La begonia gigante, DAVID LAGO GONZALEZ, en INDICIOS DE DESORDEN, editions HOY NO HE VISTO EL PARAISO, 2014

La begonia gigante, DAVID LAGO GONZALEZ, en INDICIOS DE DESORDEN, editions HOY NO HE VISTO EL PARAISO, 2014
 
La begonia gigante
Yo era un gusano a la sombra de su hoja.
Gusano feliz. Sombra fresca. Enorme hoja
que cubría mi palmo de tierra.
Tampoco era que estuviera a salvo del todo,
pero me desenvolvía con cierto desenfado,
incluso hasta con algo de desparpajo, bajando
y apareciendo desde las catacumbas
donde los gusanos solemos buscarnos la vida como nos viene,
gusaneando con éste, con aquél, quejándonos de todo,
si llueve porque llueve, si no llueve
porque hasta la sombra se calienta
y nos escalda como a pollos para el desplume.
Ah, nuestra piel es tan fina...
A pesar de nuestra apariencia poco edificante,
somos de noble cuna, y más fiables que los pesticidas
porque en subsistir y pretender vivir arriesgamos la vida.
Nuestra casa es modesta, pero, para lo que hay, confortable.
La inmensa begonia lustrosa da gusto mirarla desde abajo
y he escalado hasta su envés: reluce como madera encerada.
El interior, tierra traída del campo:
incluso a veces transfiere sorpresas,
llantenes que rebrotan, plantas silvestres,
y también lo que se llama “mala hierba”,
pero puesto que hasta en ese horrible mundo de los hombres
existen,
debemos conformarnos.
Las paredes... Las paredes, digamos que son delicadas,
pero no por sus nobles materiales.
Es un barril aserrado por su mitad,
montado sobre algunas patas tomadas del resto.
Contenía manteca de cerdo de dudosa procedencia
(algunos torpes gusanos dicen que es de oso de los Urales,
 
pero yo, como soy un gusano inteligente, pienso
que eso haría al producto infinitamente más caro,
y los gusanos no nos merecemos tanto.)
Como la madera sí es indescifrable, el trópico la pudre con
rapidez,
y a veces sufrimos la fractura de algún puntal.
Nuestro dueño un
triste idólatra de las plantas
recurre nuevamente al soborno para hacerse con otro barril,
lo sierra y nos trasplanta a todos.
Ah..., begonia nueva, naciente vida;
otra vez a buscar a los amigos: algunos murieron, otros escaparon.
Otros, seguimos arrastrándonos.
Sólo ciclos, todo normal. Nada trágico.

Commentaires

Articles les plus consultés