My countrymen Kiltartan’s poor, No likely end could bring them loss...

 


El zurderío mediàtico cubano estuvo semanas gritando Livermater,que los blancos se arrodillen, luego histeria con el de S Isidro, mas guarda pesado silencio sobre el chico de 17 años, asesinado en plena calle por la policía cubana. Los califico de infames hoy, o espero a manaña?

nunca habîa visto un Proyecto tan bien financiado y, a la vez, tan alejado del cubano de a pie.

a Zidán Batista Álvarez, con dos heridas de bala, esposado, tirado en el piso, desangrándose, lo remató, luego de patearlo, el agente de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR) con chapa 15388.

Zidán tenía 17 años, era negro y vivía en El Condado, un barrio pobre de Santa Clara.


Yo sé que mi destino está ya escrito

allá, entre las nubes, en lo alto;

a quienes yo protejo en nada estimo,

odio no guardo a quienes combato.

Mi país es el Cruce de Kiltartan,

Y en Kiltartan son pobres mis paisanos,

Ningún cambio podrá arrancarles nada,

o los hará más felices que antaño.

Ni la ley ni el deber me hizo luchar,

ni hombres públicos ni multitudes,

un solitario y placentero afán

me empujó a este tumulto entre las nubes.

En el recuerdo todo, equilibrado,

con el futuro no gasto saliva,

bastante gasté ya con el pasado:

esta vida, esta muerte equilibra.

‘Un aviador irlandés prevé su muerte’, de W. B. Yeats (1865 – 1939)


I know that I shall meet my fate

Somewhere among the clouds above;

Those that I fight I do not hate,

Those that I guard I do not love;

My country is Kiltartan Cross,

My countrymen Kiltartan’s poor,

No likely end could bring them loss

Or leave them happier than before.

Nor law, nor duty bade me fight,

Nor public men, nor cheering crowds,

A lonely impulse of delight

Drove to this tumult in the clouds;

I balanced all, brought all to mind,

The years to come seemed waste of breath,

A waste of breath the years behind

In balance with this life, this death.



La foto del muchacho asesinado 17 años



antecedentes? 11 J


Pobre y estúpido consuelo ese de pensar que tenemos problemas pero todo es peor fuera de Cuba.

Ese consuelo y la mansa resignación resultante han sido inculcados por el régimen, durante décadas, a varias generaciones de cubanos.

A los cubanos, los medios oficialistas nos pintan una visión tétrica del mundo que se extiende más allá de Venezuela, Nicaragua, Rusia y China: crisis económica, desempleo, inflación, miseria, hambruna, represión, guerras, racismo, epidemias, contaminación… Es como para agradecer la dicha inmensa de vivir en Cuba, “la fiesta innombrable” que tuiteó Díaz-Canel en onda lezamiana, con todos los problemas habidos y por haber que tenemos, que como todos debemos saber –y si no, nos lo vuelven a explicar los mandamases- son por culpa del “genocida bloqueo yanqui”.

Y han exagerado con esa visión catastrofista en los últimos dos años, para contribuir a nuestra indefensión inducida, haciéndonos creer que si hay apagones, faltan las medicinas, los precios andan por las nubes y tenemos que pasar la mayor parte del día haciendo colas para conseguir algo de comer es, además de por “el recrudecimiento del bloqueo”, consecuencia de la crisis ocasionada por el Covid 19 y por la guerra de Ucrania. Como en el resto del mundo. Hasta en el Primer Mundo.

Hace unos meses, en el NTV, llegaron a expresar preocupación por el desabastecimiento en los Estados Unidos, basados en el terrible hecho de que en los supermarkets de Miami estaban escaseando productos como el papel higiénico y el queso crema.

El verano del pasado año, cuando la epidemia de Covid 19 mayores estragos hacía en nuestro país, querían, manipulando los datos que daba el Ministerio de Salud Pública, que nos consoláramos con el hecho de que en Estados Unidos y Brasil, países con muchísima más población que Cuba, era mucho mayor el número de contagiados y fallecidos por culpa de las fallidas políticas gubernamentales para enfrentar la epidemia.

Cuando no pudieron ocultar la represión de las protestas de los días 11 y 12 de julio de 2021, y justificar la muerte de un manifestante baleado por la espalda en La Guinera, intentaron convencernos de que la represión fue mucho más cruenta en Chile, Colombia y Ecuador, países donde no está criminalizado el disenso político y la protesta social, sino la violencia, y no condenan -para que sirva de escarmiento- a 20 y más años de cárcel por sedición a los participantes en manifestaciones pacíficas.

Y si se habla de los menores de edad encarcelados durante el estallido social, te dicen que en Estados Unidos hay cientos de menores condenados a cadena perpetua y a la silla eléctrica.

Los robos, los asaltos, los feminicidios, aumentan, pero como no hay crónica roja, muchos siguen pensando que en Cuba hay menos violencia y se vive con más seguridad que en otros países.

Así, los mandamases del continuismo han conseguido, sino ser creíbles y respetados, que haya cubanos que, aunque se quejen del hambre, las privaciones y la vida miserable que llevan, si no les da por emigrar a como dé lugar, acaben dándose por vencidos, resignándose con la filosofía del “aquí en Cuba, malo que bueno se va resolviendo”. Una actitud que se aviene de maravillas con la cínica e inmovilista aseveración de que “esto no hay quien lo arregle, pero tampoco quien lo tumb

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