El apellido Pérez de Doña Leonor en mi ADN


Ayer mi primo Pedro
Alonso me recuerda una curiosidad genètica: el apellido Pérez de mi abuelo Justo Alonso Pérez, padre de mi abuelito Gerardo, es el mismo Pérez de Doña Leonor.

Todo ha sido verificado, existen pruebas en la localidad de Artenara, en las Palmas de Gran Canaria, es decir, tengo en el ADN semillita de José Martí de 5ta o sexta generaciôn.

Ayer, precisamente, estaba malhumorada, no por la edad, la vejez no puede curarse, pensaba en mi madre, en los hermanos, en la familia lejana y busqué refugio en la lectura. Comparto fragmentos de la última misiva que se conserva de Joselito a su madre Leonor:

“Madre querida: Ud. no está aún buena de sus ojos, y yo no me curo de este silencio mío, que es el pudor de mis afectos grandes y de mi modo de queja contra la fortuna que me los roba y como venganza de esta falta necesidad de hablar y escribir tanto en las cosas públicas, contra esta pasión mía del recogimiento, cada vez más terca y ansiosa...

"..Preste cada hombre, sin que nadie lo regañe, el servicio que lleve en sí...." “...más pura, madre mía, que un niño recién nacido, limpia como una estrella, sin una mancha de ambición, de intriga o de odio”.

“Con Ud se me escapa el alma, aunque Ud. no pruebe con el cariño que yo quisiera, sus oficios; y a esa tierra infeliz donde Ud. vive no le puedo escribir sin imprudencia, o sin mentira.”

“Mi pluma corre de mi verdad: o digo lo que está en mí, o no lo digo”... “Déjeme emplear sereno, en bien de los demás, toda la piedad y orden que hay en mí”... “Mi porvenir es como la luz del carbón blanco, que se quema él, para iluminar alrededor. Siento que jamás acabarán mis luchas.”

Concho, qué tarea, mi minúsculo ADN fue visionario, un genio, y yo tan vaga y escurridiza busco excusas para no tocar temas que molestan, para no escribir, mas pierdo tiempo en las redes sociales.

Debo interrogar a esa luz del pasado que obliga a reiventarse. Puede que la carta sirva a muchos de mis amigos, a los amigos ancianos, a los amigos tan lejanos y cercanos con esta invencion de Web que nos ha tocado.

Agradecida siempre, bendecida por el afecto que recibí de ustedes en mi cumpleaños. Abrazos

fragmentos...

No son muchas las cartas de José Martí a su querida madre Leonor Pérez Cabrera que se han podido conservar, pero particularmente las dos últimas misivas ponen de relieve cómo él fue capaz de, con respeto y a la vez con gran amor, exponerle a su progenitora consideraciones acerca de lo que sentía en relación con la causa de la independencia de su tierra natal del dominio colonial español y de su decisión de dar su contribución a lograr ese objetivo.

Las dos últimas cartas de Martí a Leonor, que se conozcan, fueron las fechadas en Nueva York el 15 de mayo de 1894 y en la ciudad dominicana de Montecristi el 25 de marzo de 1895, respectivamente.


En la del año 1894 Martí le expresó en la parte inicial de su misiva:

“Madre querida: Ud. no está aún buena de sus ojos, y yo no me curo de este silencio mío, que es el pudor de mis afectos grandes y de mi modo de queja contra la fortuna que me los roba y como venganza de esta falta necesidad de hablar y escribir tanto en las cosas públicas, contra esta pasión mía del recogimiento, cada vez más terca y ansiosa.”

Y seguidamente le planteó, al detallar cómo concebía que debía desarrollarse la existencia de los seres humanos: “Pero mientras haya obra qué hacer, un hombre entero no tiene derecho a reposar. Preste cada hombre, sin que nadie lo regañe, el servicio que lleve en sí.”

También le hizo la siguiente interrogante: “¿Y de quién aprendí yo mi entereza y mi rebeldía, o de quién pude heredarlas, sino de mi padre y de mi madre.”

Le especificó lo que haría de inmediato como parte de la labor que realizaba la que catalogó como “más pura, madre mía, que un niño recién nacido, limpia como una estrella, sin una mancha de ambición, de intriga o de odio”.

Martí le confesó a su querida madre que a otros podía hablarles de otras cosas. “Con Ud se me escapa el alma –afirmó- aunque Ud. no pruebe con el cariño que yo quisiera, sus oficios; y a esa tierra infeliz donde Ud. vive no le puedo escribir sin imprudencia, o sin mentira.”

Le agregó: “Mi pluma corre de mi verdad: o digo lo que está en mí, o no lo digo”.

Igualmente le solicitó: “Déjeme emplear sereno, en bien de los demás, toda la piedad y orden que hay en mí”.

Más adelante al tratar acerca de su futuro le expresó con particular sencillez y a la vez con gran significación: “Mi porvenir es como la luz del carbón blanco, que se quema él, para iluminar alrededor. Siento que jamás acabarán mis luchas.”

Algo más de diez meses más tarde Martí le escribió lo que fue su última misiva dirigida a su madre.

El 25 de marzo de 1895, entre otras cosas, elaboró y firmó junto a Máximo Gómez un documento muy relevante que ha sido identificado en la historia como el Manifiesto de Montecristi en correspondencia con la ciudad dominicana donde se hallaba Martí.

También en ese día escribió la carta dirigida a su amigo dominicano Federico Henríquez y Carvajal en la que reafirmó su determinación de estar en el escenario donde se libraban en Cuba los combates.

La guerra se había reiniciado el 24 de febrero de 1895 y Martí todavía en ese instante se hallaba en la ciudad dominicana de Montecristi y deseaba trasladarse lo más pronto posible en unión de Máximo Gómez hacia el territorio cubano.

Precisamente en la carta dirigida a Federico Henríquez él llegó a puntualizar: “Yo evoqué la guerra: mi responsabilidad comienza con ella, en vez de acabar.”

También en la carta que le dirigió a su madre Leonor le señaló Martí lo que haría de inmediato al exponerle: “Madre mía: Hoy, 25 de marzo, en vísperas de un largo viaje, estoy pensando en usted. Yo sin cesar pienso en usted.”

Seguidamente se refirió a las incomprensiones que había tenido que encarar en el seno de su familia, y en forma muy especial de su propia madre, por su decisión de poner su vida al servicio de la causa de su tierra natal.

Y le dijo: “Usted, se duele, en la cólera de su amor, del sacrificio de mi vida; y, ¿por qué nací de usted con una vida que ama el sacrificio?”

Le patentizó de inmediato el sentido que le atribuía a su vida y a la existencia de los seres humanos en general al expresar: “Palabras, no puedo. El deber de un hombre está allí donde es más útil.”

Además le detalló que no obstante en él siempre estaba presente el recuerdo de sus seres queridos y particularmente el de ella al asegurarle: “Pero conmigo va siempre, en mi creciente y necesaria agonía, el recuerdo de mi madre.”

En esta carta también hizo referencia a sus hermanas al exponerle a su madre: “Abrace a mis hermanas, y a sus compañeros. ¡Ojalá pueda algún día volver a verlos a todos a mi alrededor, contentos de mí.! Y entonces sí que cuidaré yo de usted con mimo y con orgullo.”

Martí le añadió una nota final a esta carta dirigida a Leonor: “Ahora bendígame, y crea que jamás saldrá de mi corazón obra sin piedad y sin limpieza. La bendición. Su José Martí.”

Relativamente poco tiempo después de haberle escrito esta misiva a su querida madre, Martí en unión de Máximo Gómez salió hacia Cuba.

No le fue fácil el traslado hacia su tierra natal y tuvo que encarar nuevos peligros y problemas, pero finalmente arribó al territorio cubano por la zona de Playitas de Cajobabo, en la actual provincia de Guantánamo, el 11 de abril de 1895.

Y en Cuba fue capaz de actuar en forma consecuente con lo que le había afirmado a Doña Leonor Pérez en las dos últimas que le dirigió.

Demostró elocuentemente que era un hombre que estaba consciente que mientras hubiera obra qué hacer no tenía derecho a reposar y que era alguien que amaba el sacrificio y que aquilataba que el deber de un hombre estaba allí donde es más útil.

Con singular entereza encaró las limitaciones de una vida en campaña en zonas rurales así como el peligro que representaba un enfrentamiento con los soldados españoles.

Máximo Gómez quién estuvo a su lado en los campos de Cuba describió a Martí como combatiente con las armas en la mano, de la siguiente manera en una valoración que hizo el 18 de mayo de 1902: “Y yo vi. entonces también a Martí atravesando las abruptas montañas de Baracoa con un rifle al hombro y una mochila a la espalda, sin quejarse ni doblarse, al igual de un viejo soldado batallador acostumbrado a marcha tan dura a través de aquella naturaleza salvaje, sin más amparo que Dios.”


Fuente: 


Las hermanas de José Martí*





Leonor Pérez Cabrera

Nació en Santa Cruz de Tenerife, Islas Canarias, el 17 de diciembre de 1828, y recibió por nombre, Leonor Antonia de la Concepción Micaela Pérez Cabrera; murió en La Habana, el 19 de junio de 1907. Era hija de Antonio Pérez Monzón y de Rita Cabrera Carrillo, quienes tenían algunas propiedades en casas y otros medios de vida. Aprendió a leer y escribir contra la voluntad de sus padres, quienes consideraban este conocimiento como impropio de su condición femenina. Se trasladó a Cuba en compañía de aquellos, cuando aún no había cumplido la mayoría de edad. La familia se estableció en La Habana, donde un primer premio de lotería, ganado a poco de llegar, les permitió comprar una amplia casa en la calle Neptuno. Leonor contrajo matrimonio con Mariano Martí y Navarro en La Habana, el 7 de febrero de 1852. Tuvo ocho hijos que se nombraron, en orden de nacimiento: José Julián, Leonor, Mariana Matilde (Ana), María del Carmen (La Valenciana), María del Pilar (Pilar), Rita Amelia (Amelia), Antonia Bruna y Dolores Eustaquia (Lolita). En 1857, Leonor Pérez viajó a España en compañía de su esposo y de sus hijos. La familia residió en Valencia hasta 1859, año en que regresó a La Habana precedida del padre. En 1874 se establecieron en México, donde se les reunió José, quien había sido deportado a España en 1871; sus padres y hermanas volvieron a La Habana el 7 de marzo de 1877. Doña Leonor quedó viuda el 2 de febrero de 1887, y el 17 de noviembre de ese año salió para Nueva York, donde residió en compañía de su hijo, hasta finales de enero de 1888. En 1899, cuando ya contaba setenta y un año de edad, se vio precisada a pedir un puesto de oficial tercero en la secretaría de Agricultura, Industria, Comercio y Obras Públicas, el cual le fue concedido por el gobierno de ocupación norteamericano, con un sueldo de $83.33 mensuales. La madre de José Martí pasó sus últimos años en compañía de su hija Amelia, en La Habana, sumida en la pobreza.

Carta de Martí a su madre:
A mi señora madre Dña. Leonor Pérez
Hanábana, Octubre 23 de 1862
Estimada mamá: Deseo antes de todo que Vd. esté buena lo mismo que las niñas, Joaquina, Luisa y mamá Joaquina. Papá recibió la carta de Vd. con fecha 21, pues el correo del sábado que era 18 no vino, y el martes fue cuando la recibió; el correo -según dice él- no pudo pasar por el río titulado “Sabanilla” que entorpece el paso para la “Nueva Bermeja” y lo mismo para aquí, papá no siente nada de la caída lo que tiene es una picazón que desde que se acuesta hasta que se levanta no le deja pegar los ojos, y ya hace tres noches que está así.
Ya todo mi cuidado se pone en cuidar mucho mi caballo y engordarlo como un puerco cebón, ahora lo estoy enseñando a caminar enfrenado para que marche bonito, todas las tardes lo monto y paseo en él, cada día cría más bríos. Todavía tengo otra cosa en que entretenerme y pasar el tiempo, la cosa que le digo es un “Gallo fino” que me ha regalado Dn. Lucas de Sotolongo, es muy bonito y papá lo cuida mucho, ahora papá anda buscando quien le corte la cresta y me lo arregle para pelearlo este año, y dice que es un gallo que vale más de dos onzas.
Tanto el río que cruza por la «finca» de Dn. Jaime como el de la “Sabanilla” por el cual tiene que pasar el correo, estaban el sábado sumamente crecidos, llegó el de acá a la cerca de Dn. Domingo, pero ya han bajado mucho.
Y no teniéndole otra cosa que decirle déle expresiones a mamá Joaquina, Joaquina y Luisa y las niñas y a Pilar déle un besito y Vd. reciba de su obediente hijo que le quiere con delirio José Martí.


Moises Plasencia Martin
Genial y entrañable. Abrazos dsde Gran Canaria. Entre Artenara y San Mateo està la semilla isleña y Materna de José Martí Pérez...
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  • 5 h
  • Margarita Garcia Alonso
    Moises Plasencia Martin y vives por allà, mira que todo està por descubrir...
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    • 5 h
  • Moises Plasencia Martin
    Margarita Garcia Alonso pregunté, hice pesquisas, y parece que el abuelo dirigió la banda de música municipal del municipio San Mateo, en Gran Canaria....a tu salud me voy a tomar un mojito con Habana 3.
    Sigue escribiendo que tú Nobel està en camino. Pa'lante y pa'lante....📚🌹🍾🍷🍷
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    • Wouah
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    • 5 h
  • Moises Plasencia Martin
    Margarita Garcia Alonso, el abuelo materno del Apóstol es de Gran Canaria ( Vega de San Mateo), la abuela materna es de la isla de La Palma y su Madre del alma, Leonor Pèrez Cabrera es de Santa Cruz de Tenerife. Un abrazo y un beso. Cuídate.👌🍀🌹


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