No soy de un país ni tengo patria, un poema de Juan Carlos Recio Martínez



No soy de un país ni tengo patria
ni presidente
ni bandera,
no soy el traidor ni el embustero
ni el verde de las palmas,
y tengo un padre que ha burlado
la cárcel y el exilio.
No soy el padre ni el hijo ni la ley
ni el obedezco
ni el disfraz…
Soy lo que no soy,
Porque nunca predico.
Me creo del árbol de la vida
y tengo en la nariz
la paja que le saqué del ojo a mi vecino.
Como Flaubert, he vivido la vida de otros
y en las madrugadas despierto a los desconocidos
para que me dibujen una oveja.
A veces, de caminos y atajos, mi piel se ahueca
y la huella de los que pasan me deja vacío;
otras, vuelvo al sitio nombrado a repetirme
y a oler la casualidad y el polvo de esta locura.
Los últimos ciclones pasan
para volar el techo de mi casa.

Asumo la bestia que soy y le canto al cielo
como Lucy
y bajo el agua sujeto el techo del cielo
que es, en fin,
mi casa.

A veces, 
cuando mi columna
es la de un pez,
podría amar a un desconocido como a mi propia hija.

Las espinas no me duelen, ni la espera
de este exilio donde invoco los mandamientos
y juego -a ocultas y con suerte- el número de la radio.

A veces tirito,
me dejo enamorar
y siempre vigilo al censor que hay en mí.

A veces escribo
cartas sepias que parecen diamantes
de algún loco o burócrata tras su cortina.
Este árbol que soy,
donde mi nariz posa de extranjero
y donde se cruzan carreteras, autos de alquiler y abismos.
¿No es el espacio del desocupado
y tampoco lo publico?
Estoy seco y sin hojas para el invierno,
me han cortado como la espiga del arroz
de los pantanos,
me violan en sueños que son la realidad,
esos Matías Pérez de la sed y el instinto.
El animal que está en mí no puedo domarlo,
a él de seguro le esperan
otros adioses, domadores y olvidos.
Nunca tengo planes en la vida,
ni arquitectura para un romance,
tampoco árboles o enigmas
y menos un papel de hombre raro entre mamparas.
No soy quien sabe lo que soy ni lo defino,
el alba y el ocaso se parecen,
no voy a ser de los que eligen para el Arca
y, de salvarme, ni de macho ni de hembra será el sello.
Nací de una mujer, pero bien puede ser esa mujer
para este hombre que soy en otra vida.
no soy nada ni nadie ni un es quién fue
ni un es quién será ni un es quién sabe.
No soy y eso me basta.
Me amparan el cambio de estación
y los amigos no oficiales en el fondo de otra historia.
En aliviar al prójimo me inspiro
aunque para ser un árbol no basten las enumeraciones
y sí la rama partida o la cicatriz,
el imperfecto que sin música se devora.
Para el extravío hace falta más que una soledad
el ancla y esas fotos
que en los cementerios abandonan
las familias en el cuerpo y el espíritu.
No soy es lo que sé
ni mi corazón es el ultimo lugar sobre una isla,
tampoco canto el rock por Janis Joplin,
vereda tropical es menos lo extranjero.
Amigos, no soy el público
y por eso los entiendo:
la nulidad de mí
es la doble existencia sin espacio;
no sabría decir
con la fe de las almas austeras
al combate corred
porque nunca predico.

Juan Carlos Recio Martínez

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