la cera y la miel

 

Jean-Eugène Buland, 1852 – 1926

LEYÉNDOME A MÍ MISMO
Como muchos, me enorgullecí lo justo y más aún,
prendí fósforos que me hicieron hervir la sangre;
memoricé los trucos para prender fuego al río:
en cierta forma jamás escribí nada a lo que regresar.
¿Puedo dar por sentado que acabé con flores de cera
y me he ganado mi jardín en las bajas laderas del Parnaso…?
Ningún panal se construye sin una abeja
añadiendo cerco a cerco, celda a celda,
la cera y la miel de un mausoleo;
esta redonda cúpula demuestra que su autor está vivo;
el cuerpo del insecto sobrevive embalsamado en miel,
ruega que su perecedera obra perviva
lo suficiente antes de ser profanada por el oso glotón:
este libro abierto… mi ataúd abierto.
Robert Lowell

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