Hoy hace 37 años que Luis Rogelio Nogueras se fue tras el Cisne Salvaje.

 


Ama al cisne salvaje

ama tus ojos que pueden ver tu mente que puede oír la música, el trueno de las alas,ama al cisne salvaje—Robinson Jeffers

No intentes posar tus manos sobre su inocente
cuello (hasta la más suave caricia le parecería el
brutal manejo del verdugo).
No intentes susurrarle tu amor o tus penas
(tu voz lo asustaría como un trueno en mitad de la noche).
No remuevas el agua de la laguna no respires.
Para ser tuyo tendría que morir.
 
Confórmate con su salvaje lejanía
con su ajena belleza
(si vuelve la cabeza escóndete en la hierba).
No rompas el hechizo de esta tarde de verano.
Trágate tu amor imposible.
Ámalo libre.
Ama el modo en que ignora que tú existes.
Ama al cisne salvaje.


HEAVY ROCK*

Luis Rogelio Nogueras (La forma de las cosas que vendrán)
Estúpidos estudios superiores que me hicieron inferior, yeahhh.
Malditas lecturas eruditas que me gastaron como un jabón, oh muchacho.
Tan lindos feos versos con que enamoraba yo
lindas nenas iletradas tiempo atrás, yeahhh.
Tan pésimas bellas canciones que compuse sólo para mí.
Todo tan natural, salvaje, allá, oh muchacho.
Lenguaje torpe que nadie celebró pero y qué, yeahhh.
Horribles hermosas cuartetas en puertas de letrinas
que no volverán,
uuuuuuuu
que no volverán, oh muchacho,
que no volverán.
(bis)
*Letra escrita por el doctor Zen; música de Jerárquimo Bala, para joppla (guitarra de hielo de seis cuerdas), batería, piano, bajo, clarinete, saxo tenor y laúd.


EL ÚLTIMO CASO DEL INSPECTOR

El lugar del crimen
no es aún el lugar del crimen:
es sólo un cuarto en penumbras
donde dos sombras desnudas se besan.

El asesino
no es aún el asesino:
es sólo un hombre cansado
que va llegando a su casa un día antes de lo previsto,
después de un largo viaje.

La víctima
no es aún la víctima:
es sólo una mujer ardiendo
en otros brazos.

El testigo de excepción
no es aún el testigo de excepción:
es sólo un inspector osado
que goza de la mujer del prójimo
sobre el lecho del prójimo.

El arma del crimen
no es aún el arma del crimen:
es sólo una lámpara de bronce apagada,
tranquila, inocente
sobre una mesa de caoba.

 

 

PÉRDIDA DEL POEMA DE AMOR

Para Luis Marré

Ayer he escrito un poema magnífico
lástima
lo he perdido no sé dónde
ahora no puedo recordarlo
pero era estupendo
decía más o menos
que estaba enamorado
claro lo decía de otra forma
ya les digo era excelente
pero ella amaba a otro
y entonces venía una parte
realmente bella donde hablaba de
los árboles el viento y luego
más adelante explicaba algo acerca de la muerte
naturalmente no decía muerte decía
oscura garra o algo así
y luego venían unos versos extraordinarios
y hacia el final
contaba cómo me había ido caminando
por una calle desierta
convencido de que la vida comienza de nuevo
en cualquier esquina
por supuesto no decía esa cursilería
era bueno el poema
lástima de pérdida
lástima de memoria.

 

 

EL ENTIERRO DEL POETA

A Víctor Casaus

Dijo de los enterradores cosas francamente impublicables.
Blasfemaba como un condenado
y a sus pies un par de águilas lloraban pensando en las derrotas.
En el entierro estaba Lautréamont,
yo lo vi desde mi puesto en la cola:
dejaba el sombrero al borde de la tumba
y cantaba algo triste y oscuro
(lloraba honradamente, ya lo creo, y los caballos devoraban higos en silencio).
Hubo discursos,
sonrisitas de Rimbaud junto a la cruz,
paraguas abiertos a la lluvia como a él le hubiera gustado.
Hubo más:
hubo viernes y
canciones funerarias,
palomas que volaban sin sentido, como niños,
versos oscuros,
la hermosa voz de Aragón,
suicidios deportivos de Georgette y nunca más
y hasta siempre.
A la hora más triste del asunto
no quería bajar porque decía que allí estaba oscuro.
Pero estaba muerto y hubo que bajarlo.
Los sombreros abandonaron las cabezas,
se alzaron copas, adioses, letreros de nunca te olvidamos.
(Un joven poeta a mi derecha le mesaba las rodillas a la muerte).
Lo bajaron.
Se aplaudió en forma delirante;
la gente corría como loca asumiendo lo grave del momento.
Lo bajaban.
Las mujeres lloraban en silencio
porque bajaban las águilas, los sueños, países enteros a la tierra.
Se intentó una última sentencia:
Nerval se acercó con una tiza y escribió con letra temblorosa:
Su cadáver estaba lleno de mundo.
Desde el fondo, Vallejo sonreía sin descanso pensando en el futuro,
mientras una piedra inmensa le tapaba el corazón y los papeles.


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