LE HAVRE 12° LLUVIA SOSTENIDA

 

Günter Thiele- Regenbild.

El arca

Wislawa Szymborska

Empieza una lluvia prolongada.
¡Al arca!, porque ¿dónde, si no, se van a meter?:
poemas para una sola voz,
éxtasis privados,
innecesarios talentos,
curiosidad superflua,
tristezas y temores de corto alcance,
ganas de ver las cosas desde seis lados.
Los ríos crecen y se desbordan.
¡Al arca!: claroscuros y semitonos,
caprichos, ornamentos y detalles,
excepciones tontas,
signos olvidados,
innumerables variedades del gris,
juego para el juego,
y lágrimas de la sonrisa.
Hasta donde alcanza la vista, todo es agua y un horizonte borroso.
¡Al arca!: proyectos para un futuro lejano,
alegría de las diferencias,
admiración de los mejores,
elección no reducida a uno de los dos,
anticuados escrúpulos,
tiempo para pensarlo
y fe en que todo esto
pueda un día aún ser útil.
En consideración a los niños
que seguimos siendo,
los cuentos de hadas terminan bien.
Aquí tampoco puede haber ningún otro final.
Cesará la lluvia,
bajarán las olas,
sobre el despejado cielo
se descorrerán las nubes
y serán de nuevo
como deben ser las nubes sobre todo el mundo:
elevadas y frívolas,
semejantes
a felices islas,
borreguitos,
coliflores,
y pañales
secándose al sol.

 

 

Llueve en silencio, que esta lluvia…

Fernando Pessoa

Llueve en silencio, que esta lluvia es muda
y no hace ruido sino con sosiego.
El cielo duerme. Cuando el alma es viuda
de algo que ignora, el sentimiento es ciego.
Llueve. De mí (de este que soy) reniego…

Tan dulce es esta lluvia de escuchar
(no parece de nubes) que parece
que no es lluvia, mas sólo un susurrar
que a sí mismo se olvida cuando crece.
Llueve. Nada apetece…

No pasa el viento, cielo no hay que sienta.
Llueve lejana e indistintamente,
como una cosa cierta que nos mienta,
como un deseo grande que nos miente.
Llueve. Nada en mí siente…

Desayuno

Jacques Prévert

Echó el café
En la taza
Echó leche
En la taza de café
Echó azúcar
En el café con leche
Con la cucharilla
Lo removió
Bebió el café con leche
Dejó la taza
Sin hablarme
Encendió
Un cigarrillo
Hizo aros
Con el humo
Echó la ceniza
En el cenicero
Sin hablarme
Sin mirarme
Se levantó
Se puso
El sombrero
Se puso
La capa de lluvia
Porque llovía
Y se fue
Bajo la lluvia
Sin una palabra
Sin mirarme
Y yo tomé
Mi rostro entre las manos
Y lloré









Lectura del santo evangelio según san Lucas (11,47-54):

En aquel tiempo, dijo el Señor: «¡Ay de vosotros, que edificáis mausoleos a los profetas, después que vuestros padres los mataron! Así sois testigos de lo que hicieron vuestros padres, y lo aprobáis; porque ellos los mataron, y vosotros les edificáis sepulcros. Por algo dijo la sabiduría de Dios: "Les enviaré profetas y apóstoles; a algunos los perseguirán y matarán"; y así, a esta generación se le pedirá cuenta de la sangre de los profetas derramada desde la creación del mundo; desde la sangre de Abel hasta la de Zacarías, que pereció entre el altar y el santuario. Sí, os lo repito: se le pedirá cuenta a esta generación. ¡Ay de vosotros, maestros de la Ley, que os habéis quedado con la llave del saber; vosotros, que no habéis entrado y habéis cerrado el paso a los que intentaban entrar!»
Al salir de allí, los escribas y fariseos empezaron a acosarlo y a tirarle de la lengua con muchas preguntas capciosas, para cogerlo con sus propias palabras.

Palabra del Señor

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