¿qué profesión es esa que aterra? La pasión de la reina era más grande que el cuadro, en AMAZON

 


Una noche, la Reina Gracia decidió llamarse Margarita, y, llena de coraje, decidió extraer su corazón.

Con extrema delicadeza subió el corazón a la garganta, forzó la estrecha cavidad de la boca con una patadita de la lengua y lo posó en la almohada. Durante horas lo contempló. Era violeta, venoso, y latía despiadado...
Sorprendida, descubrió arañazos que tatuaban los ventrículos, y desmayó en un charco de sangre. Al despertar, las manchas, como si fuesen de café, configuraban paisajes de su pasado...
Atemorizada, decidió devolverlo a su plaza, a su encierro, pero le costó trabajo. La boca se negaba a tragar esa masa en forma de pera que se debatía histérica y la garganta seca no facilitó la devolución al pecho de ese corazón que, a falta de oscuridad, se tensaba y volvía de piedra.
La reina insistente y, con esfuerzo sobrehumano, lo apresó en la caja torácica, pero terminó escupiendo sangre. Repitió la operación durante semanas, hasta que decidió dejar al bravo órgano en lo alto del librero, lejos de la voracidad de la gata negra. De todas formas, nada extraído ocupa el mismo lugar, ni es el mismo.
Desde el teclado tiene al corazón a la vista. Le observa ennegrecerse, azularse...La reina Margarita ha podido agrandar el espacio vital de su corazón y consolarlo, mientras se intoxica con el aire enrarecido que escapa de las redes sociales... Ella sola, en su polo de soledad, muere de mil razones...
« Tienes el corazón de poeta, hija, grita quejumbroso el órgano, ¿qué profesión es esa que aterra, no podías ser otra cosa que poeta?

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