Sé que ya no puedo regresar. REQUIEM POR CAIBARIÉN, Eduardo Quincoso.


POR EDUARDO QUINCOSO

Sé que ya no puedo regresar... No podría aunque quisiera. Porque no podemos regresar a dónde no nos esperan... donde ya no queda nada que nos recuerde. Cuando uno ve morir a sus contemporáneos, uno detrás de otro, y los ve caer, como caen las frutas podridas de un árbol abandonado... Así van cayendo los amigos de mi infancia. Mi infancia misma es un fantasma. Los lugares a donde fuí de niño, ya no existen. Todos han desaparecido o han muerto, sin honra, sin justicia, mas no de muerte natural. No de viejos. Tampoco por causa de una guerra. Sino de abandono o vil desidia. Los edificios de mi pueblo se han convertido en ruinas, colgajos esqueléticos que van desapareciendo hasta no dejar rastro. Y da pena, da tristeza, da dolor, saber que todo pudo terminar de otra forma, más amable, más noble y digna... o no terminar; porque la gente seguirá viviendo, seguirá respirando. La vida sigue a pesar de nosotros. O quizá precisamente porque parte de nosotros sigue viviendo, a pesar del desastre. Y sin embargo, nada quedará en pie para contar su historia. Solo nos espera el implacable olvido. Nos han borrado el pasado. Y no tendremos futuro. El presente es esto que cuento para no llorar. Mi pueblo ha muerto entre ruinas, ruinas habitadas... dejando apenas los despojos que quedan después de una batalla. Y es triste mirarlo y no tener remedio para tanta desdicha. Adiós. Me despido con la letra de una vieja canción que escribí una vez para él...
REQUIEM POR CAIBARIÉN.
Triste es pedir sin que te den...
pero es más triste haber nacido en Caibarién;
un pueblo que parece que perdió 
el favor de Dios,
y a la inclemencia humana se entregó...
O el tiempo le vino a cobrar
la deuda que su vanidad debió pagar,
belleza que como una flor se deshojó,
a mano de hombres y mujeres,
que mordieron cual lebreles
sus costillas...
Y sus hijos se echaron al mar,
escapando del Armagedón...
pero al fondo sus huesos
fueron a parar...

Dijo una voz
que fue la tempestad,
cerca del fin... 
cerca del más allá..!
Dijo una voz 
que el mar cantó su soledad...
como un requiem
para morir..!
- 0 -
Mi vida la rige el azar...
Mi corazón jamás dejó de preguntar;
Y siempre por respuesta 
me amparó
al filo de la noche, una canción.
Qué souvenir vamos a hacer
con los despojos de éste amanecer..?
Sino nos queda ni porqué llorar...
solo el rastro de negros rieles
que dejaron viejos trenes
en la orilla...
Y las almas reniegan de un mar
desolado frente a un malecón,
donde en vano el consuelo
busca un trovador...

Dice una voz
que habrá una tempestad...
que será el fin...
que todo acabará...
Dice una voz
que el mar en peso se alzará...
Como un requiem para morir.

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