monstruoso
Y
de pronto leo a representantes del activismo virulento que vende buen humo
mientras silencia a quien se aparte de su estacionario y petulante ojo en la
frente, turbio de lagañas rosadas, y recuerdo a G. K. Chesterton: "Solo
quien nada a contracorriente tiene la certeza de estar vivo".
Y
comienza la más gruesa campana pueblerina a resonar en mala hora, abandono
quehaceres y entro en la red de peces domesticados a like- si quiere algo- con
aquellos de entonces, o con marineros que han adaptado el pulmón a cretas de
gallos y gallinas de gallinero pinto/compongo como Mariainsulina del Populismo
y Patrio Espuela, aumentados con lupa, altísimos sobre cementerio de escritos
fallecidos bajo silencio.
Y
recuerdo entonces que Cioran definía la utopía como “Una felicidad hecha de
idilios geométricos, de mil maravillas repugnantes. En suma, un cuento de hadas
monstruoso".
Y
repica la campana omnisciente para imponer bluff. Oh, que pelotero
certifique grandes libros, grandes textos de tenderete, en clima empalagoso
amiguísimo, pon cuño, amigo, oficializa
saturación estética, sombra en alto cielo. Callar es trágico, pero un libro
es un libro y un escritor llega a parangón sintético cuando campana
anuncia.
Y
mira, Miguel Delibes como "La instrucción, en el Colegio; la educación, en
casa", confundieron alma, la transformaron bajo totalitarismo en ambición.
O sea, Che,Caraecoco y Soros injertaron pelo de barba en pubis y anos andantes.
Y
Cioran, ay, Cioran, qué ruinoso, imponen depresivo sentimiento en rayas de mala
droga, respeto, pero esa campana monta moño, espera que comente. Paso de largo,
a ese peinado le falta aire por el abuso de rolos de papel
sanitario. Sigo, que se crea intocable: "Un portero inquieto es
más interesante que un filósofo satisfecho de sí mismo".
Y
es posible que la próxima marea acabe por transformarme en pepita - digo,
mientras extraigo del océano botellas rotas que jamás podrán contener licores,
pues fueron concebidas para guardar arsénico. Hoy por hoy campanillas atoradas,
descendientes de aquellos que ponían carteles en la playa: "Prohibido
pasar", clavan afiche: ‘Bombo’, contra la opinión de Santo Pepito Martí,
mil veces asesinado con brebajes aleatorios: "El que no sabe honrar a los
grandes no es digno de descender de ellos. Honrar héroes, los hace." ¿Los
hace? Eso era antes, estos llevan tiempo ajustando chaquetas antes de ponerse
la ropa interior.
¿Y
a qué/quién otro sobreviviente pueden fundir para imponer Smoothie famoso? La
campana sabe, pero juega ingenua, cloc cloc clac, se balancea en la cuerda.
"Del
que ha muerto, debemos atesorar su memoria, de forma más presente que una
persona que vive." Mas, Antoine de Saint-Exupéry, no quedan vivos, solo
oportunos literarios libertarios, aunados en batidos de mamey colorado mega light,
rosados tras las múltiples veces en que les han metido dedo para saber, como en
el cuento, si eran de verdad o solo mierda. Acabo de leer seis líneas de
su avanzado Programa de cuadrilla, estoy fatigada, me reposo en el fondo, que silencio
tan hermoso.
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