lo cruza.
No son severos como el puente de Tirry,
no vuelan como los express-ways.
No son mi silla,
no pueden amordazarme frente a la mesa,
frente al mar
para que cumpla tantos años de prisión.
No son el aéreo camino de ida y vuelta.
No son el camino firme porque no dan sombra,
no dan piedra,
no conducen.
Quizás estén previstos para el envoltorio
de un secreto animal que me trasciende.
Tercos, como el éter en la pantalla
se disuelven en la que bebo y orino.
Agua al fin son inasibles
hasta que tropiezan con la harina, con la sangre
y se empegotan en los dedos
y en las cartas noches del mes.
Pulpa sobria. Alimento.
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El muro
Yo soy un hombre más,
un hombre en dos partido por un muro.
En la parte de mi que soy mi madre
vaga una desconciencia color rosa,
unos guantes muy tibios
para agarrar con pinzas las vísceras sobrantes.
En esa misma parte soy mi padre
llevando el pan a casa,
rugiendo entre las jarcias con toda desmedida.
Blasfemando y muriendo y hasta resucitando.
Y en esa misma parte soy mi hermana,
y canto dulcemente una canción de otoño
con mi traje de niña: violeta, perfumado,
todo de cristalitos.
En la parte de mi que soy yo mismo
ellos vuelven a estar. Los acompaño.
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Casa de mi hermana, 1998
En Orlando, los pintores se van a Disney World
a retocar la sangre en el pecho herido del pato.
Los poetas se van a Disney World
a escribir otros versos que en otro idioma
inmortalicen al pato.
Las camareras de los restaurantes de Disney
lloran sobre las bandejas las hazañas noveladas del pato.
El viento del norte levanta sobre el mantel
un muñeco de nieve que abre sus alas
y ladea la cabeza tristemente, como el pato Donald.
Sobre una cartulina roja comprada en Peral,
junto a las aguas dulces de la piscina
pinto un ángel con la boca morada.
Y en el fondo
pinto a Matanzas
confusa entre el vaivén de la república
y la dignidad del socialismo.
Pinto la torre de su catedral
por donde no sale volando una lechuza
sino una bandada silenciosa que atraviesa el cielo.
Una bandada de emigrantes grises:
a contraluz,
patos de la Florida que regresan.
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Pensando en mi amiga Ruth Behar
Estoy pensando que la ciudad, el país, el mundo todo,,
caben en la maleta del viajero.
Yo llegué a los andenes
los puertos y aeropuertos
con mi maleta hecha.
He dejado salir el tren
zarpar el barco
despejar el avión.
En aquellos lugares soy reconocido
como el viajero sin nervios
“ que se alza el cuello del abrigo”
para no partir,
para no esperar a nadie.
Rolando Estévez


Poemas de Rolando Estévez, del libro: Mar mediante. Ediciones Vigía. Colección del San Juan. Abril, 2007.
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Fui llevado a un cine de barrio mientras mi madre hacía la maleta
Sobre la cama desvestida abre mi madre una maleta.
Es piel de imitación, hebillas plateadas
que la marisma de ambas costas al fin oxidará.
Es un asa de plástico o de plomo
donde la huella de sus yemas reposará intocada. Sobre la cama desvestida. Mi madre. Una maleta.
Una tarde cualquiera. Como cualquier calle se llama
Buenavista o Capricho.
Una tarde, como un lugar cualquiera,
es mejor o peor. Abre mi madre una maleta.
Coloca adentro la ropa de mi hermana,
la ropa de mi padre.
Para ella, tan sólo dos vestidos
última moda en Cuba
pero anticuados en Miami o París.
Lo demás fue burbujas.
Humo de cirios.
Aire de grasa fundado en la cocina.
Perfume de jabón huyendo de la ducha.
Silencio familiar junto a una tumba desyerbada,
y el ruido de un serrucho
que troza el madero destinado a clausurar la puerta.
Desde lo alto de la torre
donde los Doce Apóstoles marcan la hora en Praga
veo a mi madre haciendo su maleta. Desde el Zócalo mexicano
que en cada anochecer recoge la bandera
veo a mi madre haciendo su maleta.
Desde los rascacielos newyorkinos
balanceándose como pudorosos borrachos
veo a mi madre haciendo su maleta. Desde el Berlín que cada díasigue volteando las piedras de su muro
veo a mi madre
ansiosa
haciendo su maleta. Y una maleta nunca perdona los olvidos:
el hilo con su aguja,
el espejo pequeñísimo,
la foto enmarcada de perdón. Una maleta anuncia los lugares dejados.
O anuncia los lugares que vendrán con sus nombres;
sitios heridos en el mapa de la palma derecha de su mano.
Los lugares se llaman:
Camarioca
El laguito
Puente aéreo
Pasaporte
Deshielo.
Se llaman:
Monney Orden
Refugio
Residencia
Candela. Desde un cine de barrio
oscuro como la boca de un perro de pelea
veo a mi madre
aterrada
haciendo su maleta. Una tarde, como un lugar cualquiera,
es mejor o es peor. Y si alguien lo decide
la tarde y su destino te mueven como ficha,
te imponen su paseo:
Cine Abril
Sarita Montiel
El último couplet
año sesentainueve. Y el perro de pelea apretó sus quijadas,
y yo, con los ojos clavados en la pantalla enorme
veo a mi madre tranquila sentada en su maleta.
Ella no avanza hacia ninguna escalerilla.
Ella no muestra a nadie sus papeles de viaje.
Quien gira alrededor de su cuerpo es el mundo,
-plano y circular, alzado sobre cuatro elefantes-
gira vertiginosamente
y ella sentada
sola
ve pasar en silencio los días con sus noches
y ve pasar:
fábricas
hospitales
jardines de papel
campos de concentración
playas desiertas
desvanecidas torres
desconocidos rostros
camionetas
encajes inconclusos.
No se detiene el disco. Mi madre no parece tener náuseas,
ni ataques de risa ni de llanto.
Ha caído en un trance profundo
parecido a la muerte.
Un trance infinito de disco que gira y mujer sentada sobre su maleta.
Mujer ni triste ni feliz.
Sólo mujer sentada sobre su maleta.
Mujer, Hija, Madre
que nunca ha sabido que la observo
desde la butaca dura de mi cine de barrio
y lloro aún con todas las lágrimas
que a ella no le fueron concedidas
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La silla
El aquí y el allá
-como el norte y el sur-
son estaciones.
Pasan y vuelven
con el mismo rumor
de los caracoles sobre el paño. Para mi madr
que no vive en los nortes ni en los sures
sino en la relativa tibieza de la hoja seca o el jazmín,
la nieve bocabajo en una taza
y el golpe de abanico contra el pecho;
el aquí y el allá se contaminan.
Con sus estacionarios atributos
se construyó una silla. No una silla perfecta, vendible y confortable.
No la silla de Lam gritando desde el monte
y exhibiendo un florero.
No una silla en su casa ni en los viejos andenes.
No en plena constelación de multitud.
No una silla sentada en soledad
sino
una silla en la mar equidistante de las costas,
como una isla breve, nova;
tierrita donde la luz del día y de la noche
cae resumida en la tristeza de un solo rayo tenue. No es una silla brújula.
No es una silla barco.
No va su silla al norte ni va al sur.
No va. En su silla sentada en pleno mar
está
-como una venus primitiva
tallada en la roca del crepúsculo.
Y se desbordan del asiento sus caderas,
sus hombros de sal se pegan al respaldo
y como otra cascada de olas
los senos enormes, redondos, le caen sobre los muslos
y
amamantan los peces y los náufragos.
En su silla está sola. No deriva.
no navega. Mi madre equidistante de las costas.

ay, Mirita querida, qué tiempo tan duro, dîa a dîa espantando a la muerte y ella apretando tu corazôn, el de los cercanos, mucha desolaciôn de estar tan lejos y saber que aûn asî Estévez dedicaba tiempo para llevarme a Matanzas, en saber qué hiciste y aquello y lo otro, como en viejos y eternos tiempos. Ahora, junto a Milanés, pasearà por el puente plateado con su sonrisa tierna, otras irônico, , siempre noble, un ser vivo, de luz, asî hemos de pensarle, que su Gracia nos consuele, cuidate, cuida a los otros, se ha ido un chiquillo, y sabes que los niños y los locos nunca nos vamos, solo nos escondemos. Ya hablamos, ahora contigo, con ustedes en el dolor. Abrazo inmenso.

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