editorial Hachette, PREMIO A LOS IMBECILES CENSORES DEL DIA

Un grupo de empleados de la editorial Hachette que trabajan en la producción del último libro de J.K. Rowling amenazan con boicotear la publicación tras unirse a lasacusaciones de transfobia contra la escritora. La autora de la saga de Harry Potterestá desde hace días en medio de una tormenta de acusaciones e incluso ha recibido amenazas de muerte por su posición con respecto a la transexualidad, que ya la había obligado a retirarse de Twitter, donde la siguen casi 15 millones de personas, en el pasado.
Pero la polémica ha trascendido el odio característico de las redes sociales para convertirse en algo más fuerte. Las posiciones de Rowling han sido señaladas y criticadas por algunos de los actores que protagonizan las adaptaciones cinematográficas de sus novelas, como Daniel Radcliffe y Emma Watson, mientras que Melissa Anelli, editora de The Leaky Cauldron, la mayor web de fans de Harry Potter del mundo, ha instado al público a que deje de comprar los libros de la escritora, así como las películas basadas en ellos. Además, un colegio de West Sussex abandonó sus planes de bautizar uno de sus recintos con el nombre de la autora, ya que «no deseamos que se nos asocie con sus puntos de vista». La directora adjunta, Sarah Edwards, explicó que «ya no puede ser un modelo a seguir apropiado para nuestros alumnos».
Los últimos en unirse a la discusión son varios empleados de la división de literatura infantil de la editorial Hachette, que según informa The Daily Mail citando a una persona que estuvo presente, protagonizaron una «acalorada» reunión en la que expresaron no estar «preparados para trabajar en la producción del libro» ya que apoyan el lobby trans y se oponen al punto de vista de la escocesa. «Es gente muy espabilada», explicó la fuente, «sobre todo veinteañeros o al comienzo de la treintena, y aparentemente es un tema que les preocupa mucho». Sin embargo, una fuente de la empresa detalló que las críticas vinieron solo de «una pequeña parte del personal, que tiene derecho a mantener sus puntos de vista. Si se les pidiera editar un libro sobre abuso doméstico y fueran supervivientes del mismo, nunca se les obligaría a trabajar en él, por supuesto. Pero este es un cuento de hadas para niños. No es el fin del mundo».
Hachette, que es el grupo que debía haber publicado las memorias de Woody Allen en Estados Unidos, pero finalmente canceló su salida debido a las acusaciones de acoso sexual contra el cineasta, tiene previsto publicar el cuento titulado«The Ickabog» en noviembre, aunque está disponible online de forma gratuita en la www.theickabog.com, ya que Rowling lo liberó antes para que los pequeños pudieran disfrutarlo durante la cuarentena provocada por la pandemia de la Covid-19.

El origen de la polémica

La avalancha de críticas, que han tomando un cariz inesperado, empezó cuando Rowling criticó en un tuit un texto en el que en lugar de hablarse de «mujeres» se hablaba de «personas que menstrúan». La autora compartió un enlace a un artículo titulado «Opinión: Creando un mundo post-Covid-19 más igualitario para la gente que menstrúa» e ironizó con que «la gente que menstrúa solía tener un nombre», en alusión a las mujeres.
Sus palabras abrieron la caja de los truenos y empezaron a llover las acusaciones de transfobia desde diferentes frentes, incluyendo personalidades del cine y la farándula, así como asociaciones de personas transgénero. Lejos de esconderse, la creadora de Harry Potter decidió entonces responder a través de la publicación de un extenso ensayo en su página web en el que revela de forma detallada una parte de su historia personal, con el fin de explicar el porqué de su posición y su interés en que existan espacios diferenciados por sexo, por ejemplo en los baños públicos.
«He estado en el ojo público durante más de veinte años y nunca he hablado públicamente de que soy una súperviviente de abuso doméstico y agresión sexual», explicó Rowling, y añadió que «no es porque me dé vergüenza que eso me sucediera, sino porque son eventos traumáticos de recordar». En su texto, Rowling aclara: «Quiero que las mujeres trans estén seguras. Al mismo tiempo, no quiero que las niñas y mujeres de nacimiento estén menos seguras. Cuando abres las puertas de los baños y vestuarios a cualquier hombre que cree o siente que es una mujer –y, como he dicho, ahora se pueden otorgar certificados de confirmación de género sin necesidad de cirugía u hormonas–, entonces abres la puerta a todos y cada uno de los hombres que desean entrar. Esa es la verdad». Y añadió que el lenguaje «inclusivo» que llama a las mujeres «menstruadoras» y «personas con vulva», a muchas mujeres les parece «deshumanizante y degradante».

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