flores de otoño
Denis Sharazin
El breve instante en que estamos juntos⠀
lo celebramos como una epifanía,⠀
solos en la tierra. Y tú, más intrépida⠀
y más ligera que un ala de pájaro,⠀
volabas los peldaños como un vértigo desde lo alto,⠀
arrastrándome a través de las lilas a tu imperio,⠀
allá lejos, más allá del espejo.⠀
⠀
Cuando llegó la noche y se me otorgó la gracia⠀
se abrió por fin la puerta del altar⠀
donde, resplandeciente en la sombra,⠀
tu desnudez se inclinaba lentamente.⠀
⠀
Y al despertar dije: “Bendita seas por siempre”⠀
y comprendí la audacia de mi bendición, pues dormías⠀
y las lilas sobre la mesa buscaban⠀
rozarte para teñir tus párpados⠀
con un dedo de azul, color del universo.⠀
⠀
Sombreado de azul estaba quieto tu párpado,⠀
tu frente serena, tu mano tibia.⠀
En el cristal palpitaban los ríos,⠀
brillaban los mares, se ocultaban las cimas⠀
y en tu palma, sobre un trono,⠀
sostenías esa esfera de cristal,⠀
¡oh, justo cielo! ¡Y me pertenecías!⠀
⠀
Despertaste… Un instante después⠀
transfigurabas el vocabulario de todos los días.⠀
Vibrantes las palabras desbordaban⠀
plenas de vida, y la palabra tú⠀
nos reveló un sentido de luz.⠀
⠀
Hasta los simples objetos familiares⠀
–palangana, jarra— todo se transfiguró⠀
cuando entre nosotros, erguida como un dique,⠀
acechaba el agua dura y estratificada.⠀
Nos dejábamos llevar sin saber adónde.⠀
frente a nosotros, cual espejismos⠀
milagrosamente edificados, las ciudades se apartaban.⠀
⠀
A nuestros pies se tendía la mejorana,⠀
el pájaro seguía nuestras lejanas caminatas⠀
y los peces remontaban la corriente,⠀
se abrían para nosotros los celestes espacios…⠀
⠀
Cuando el destino, con una navaja en la mano,⠀
seguía nuestras huellas como un demente.⠀
⠀
Arseni Tarkovski⠀
Primeras citas⠀
lo celebramos como una epifanía,⠀
solos en la tierra. Y tú, más intrépida⠀
y más ligera que un ala de pájaro,⠀
volabas los peldaños como un vértigo desde lo alto,⠀
arrastrándome a través de las lilas a tu imperio,⠀
allá lejos, más allá del espejo.⠀
⠀
Cuando llegó la noche y se me otorgó la gracia⠀
se abrió por fin la puerta del altar⠀
donde, resplandeciente en la sombra,⠀
tu desnudez se inclinaba lentamente.⠀
⠀
Y al despertar dije: “Bendita seas por siempre”⠀
y comprendí la audacia de mi bendición, pues dormías⠀
y las lilas sobre la mesa buscaban⠀
rozarte para teñir tus párpados⠀
con un dedo de azul, color del universo.⠀
⠀
Sombreado de azul estaba quieto tu párpado,⠀
tu frente serena, tu mano tibia.⠀
En el cristal palpitaban los ríos,⠀
brillaban los mares, se ocultaban las cimas⠀
y en tu palma, sobre un trono,⠀
sostenías esa esfera de cristal,⠀
¡oh, justo cielo! ¡Y me pertenecías!⠀
⠀
Despertaste… Un instante después⠀
transfigurabas el vocabulario de todos los días.⠀
Vibrantes las palabras desbordaban⠀
plenas de vida, y la palabra tú⠀
nos reveló un sentido de luz.⠀
⠀
Hasta los simples objetos familiares⠀
–palangana, jarra— todo se transfiguró⠀
cuando entre nosotros, erguida como un dique,⠀
acechaba el agua dura y estratificada.⠀
Nos dejábamos llevar sin saber adónde.⠀
frente a nosotros, cual espejismos⠀
milagrosamente edificados, las ciudades se apartaban.⠀
⠀
A nuestros pies se tendía la mejorana,⠀
el pájaro seguía nuestras lejanas caminatas⠀
y los peces remontaban la corriente,⠀
se abrían para nosotros los celestes espacios…⠀
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Cuando el destino, con una navaja en la mano,⠀
seguía nuestras huellas como un demente.⠀
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Arseni Tarkovski⠀
Primeras citas⠀
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