un poema de Reynaldo Soto.


 


Vístase el mercader de mariposas,

hágase el general ungir de santo,
apiádese el verdugo a humano llanto,
póngase el dictador a dictar rosas.
Asquéese el ladrón ante lo hurtado,
dedíquese el ególatra al amigo,
descúbrase el banquero ante el mendigo,
tórnese el indignante en indignado.
Acábese el poder por el garrote,
désele licitud a lo prohibido,
desvalórese el brillo del lingote,
vitoréese al arte, no al partido.
Vuélquese todo y seguiré Quijote,
que no me engañas, mundo, estás podrido.
Preces al viento
Regálame ciudad tus preteridos,
tus putas, tus drogados, tus alcohólicos,
tus tristes, tus sin pan, tus melancólicos,
tus ladrones, tus locos, tus vencidos.
Regálame al traidor, al asesino,
al cobarde, al infiel, al fratricida,
al amoral, al sádico, al suicida,
al masoquista, al cruel, al sin destino.
Regálame al soberbio, al calavera,
al cínico, al brutal, al desvestido,
al que quedó sin rostro, al que no espera,
al condenado a muerte, al desmedido,
al que no va a faltar ni aunque se muera…
¡pero dámelos ya, que a eso he venido!
Reynaldo Soto.

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