Philip Larkin, poemas



Philip Larkin (Coventry9 agosto 1922 – Londra2 dicembre 1985)


Most things may never happen: this one will,

And realisation of it rages out

In furnace-fear when we are caught without

People or drink. Courage is no good:

It means not scaring others. Being brave

Lets no one off the grave.

Death is no different whined at than withstood.


Larkin


Es posible que la mayoría de las cosas nunca sucedan: esta lo hará,

Y la realización de eso se enfurece

En horno-miedo cuando estamos atrapados sin

Gente o bebida. El valor no es bueno:

Significa no asustar a los demás. Siendo valiente

No saquemos a nadie de la tumba.

La muerte no es diferente a la que se lamenta que a la que se resiste.


 XXVI

Esto es lo primero
que yo aprendí:
el tiempo es el eco de un hacha
adentro de un bosque.



Philip Larkin




Ignorancia

Es extraño no saber nada, nunca estar seguro
de lo que es verdadero o correcto o real,
sino obligados a matizar o así lo creo,
o Bueno, así parece:
alguien debe saber.

Es extraño ignorar el modo en que funcionan las cosas:
su habilidad para hallar lo que necesitan,
su sentido de la forma, su puntualidad para esparcir la semilla
y su disposición para cambiar;
sí, es extraño,

incluso portar tal conocimiento —pues nuestra carne
nos rodea con sus propias decisiones—
y sin embargo pasar la vida entera en imprecisiones,
pues cuando empezamos a morir
no tenemos idea por qué.

§

Ignorance*

Strange to know nothing, never to be sure
Of what is right or true or real,
But forced to qualify or so I feel
Or Well, it does seem so:
Someone must know.

Strange to be ignorant of the way things work:
Their skill at finding what they need,
Their sense of shape, and punctual spread of seed,
And willingness to change;
Yes, it is strange,

Even to wear such knowledge—for our flesh
surrounds us with its own decisions—
and yet spend all our lives on imprecisions,
that when we start to die
have no idea why.


Señor Bleaney

“Este era el cuarto del señor Bleaney. Aquí se quedó
todo el tiempo que estuvo en Bodies, hasta
que se lo llevaron”. Cortinas floreadas, delgadas, deshilachadas,
caen unas cinco pulgadas bajo el alféizar,

cuya ventana muestra una franja de tierra en construcción,
con maleza y basura. “El señor Bleaney mantenía
mi pedacito de jardín muy bien cuidado”.
Una cama, una silla recta, un foco de sesenta watts, no hay gancho

detrás de la puerta, ni espacio para libros o bolsas…
“Lo tomo”. De modo que me acuesto
donde el señor Bleaney solía acostarse y apago los pitillos
en el mismo platito de recuerdo, y trato

de taparme los oídos con algodón para sofocar
el parloteo del televisor que él la alentó a comprar.
Conozco sus hábitos: la hora en que bajaba,
que prefería la salsa al gravy, la razón por la que

permanecía pegado a los cuatro rincones,
como a su plan de cada año: sus amigos los Frinton,
que lo hospedaban en las vacaciones de verano,
y las navidades en casa de su hermana en Stoke.

Pero si se levantaba y miraba el frío viento
encrespando las nubes, se acostaba en la mohosa cama
diciéndose que éste era su hogar y sonreía,
y se estremecía, incapaz de sacudirse el temor de que

la forma en que vivimos es la medida de nuestra naturaleza,
y de que a su edad no tener nada que mostrar
más que un cuarto alquilado debía dejarle muy claro
que no tenía mejor explicación. No lo sé.

§

Mr Bleaney*

‘This was Mr Bleaney’s room. He stayed
The whole time he was at the Bodies, till
They moved him.’ Flowered curtains, thin and frayed,
Fall to within five inches of the sill,

Whose window shows a strip of building land,
Tussocky, littered. ‘Mr Bleaney took
My bit of garden properly in hand.’
Bed, upright chair, sixty-watt bulb, no hook

Behind the door, no room for books or bags —
‘I’ll take it.’ So it happens that I lie
Where Mr Bleaney lay, and stub my fags
On the same saucer-souvenir, and try

Stuffing my ears with cotton-wool, to drown
The jabbering set he egged her on to buy.
I know his habits — what time he came down,
His preference for sauce to gravy, why

He kept on plugging at the four aways —
Likewise their yearly frame: the Frinton folk
Who put him up for summer holidays,
And Christmas at his sister’s house in Stoke.

But if he stood and watched the frigid wind
Tousling the clouds, lay on the fusty bed
Telling himself that this was home, and grinned,
And shivered, without shaking off the dread

That how we live measures our own nature,
And at his age having no more to show
Than one hired box should make him pretty sure
He warranted no better, I don’t know.


El mundo literario

I

“Finalmente, después de cinco meses de mi vida durante los cuales no pude escribir nada que me dejara satisfecho, y por los cuales ningún poder me compensará…”

Querido Kafka:
Cuando hayas pasado cinco años, no cinco meses,
cinco años con una presión irresistible juntándose con
un objeto inamovible justo en tu abdomen,
entonces sabrás lo que es depresión…

II

La esposa de Alfred Tenysson
respondía
cartas de súplica
cartas de admiración
cartas de insultos
cartas de preguntas
cartas de negocios
y cartas de los editores.
También
le preparaba la ropa
se encargaba de sus comidas y bebidas
recibía a las visitas
lo protegía de los chismes y la crítica.
Y finalmente
(además de administrar la casa)
criaba y educaba a los niños.

Mientras todo esto sucedía
el señor Alfred Tenysson estaba sentado como bebé
ocupado en sus asuntos poéticos.

§

The Literary World*

I

‘Finally, after five months of my life during which I could write nothing that would have satisfied me, and for which no power will compensate me…’

My dear Kafka,
When you’ve had five years of it, not five months,
Five years of an irresistible force meeting an
immoveable object right in your belly,
Then you’ll know about depression.

II

Mrs. Alfred Tennyson
Answered
begging letters
admiring letters
insulting letters
enquiring letters
business letters
and publishers’ letters.
She also
looked after his clothes
saw to his food and drink
entertained visitors
protected him from gossip and criticism
And finally
(apart from running the household)
Brought up and educated the children.

While all this was going on
Mister Alfred Tennyson sat like a baby
Doing his poetic business.


Tardes

El verano se desvanece:
solitarias o en parejas, caen las hojas
de los árboles que bordean
el nuevo parque infantil.
En los huecos de las tardes
las jóvenes madres se reúnen
junto al columpio y al arenero
soltando a sus hijos.
Detrás de ellas, a intervalos,
aguardan maridos de oficios especializados,
montones que lavar
y los álbumes con la leyenda
Nuestra Boda, colocados
cerca de la televisión:
frente a ellas, el viento
arruina sus lugares de cortejo,

que aún son lugares de cortejo
(pero los amantes están en la escuela),
y sus hijos, tan resueltos a
encontrar más bellotas verdes,
esperan que los lleven a casa.
Su belleza se ha abultado.
Algo las empuja
al margen de sus propias vidas.

§

Afternoons*

Summer is fading:
The leaves fall in ones and twos
From trees bordering
The new recreation ground.
In the hollows of afternoons
Young mothers assemble
At swing and sandpit
Setting free their children.
Behind them, at intervals,
Stand husbands in skilled trades,
An estateful of washing,
And the albums, lettered
Our Wedding, lying
Near the television:
Before them, the wind
Is ruining their courting-places

That are still courting-places
(But the lovers are all in school),
And their children, so intent on
Finding more unripe acorns,
Expect to be taken home.
Their beauty has thickened.
Something is pushing them
To the side of their own lives.


Altos ventanales

Cuando veo un par de muchachos
y pienso que él se la está tirando y que ella
toma píldoras o usa un diafragma,
sé que ese es un paraíso

con el que los viejos han soñado toda la vida,
cuando ataduras y remilgos son puestos a un lado
como una segadora anticuada,
y los jóvenes se deslizan por la larga pendiente

rumbo a la felicidad, sin parar. Me pregunto si
alguien me miró hace cuarenta años
y pensó: Así se le irá la vida;
ya no existirá Dios, ni sudores en la oscuridad

a causa del infierno y todo eso, ni necesidad de ocultar
al sacerdote lo que se piensa. Él
y sus amigos se deslizarán por la larga pendiente
como malditos pájaros en libertad. Y al instante,

más que palabras, llegan a mi mente altos ventanales:
el cristal que abarca el sol,
y más allá, el aire azul y profundo que nada
revela y está en ningún lugar y es infinito.

§

High Windows*

When I see a couple of kids
And guess he’s fucking her and she’s
Taking pills or wearing a diaphragm,
I know this is paradise

Everyone old has dreamed of all their lives–
Bonds and gestures pushed to one side
Like an outdated combine harvester,
And everyone young going down the long slide

To happiness, endlessly. I wonder if
Anyone looked at me, forty years back,
And thought, That’ll be the life;
No God any more, or sweating in the dark

About hell and that, or having to hide
What you think of the priest. He
And his lot will all go down the long slide
Like free bloody birds. And immediately

Rather than words comes the thought of high windows:
The sun-comprehending glass,
And beyond it, the deep blue air, that shows
Nothing, and is nowhere, and is endless.





Il y a toujours de la pluie sur le chemin de Larkin


George Orwell disait que certaines idées sont si absurdes que seul un intellectuel pourrait y croire. Et il pouvait citer des charretées entières de noms de personnalités du monde anglophone.

On pourrait aussi avoir à l’esprit un ou deux français. Jean Paul Sartre, par exemple sur lequel on pouvait compter pour croire aux idées les plus absurdes, telles que « l’Enfer c’est les autres » - dans « Huis clos », sa célèbre pièce de théâtre de 1944.

Mais l’enfer, ce n’est pas les autres. L’enfer, c’est d’être seul, absolument et pour toujours – quand l’âme dit à Dieu : « Je ne veux pas aimer, je ne veux pas être aimé, Je veux seulement qu’on me laisse tranquille. » Et Dieu qui nous a fait « le compliment terrifiant » comme dit C.S.Lewis, de prendre notre liberté au sérieux, ne la détruira pas, pas même pour nous éviter de nous précipiter de nous-mêmes en enfer.

Dans mon enfance, il était largement entendu que nous vivions une époque d’anxiété (une phrase de W.H. Auden) c’est-à-dire qu’on attendait de nous que nous soyons continuellement menacés par La Bombe. Puis à un certain moment, une autre époque s’est montrée, pire encore, l’Age de l’absurdité, au cours duquel la question est devenue : qu’arrivera-t-il si la bombe n’explose pas et si le monde demeure misérable ?

Personne depuis que T.S. Eliot nous a donné « Peur dans une poignée de poussière », n’a exprimé cette préoccupation particulière, le sens de la vie privée de sens, et qui galope vers la tombe, mieux que le poète populaire anglais Philip Larkin, mort en 1985 à l’âge de 63 ans, après avoir disséqué l’absurdité de façon détaillée et impitoyable.

Mais avec une certaine intelligence, comme dans les dernières lignes de
« Que ceci soit le Vers ». Il y distille un désespoir à l’ancienne mode, si pur que de le boire signifie qu’aucune relation humaine ne pourrait survivre :

L’homme transmet à l’homme la misère,

Elle augmente comme un littoral côtier,

Sauvez-vous dès que possible

Et n’ayez surtout pas d’enfants.

Larkin a certainement suivi ses propres conseils. Il ne s’est jamais marié. Bien qu’il ait été très intéressé par les femmes, cela n’a jamais évolué jusqu’à devenir quelque chose qui approche d’un amour durable. « Comment pourrai-je écrire », se plaignait-il auprès de la femme à laquelle il était fiancé autour de la vingtaine, la première de beaucoup d’affaires où il fut empêtré, « quand je dois penser à toi ? »

Il vaut mieux garder ses distances de crainte que surgisse un attachement qui compliquerait les affaires. Comme il l’écrit dans un poème dont le seul titre (Amour) révèle la triste ironie qui a entouré sa vie : Comment peut-on jamais être satisfait ?

Mettre quelqu’un en premier

De manière à avoir le dessous ?

Ma vie est pour moi.

Il vaut mieux ignorer la gravité.

Mais qu’en est-il si la vraie histoire de l’amour implique une toute autre sorte de gravité, de celles qui trouvent justement leur accomplissement dans le fait de tomber et retomber toujours amoureux de la même personne ? Qu’en est-il si, en d’autres termes, on devait vivre vraiment la logique de l’amour ?

Que trouve-t-on seulement quand cela ne rapporte plus rien ? Et avec témérité. « Que vaut le monde comparé à la vie ? » demande le héros du drame de Paul Claudel L’annonce faite à Marie, et que vaut la vie si elle ne doit pas être donnée ? »

Pauvre Philip Larkin. C’est un paradoxe qu’il était incapable d’analyser. Un jour, il a dit à un de ses amis : « Mon problème, est que je n’aime jamais ce que j’ai » - c’est le malheur de toute personne centrée sur elle-même, ce en quoi Larkin était un expert.

Pour montrer un exemple caractéristique, il écrit dans « Self’s the man » (L’homme est soi-même) « Il a épousé une femme pour l’empêcher de s’en aller, et maintenant elle est là toute la journée ! » Ou ceci, tiré d’un carnet de notes : « Ne pas t’aimer ? Chérie, je paierais dix livres pour toi : / cinq maintenant, et cinq quand je me débarrasserais de toi. »

Il avait l’habitude de dire : « La privation est pour moi ce que les jonquilles étaient pour Wordsworth. » « Il n’y a aucun doute qu’il était triste » déclarait son ami A.N. Wilson, se remémorant « le seul poète de notre époque qui a trouvé la voix parfaite pour exprimer nos pires angoisses. »

Surtout celles qui viennent avec la mort, une horreur et une calamité à laquelle il n’y a pas d’esquive. Les huis sont clos, en effet. Pour Larkin, la mort n’apportait que la certitude de l’extinction. « C’était un fait, rapporte Wilson, qui l’emplissait de terreur et de mélancolie. »

Même les consolations de la religion ne peuvent écarter le néant qui nous attend tous. Il appelait cela « ce vaste brocart musical mangé aux mites, créé pour prétendre que nous ne mourrons jamais ».

Nulle part la mort n’apparaît plus certainement menaçante que dans « Aubade », un poème écrit peu avant sa mort. Le titre suggère que cela devrait être un chant sur l’aurore, plein d’espoir et de promesses. Mais ce n’est pas le cas. Un homme se réveille à quatre heures du matin, et regardant autour de lui dans la chambre, voit : « ce qui, en fait, est toujours là, / la mort inlassable, plus proche d’un jour entier maintenant, / rendant toute pensée impossible, sauf à se demander comment : et où, et quand je mourrai moi-même. » Rien ne peut détourner cette peur, même pas le courage. « Etre brave, insiste-t-il, ne sauve personne de la tombe. »

Selon A.N. Wilson, c’est le seul poème « contemporain de langue anglaise, d’une grandeur indiscutable ». Et pourtant, on pourrait argumenter qu’un autre poème de Larkin, « Church going » (aller à la messe), montre que toute sa génération ne pouvait pas demeurer face à cette vision sinistre, qu’au-delà de ce temps, ce lieu et cette mentalité, le sentiment de quelque chose demeurait.

« Church going » raconte l’abandon des églises en Grande Bretagne, mais se termine par :

C’est une maison sérieuse sur une terre sérieuse

Dans l’air ambiant de laquelle toutes nos compulsions se rencontrent,

Sont reconnues et déguisées en destins.

Et cela ne peut jamais être obsolète

Puisque l’on trouvera toujours en soi

Une soif d’être plus sérieux,

Et il s’établira avec cette soif sur ce sol,

Qui, il l’a entendu dire autrefois, était destiné à lui permettre de grandir en sagesse,

Ne serait-ce que parce que tant de morts gisaient autour.

Qui peut ne pas être d’accord ? Ce qui lui laisse la nécessité de recommander son âme et les âmes semblables à la sienne à Dieu, à Celui qui a eu aussi peur de la mort, puis l’a vaincue sur la croix.


Ignorance

Strange to know nothing, never to be sure
Of what is right, or true, or real
But forced to qualify or so I feel
Or Well, it does seem so,
Someone must know

Strange to be ignorant of the way things work
Their skill at finding what they need,
Their sense of shape, and punctual spread of seed
And willingness to change
Yes, it is strange

Even to wear such knowledge---for our flesh
surrounds us with its own decisions---
and yet spend all our lives on imprecisions,
that when we start to die
have no idea why.


The Old Fools

What do they think had happened, the old fools,
To make them like this? Do they somehow suppose
It’s more grown-up when your mouth hangs open and drools,
And you keep on pissing yourself, and can’t remember
Who called this morning? Or that, if they only chose,
They could alter things back to when they danced all night,
Or went to their wedding, or sloped arms on September?
Or do they fancy there’s really been no change,
And they’ve always behaved as if they were crippled or tight,
Or sat through days of thin continuous dreaming
Watching light move? If they don’t (and they can’t), it’s strange:
Why aren’t they screaming?
At death, you break up: the bits that were you
Start speeding away from each other for ever
With no one to see. It’s only oblivion, true:
We had it before, but then it was going to end,
And was all the time merging with a unique endeavour
To bring to bloom the million-petalled flower
Of being here. Next time you can’t pretend
There’ll be anything else. And these are the first signs:
Not knowing how, not hearing who, the power
of choosing gone. Their looks show that they’re for it:
Ash hair, toad hands, prune face dried into lines –
How can they ignore it?
Perhaps being old is having lighted rooms
Inside your head, and people in them, acting.
People you know, yet can’t quite name; each looms
Like a deep loss restores, from known doors turning,
Setting down a lamp, smiling from a stair, extracting
A known book from the shelves; or sometimes only
The rooms themselves, chairs and a fire burning,
The blown bush at the window, or the sun’s
Faint friendliness on the wall some lonely
Rain-ceased midsummer evening. That is where they live:
Not here and now, but where all happened once.
This is why they give
An air of baffled absence, trying to be there
Yet being here. For the rooms grow farther, leaving
Incompetent cold, the constant wear and tear
Of taken breath, and them crouching below
Extinction’s alp, the old fools, never perceiving
How near it is. This must be what keeps them quiet:
The peak that stays in view wherever we go
For them is rising ground. Can they never tell
What is dragging them back, and how it will end? Not at night?
Not when the strangers come? Never, throughout
The whole hideous inverted childhood? Well,
We shall find out.

Los viejos tontos

¿Qué creen que ha pasado, los viejos tontos,
que los ha dejado como están? ¿Supondrán acaso
que se es más adulto cuando tu boca permanece abierta y babea,
y te meas continuamente, y no puedes recordar
quién llamó esta mañana? ¿O que, con solo quererlo,
pudieran cambiar las cosas y regresar a aquella vez en que bailaron toda la noche,
o fueron a su boda, o llevaron las armas al hombro algún septiembre?
¿O se imaginan que en realidad no ha habido ningún cambio,
y que siempre se han comportado como si fueran inválidos o tiesos,
o han tenido que soportar días de leve, continuo ensueño,
viendo cómo se mueve la luz? Si no es así (y no puede ser así), es extraño:
¿por qué no gritan?
Con la muerte, te disuelves: los pedazos que eran tú
comienzan a alejarse uno del otro, para siempre,
sin que nadie los vea. Es solo olvido; cierto:
lo tuvimos antes, pero entonces iba a acabar,
y todo el tiempo se confundía con el exclusivo empeño
de hacer crecer la flor de un millón de pétalos
de estar aquí. La próxima vez no puedes hacer
como que habrá algo más. Y estos son los primeros síntomas:
no saber nada, no oír a nadie, haber perdido
el poder de la elección. Sus caras muestran que están listos:
pelo ceniciento, manos de sapo, el rostro, como pasa, seco…
¿Cómo pueden ignorarlo?
Acaso ser viejo sea tener habitaciones alumbradas
dentro de tu cabeza, con gente que en ellas actúa.
Gente que conoces, pero a la que no puedes nombrar; cada cual surge
como una profunda pérdida recuperada, volviendo de una puerta conocida,
colocando una lámpara, sonriendo desde una escalera, sacando
un libro conocido de los estantes. O a veces simplemente
las habitaciones solas, con sillas y un fuego encendido,
el arbusto que el viento sacude a través de la ventana,
o la tenue simpatía del sol sobre la pared de una solitaria
tarde de verano en que la lluvia se ha interrumpido. Es ahí donde viven:
no aquí y ahora, sino donde todo ya ha sucedido.
Es por eso por lo que tienen
un aire de perpleja ausencia, como si intentaran estar allá
mientras están aquí, pues las habitaciones se vuelven más lejanas, y dejan
tras de sí un frío incompetente, el desgaste constante
del aliento que han respirado, y a ellos de cuclillas,
ante la cordillera de la extinción, los viejos tontos, que nunca perciben
cuán cerca está. Debe ser esto lo que los mantiene tranquilos:
la cima que se mantiene visible adondequiera que vayamos
para ellos crece del suelo. ¿Podrán nunca darse cuenta
de qué los arrastra, de cómo acabará? ¿Tal vez de noche?
¿Tal vez cuando los extraños vengan? ¿O acaso nunca,
durante toda esa espantosa niñez invertida? Bueno,
hemos de averiguarlo.


Deceptions

Of course I was drugged, and so heavily I did not regain my consciousness till the next morning. I was horrified to discover that I had been ruined, and for some days I was inconsolable, and cried like a child to be killed or sent back to my aunt.
Mayhew: London Labor and the London Poor

Even so distant, I can’t taste the grief,
Bitter and sharp with stalks, he made you gulp.
The sun’s occasional print, the risk brief
Worry of wheels along the street outside
Where bridal London bows the other way,
And light, unanswerable and tall and wide,
Forbids the scar to heal, and drives
Shame out of hiding. All the unhurried day
Your mind lay open like a drawer of knives.
Slums, years, have buried you. I would not dare
Console you if I could. What can be said,
Except that suffering is exact, but where
Desire takes charge, readings will grow erratic?
For you would hardly care
That you were less deceived, out on that bed,
Than he was, stumbling up the breathless stair
To burst into fulfilment’s desolate attic.

Engaños

Desde luego que estaba drogada, y tanto que no recuperé el conocimiento hasta la mañana siguiente. Me horroricé al descubrir que había sido deshonrada, y durante algunos días estuve inconsolable, e imploraba como una niña que me mataran o me enviaran de vuelta con mi tía.
Mayhew: London Labour and the London Poor

Aun desde tan lejos, puedo saborear el dolor,
amargo y desgarrante, que él te hizo tragar.
La marca esporádica del sol, el incesante
ajetreo de ruedas de la calle de afuera
donde el Londres nupcial se inclina ante el otro lado
y la luz, alta y vasta e irrefutable,
impide que la herida cicatrice, y consigue
que despierte la vergüenza. Durante el lento día,
tu mente está abierta como un cajón de cuchillos.
Suburbios, años te han enterrado. No osaría
consolarte aunque pudiera. ¿Qué puede decirse
salvo que el sufrimiento es exacto, y que cuando
el deseo se hace cargo, las palabras se extravían?
Pues no podría importarte menos
el que en esa cama fueras menos engañada
que él, al atropellarse por la asfixiante escalera
e irrumpir en el ático desolado de la consumación.


Talking In Bed

Talking in bed ought to be easiest,
Lying together there goes back so far,
An emblem of two people being honest.

Yet more and more time passes silently.
Outside, the wind's incomplete unrest
Builds and disperses clouds in the sky,

And dark towns heap up on the horizon.
None of this cares for us. Nothing shows why
At this unique distance from isolation

It becomes still more difficult to find
Words at once true and kind,
Or not untrue and not unkind.






Hablar en la cama


Ha de ser fácil hablar acostados,
La cama nos lleva tanto hacia atrás,
Un emblema de dos que son honrados.

Mas ahora guardamos el aliento.
Afuera, el ventarrón inacabado
Construye y dispersa en el firmamento

Nubes y ciudades amontonadas.
Nada explica por qué en este momento
De singular distancia confinada

Se vuelve más difícil conversar
Con cariño y con verdad
O sin mentira y sin maldad.

Commentaires

Articles les plus consultés