Es falso decir: Yo pienso; deberíamos decir: alguien me piensa.
Me creo en el infierno, luego estoy allí.
Ahora puedo decir que el arte es una tontería.
¿Y si un trozo de madera descubre que es un violín?
¡Qué lejos los pájaros y las fuentes! Tiene que ser el fin del mundo, si avanzamos.
Soy el sabio del sillón sombrío. Las ramas y la lluvia se lanzan contra la ventana de la biblioteca.
Y me dirás: ¡busca!, reclinando la cabeza; y dedicaremos nuestro tiempo a encontrar ese animalito que viaja mucho.
Iba por ahí, con las manos metidas en los bolsillos rotos; hasta tal punto mi gabán se volvía ideal…
Iré, cuando la tarde cante, azul, en verano, herido por el trigo, a pisar la pradera; soñador, sentiré su frescor en mis plantas y dejaré que el viento me bañe la cabeza.
Yo debería tener un infierno para mi cólera, un infierno para mi orgullo, y el infierno de las caricias; un concierto de infiernos.
Ver lo invisible, oír lo inaudible.
Es falso decir: Yo pienso; deberíamos decir: alguien me piensa.
El Poeta se hace vidente por medio de un largo, inmenso y razonado desarreglo de todos los sentidos.
Vi que todos los seres tienen una fatalidad de dicha: la acción no es la vida, sino una forma de malgastar una fuerza, un enervamiento.
El cuervo es la cimera de estas cabezas rotas; cuelga un jirón de carne de su flaca barbilla.
De mis ancestros conservo los ojos celestes, el cerebro estrecho y la imprudencia de la lucha.
Hay una compañía de cómicos ambulantes, vestidos para la representación, divisados en el camino por entre la linde del bosque. Hay siempre, en fin, cuando se tiene hambre y sed, alguien que llega y os echa de allí.
La honestidad de la mendicidad me aturde.
Arthur Rimbaud nació en Charleville (Francia) en 1854 y falleció en Marsella el año 1891.
Commentaires