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Belkis Cuza Malè archivo personal
Ernesto Padilla recién nacido, con su padre, su hermana María Josefina y yo, en el apartamento de la Ave. 31 A, Marianao., Cuba. Enero 1973.
Heberto Padilla.
Poética
Di la verdad.
Di, al menos, tu verdad.
Y después
deja que cualquier cosa ocurra:
que te rompan la página querida,
que te tumben a pedradas la puerta,
que la gente
se amontone delante de tu cuerpo
como si fueras
un prodigio o un muerto.
Fuera del juego
A Yannis Ritzos, en una cárcel de Grecia
¡Al poeta, despídanlo!
Ese no tiene aquí nada que hacer.
No entra en el juego.
No se entusiasma.
No pone en claro su mensaje.
No repara siquiera en los milagros.
Se pasa el día entero cavilando.
Encuentra siempre algo que objetar.
¡A ese tipo, despídanlo!
Echen a un lado al aguafiestas,
a ese malhumorado
del verano,
con gafas negras
bajo el sol que nace.
Siempre
le sedujeron las andanzas
y las bellas catástrofes
del tiempo sin Historia.
Es
incluso
anticuado.
Sólo le gusta el viejo Armstrong.
Tararea, a lo sumo,
una canción de Pete Seeger.
Canta,
entre dientes,
La Guantanamera.
Pero no hay
quien lo haga abrir la boca,
pero no hay
quien lo haga sonreír
cada vez que comienza el espectáculo
y brincan
los payasos por la escena;
cuando las cacatúas
confunden el amor con el terror
y está crujiendo el escenario
y truenan los metales
y los cueros
y todo el mundo salta,
se inclina,
retrocede,
sonríe,
abre la boca
«pues sí,
claro que sí,
por supuesto que sí…»
y bailan todos bien,
bailan bonito,
como les piden que sea el baile.
¡A ese tipo, despídanlo!
Ese no tiene aquí nada que hacer.
Para escribir en el álbum de un tirano
Protégete de los vacilantes,
porque un día sabrán lo que no quieren.
Protégete de los balbucientes,
de Juan-el-gago, Pedro-el-mudo,
porque descubrirán un día su voz fuerte.
Protégete de los tímidos y los apabullados,
porque un día dejarán de ponerse de pie cuando entres.
Última primavera en Moscú
Mira esta primavera que ha llegado corriendo
y gira sobre las estaciones.
Mírala cómo llena las plazas de Moscú.
¿Qué haces tú, solitario, que no vas a alcanzarla?
Gruñón, ¿qué estás haciendo
bajo la capa turbia de las imprecaciones?
Mírala levantarse en el botón reciente de la rosa,
energía del año, perfume entusiasta de los seres.
Con la pipa encendida del poeta,
tú recuerdas la hora siniestra del invierno
que hasta ayer aleteaba en tu hombro sin fuego.
Arden las casas en el aire nuevo.
Se vuelcan en el río los lastres del invierno.
La vida es el retoño que se abre lentamente
como se cierra una herida.
El abedul engendra su hoja ciega.
Están vibrando hasta los materiales
ocultos de los capullos,
contrarrestados por cada caminante sin edad.
Y el amor es el único elemento.
Con la súbita primavera los deseos despiertan
como los uros, muy silenciosos, muy sedientos.
Heinrich Heine
En una de estas tardes
me pondré guantes blancos,
frac negro,
sombrero;
iré a la calle Behren,
cuando nadie se encuentre en el café,
y no se haya formado la tertulia
y nadie me pueda reconocer
excepto Heinrich Heine,
pues debo hablar con él,
que sabe cuánto oculta la gloria y la ponzoña,
el exilio y el reino
(y que lo sabe bien).
Escéptico, burlón, sentimental creyente…
(Así lo describió Gautier)
Pero ¿de quién hablaba?
¿De nosotros o de él?
Porque ¿quién no ha opinado
contra sus sentimientos?
¿Contra quién no ha graznado
un cuervo de hiel?
En una de estas tardes…
Enfundaré los ojos de Teresa,
se los pondré delante a Heine
de modo que comprenda que también
supe de ellos y los desenterré.
Le diré que es mi modo de ser contemporáneo.
Haremos una larga reverencia
(son ojos de otro siglo,
descubiertos por mí…)
Esta tarde tal vez…
Cuando el brumoso mirlo
salte de rama en rama
y sólo Heine se encuentre en el Café,
y nadie pueda nunca saber
que anduve entre walkirias, nornas,
parcas del norte,
que yo también he sido un desenterrador.
poemas de
BELKIS CUZA MALÉ
ESTÁN HACIENDO UNA MUCHACHA PARA LA ÉPOCA
Están haciendo una muchacha para la época,
con mucha cal y unas pocas herramientas,
alambres, cabelleras postizas,
senos de algodón y armazón de madera.
El rostro tendrá la inocencia de Ofelia
y las manos, el rito de una Helena de Troya,
hablará tres idiomas
y será diestra en el arco, en el tiro y la flecha.
Están haciendo una muchacha para la época,
entendida en política
y casi en filosofía,
alguien que no tartamudee,
ni tenga necesidad de espejuelos,
que llene los requisitos de una aeromoza,
lea a diario la prensa
y, por supuesto, libere su sexo
sin dar un mal paso con un hombre.
En fin, si no hay nuevas disposiciones,
así saldrá del horno
esta muchacha hecha para la época.
LA PATRIA DE MI MADRE
Mi madre decía siempre
que la patria era cualquier sitio,
preferiblemente el sitio de la muerte.
Por eso compró la tierra más árida
y el paisaje más triste
y la yerba más seca,
y junto al árbol infeliz
comenzó a levantar su patria.
La construía a pedazos
(un día una pared, otro día el techo,
y, a ratos, huecos para dejar colar el aire).
Mi casa es mi patria -decía-
y yo la veía cerrar los ojos
como una muchacha llena de ilusión
mientras escogía, de nuevo, a tientas,
el sitio de la muerte.
NIÑEZ
Cuando fui una niña
salía a la calle
a soñar despierta,
jugaba a la rueda,
detestaba el parque,
me dormía sentada en la puerta.
Quería que el mundo
de verde, de tul,
de azul, de cerezas
tiñera, vistiera
su palidez muerta.
Me dolía que la gente
no quisiera
a los perros,
a los conejos,
a los gatos.
Los veía tiernos,
hambrientos,
juguetes humanos.
Y nadie quería
que los guardara en mi patio.
Ver lindas
alas de mariposas,
dejarlas volar,
dejarlas que jueguen
también con nosotras.
Coger florecillas
silvestres y raras.
¡Y pensar que ser niño
dura lo que una mañana!
COMPRO MUEBLES VIEJOS: SILLAS, CAMAS, BASTIDORES…
Los compradores de muebles viejos
a menudo olvidan el amor,
sustraen una cama o una silla
aprovechando que sus dueños se han mudado
para siempre,
que embarcaron con la vejez y la tarde,
que no tuvieron tiempo de decidir la suerte
de los objetos
y a última hora hubo que deshabitar la casa,
abandonar la felicidad de antes
y partir sin despedirse de la cocinera.
Los compradores de muebles viejos
borran el polvo,
cualquier mancha de aceite sobre la superficie
y hasta inventan una historia feliz
para el nuevo dueño:
“Aquí se sentada el Rey Midas”.
“En esta cama nació María Antonieta”.
Pero las huellas del antiguo cuerpo
no desaparecen nunca,
ni la fatalidad, ni la soberbia
y el nuevo propietario comienza a pensar
que él es el otro,
que todo lo que toca se convierte en sal y agua,
que su mujer ha perdido la cabeza
y que ya no hay modo de no morir como los otros.
MANIQUÍ
La envidio,
ella usa un vestido de dos piezas de Chanel,
una cartera de Gucci,
unos zapatos de Ferragamo.
La boca ríe con rojo de Estée Lauder
y Elizabeth Arden le delinea los ojos desafiantes.
De Ralph Lauren es el tatuaje de la piel,
y de Geoffrey Beene, las piernas.
Huela a Paloma Picasso, a agua de coco y a verbena,
no usa sostén,
pero el bikini es un diseño de Valentino.
Para el sol, cristales oscuros de la Loren.
Y a la hora de la verdad
nada como su Rolex con brillantes.
Ah, el alma le fue cortada y cosida en la casa Dior
sobre hermosos brocados persas.
Si no me quisiera tanto a mí misma
me gustaría ser ella,
la dama fea del perrito.
foto Belkis Cuza Male en La Casa de las Américas, La Habana, 1968
BelkisCuzaMalé Espacio web:
Belkis Cuza con Heberto Padilla en su casa del Vedado, en La Habana, unos días antes del arresto.#Cuba #literaturacubana #Poetas
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