#TalDíaComoHoy en 1412 nace Juana de Arco
#TalDíaComoHoy en 1412 En el poblado francés de Domrémy, nace Juana de Arco en el seno de una familia campesina acomodada. Su infancia transcurrirá durante la guerra de los Cien Años que enfrentará al delfín Carlos, primogénito de Carlos VI de Francia, con Enrique VI de Inglaterra por el trono francés, y que provocará la ocupación de buena parte del norte de Francia por las tropas inglesas y borgoñonas. En 1429 al mando de 5.000 hombres conseguirá derrotar a los ingleses y levantar el cerco de Orleans. A continuación, realizará una serie de campañas victoriosas que allanarán al delfín el camino hacia Reims, lo que permitirá su coronación como Carlos VII de Francia el 17 de julio de 1429. Morirá en la hoguera por hereje. Será heroína y santa francesa.
No conoces mi cara quemada
-murmura, temblorosa-
Tampoco conoces la mía,
contesto,
desde el campo de corza.
Jehannette en extensa planicie
reservada a mujeres de calibre
sacro e ilíaco perfectos
en medio de la burundanga,
junto a doncellas atragantadas
con fango
fango en la rueda dentada
que tira Catalina
de Alejandría,
tira cuerda,
tira vino y se postra
cara al suelo
para ser cogida
divina.
De renuncia hablamos,
de ardor en la entrepierna:
el Don enquista,
el Conde perjura,
el Rey defenestra,
Dylan entra y sale
a las dos de la madrugada.
Las mancebas que
llegan al cielo
baten mantequilla en
pozuela caliente
en aquel entonces,
igual en esta época, la lengua
de Margarita de Antioquía
suena a pájaro disléxico,
cuando cuenta:
« el ego expira
si llegas a santa».
Nadie cree, mas
Jeannette contesta :
Tengo fe,
rebuzno como yegua
si la Voz traspasa.
Nací en Domremy,
a los trece escuché a Dios.
Tengo miedo,
donde he caído
cabe el bosque.
Si hubiese sabido
no dictaba,
el escriba aviva brasa,
me eclipsa con zancadillas
lexicales.
Estoy absolutamente sola
con cincuenta mil hombres y,
a lo máximo, cuatro tipos
se ocupan de que no llegue.
Bajo estandarte, la soldadezca
busca hoces, vallas,
construye puente,
y Catherine se dedica
a tareas domésticas,
pero a mí,
como a toda mujer
que libra batalla,
van a pulverizarme.
De nada sirve encerrarme,
el cielo baja a la Torre.
En el Mercado de Rouen
colocan leña,
astillas de nubes,
yesca del cielo sobre troncos,
a la altura de mis rodillas
el humo asciende,
el humo se refugia,
exhalo, inhalo
arenilla hirviente.
El capellán espera
mandato divino,
jura, perjura misterio
que no revelo.
Sin ojos presiento
el delicado gesto del verdugo,
como cualquier pajarillo
que anida al diablo,
amontona paja y estiércol.
La túnica desaparece,
no quedan piernas
para cabalgar,
el brazo colapsa
suspendido a la flama.
Derraman brea,
escapan huesillos
de la mano
cuentas de rosario.
Acumulo setenta cargos,
como si hubiese conspirado
contra cualquier dictadura,
visto casaca, provoco escándalo
pretendo hablar con Dios,
abandoné familia y
profetizo guerra
cuando pactan.
Con San Miguel aplasté
dragones,
al Delfín regalé trono
que ahora es excusado,
tibor de oro con escuderos
y jarrafas de agua
para limpiar partes.
Blasfemo, Seigneur,
el delfín es mierda,
no ha traído rosas
y mi pelo chispetea
azulinas negruras.
Se consume la vena,
arriba sed inmensa,
salvadme, grito,
he defendido la Francia
bajo la bandera blanca
de María.
El escriba solo testimonia
que la doncella arde
desde hace horas.
Bájeme del fuego, Señor,
el Hombre destruye
para que usted aparezca,
en cualquier guerra
hiere la bellota
y las piedras se convierten
en tumba.
Mi guerra es Fe,
fe en la hoguera de posesa.
¿Es el palo que quema
la redención del Hombre?
Entonces sucumbo
a otra revelación:
el infierno es seco,
banquisas polares,
ruchas espinosas y
entre cardo y cardo,
en el fondo del abismo
una minúscula Rosa
de Himen.
Mi ceniza flota
junto a basura
sobre la Sena,
varios golpes de palo
me dispersan.
Pájaros posados,
pájaros sorprendidos,
pájaros espantados,
pájaros de piedra,
pájaros escondidos
en las ramas secas.
En el Mercado,
la blanquísima
pelusa del pubis,
se dispersa
el río arrastra palo
ennegrecido,
la vara de limonero
rompe agua,
apesta a grasa,
el calor traspersa
el pecho de la doncella
flota como islita
a la deriva.
yo, Juana de Orleans,
soy testigo.
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