Hay que saber reservarse


 Tenemos que darnos a nosotros mismos nuestras pruebas de que estamos destinados a la independencia y al mando; y hacer esto a tiempo. No debernos eludir nuestras pruebas, a pesar de que acaso sean ellas el juego más peligroso que quepa jugar y sean, en última instancia, sólo pruebas que exhibimos ante nosotros mismos como testigos, y ante ningún otro juez.⠀

No quedar adheridos a ninguna persona: aunque sea la más amada, —toda persona es una cárcel, y también un rincón.⠀

No quedar adheridos a ninguna patria: aunque sea la que más sufra y la más necesitada de ayuda, —menos difícil resulta desvincular nuestro corazón de una patria victoriosa.⠀

No quedar adheridos a ninguna compasión: aunque se dirigiese a hombres superiores,⠀
en cuyo raro martirio y desamparo un azar ha hecho que fijemos nosotros la mirada.⠀

No quedar adheridos a ninguna ciencia: aunque nos atraiga hacia sí con los descubrimientos más preciosos, al parecer reservados precisamente a nosotros.⠀

No quedar adheridos a nuestro propio desasimiento, a aquella voluptuosa lejanía y extranjería del pájaro que huye cada vez más lejos hacia la altura, a fin de ver cada vez más cosas por debajo de sí: —peligro del que vuela.⠀

No quedar adheridos a nuestras virtudes ni convertirnos, en cuanto totalidad, en víctima de cualquiera de nuestras singularidades,⠀ por ejemplo de nuestra “hospitalidad”:⠀ese es el peligro de los peligros para las almas de elevado linaje y ricas, las cuales se tratan a sí mismas con prodigalidad, casi con indiferencia, y llevan tan lejos la virtud de la liberalidad que la convierten en un vicio.⠀

Hay que saber reservarse: ésta es la más fuerte prueba de independencia.⠀

Friedrich Nietzsche⠀
Más allá del bien y del mal⠀

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