DISTURBIOS EN CHILE, por Pepe Pelayo


DISTURBIOS EN CHILE (I)
Hasta ahora no había querido publicar mis opiniones sobre lo que está sucediendo en mi país adoptivo, pero como tengo tantos amigos que no viven aquí y ellos me escriben y me llaman para que les explique, me veo en la obligación de hacerlo.
Me atrevo entonces a expresarlo, aunque sé de antemano dos cosas: una, que puede que mi visión no sea la verdad, como es lógico; y dos, que por decirla, varias personas me crucificarán por no pensar como ellos.
Para los que me conocen poco, les informo que no pertenezco a ningún partido político y que si desean clasificarme, sería más de izquierda que de derecha (aunque en estos tiempos esa clasificación es confusa), siendo en muchísimas cosas un liberal, sobre todo en lo valórico. 
Así aclarado todo, comienzo.
Dividiré en tres puntos mi reflexión: los indignados, los violentistas y los saqueadores.
1) Los indignados.
Coincido con muchos aquí de que se estaba acumulando desde los gobiernos anteriores un malestar en la sociedad y en algún momento eso iba salir a la luz. Malestar por injusticias sociales, bajos sueldos, cara la vida, mala salud pública, mala educación pública, poca equidad, gran brecha entre ricos y pobres, etc. Ojo, lo mismo que sucede en muchos países del mundo. Entonces, por algún motivo que ya abordaré después, por el alza del pasaje del Metro, los estudiantes de enseñanza media sobre todo, comenzaron a evadir el pago del Metro y de pronto ¡ZAZ!, el caos que estamos viviendo.
Yo apoyo incondicionalmente a los indignados. Cualquiera con sensibilidad y dos dedos de frente lo hace, porque sus demandas son por hechos concretos,, el que no lo vea está ciego. Y los políticos de todos los partidos, sin importar su ideología, deberían hacer algo urgente. Medidas a corto plazo, a mediano plazo y a largo plazo. Los políticos que están de turno en el Ejecutivo y los que están de turno en la oposición, deben dejar sus ambiciones de poder y sin mezquindades unirse y ponerse de acuerdo en cómo resolver esos problemas sociales. Insisto, tanto el Gobierno como los Diputados y Senadores en su totalidad.
Apruebo las marchas, las concentraciones, todo lo que se haga para protestar PACÍFICAMENTE. Eso es parte de la democracia. El pueblo debe manifestarse, las autoridades recoger sus inquietudes y solucionar. Si lo hacen bien o no hacen nada, ese pueblo tiene el poder de no votar más por ellos. Esa es la democracia.
Lo que me preocupa son dos cosas: una, que el pueblo tenga mala memoria, como siempre ha demostrado, y vuelva a elegir a los mismos políticos, sean corruptos, o ineficientes. Si lo hacen, entonces no vale la pena apoyar más sus “indignaciones”. Y dos, que el pueblo no se deje llevar por los “ofertones” (como dijo un prestigioso cura aquí, de los pocos que predica con su ejemplo); es decir, no sucumbir a los populismos y sus cantos de sirena. Porque ahora es fácil que nos encontremos con políticos de derecha y de izquierda que nos digan que él sí sabe cómo resolver los problemas en dos días. Por favor, eso es una mentira absoluta. Estos problemas, repito, algunos pocos se resuelven en días, pero muchos a mediano plazo y otros a largo plazo. Lo demás es populismo barato.
Entonces el Presidente que tenemos anunció medidas para comenzar a resolver los malestares sociales. Como no soy economista, no puedo asegurar si son buenas o no sus medidas. Esquematizando: ahora la derecha dice que son buenas medidas, el centro dice que son buenas pero insuficientes y la izquierda dice que son malas. ¿Qué dice el pueblo al respecto? No sé, pero tampoco el pueblo es economista, así que le va a creer a quien mejor esfuerzo haga para convencerlos, como pasa a menudo. Lo lógico sería que esperáramos un tiempo prudencial y si sigue todo igual volver a manifestarse. Pero existe también una cosa que es la lógica y aunque sea de una manera muy básica, se pueden analizar las medidas propuestas y tener una opinión. Por ejemplo, yo pienso que son buenas, pero insuficientes. Pero también sé que este no es un país rico y que hay que sacar dinero de algún lado para aplicar esas medidas, así que no podría ser tan exigente. Lo que sí estaré al tanto de si siguen creando medidas, si siguen tratando de solucionar y si es así, felices todos. La cosa es que los políticos no se han ganado el derecho a confiar en ellos, por lo tanto hay que dudar de lo que harán.
Entonces, si el pueblo decide que esas medidas no sirven o no son suficientes, tienen todo el derecho a continuar marchando, protestando. Lo que no tiene derecho ni el pueblo, ni el gobierno ni el estado es a manifestarse con violencia.
Y ese será el segundo punto a reflexionar en otro post que subiré mañana, porque ya esto se ha hecho extenso y sé que a la gente no les gusta leer mucho.
Y recuerdo. Si no estás de acuerdo conmigo y me lo quieres decir, hazlo. Sólo pido que sea con respeto, sin descalificar y sin vulgaridades.


DISTURBIOS EN CHILE (II)
Tal y como inicié la reflexión anterior, comienzo esta: opino aquí porque muchos amigos que no viven en este país quieren saber lo que está sucediendo. Lo hago a sabiendas de que puede que me equivoque y sea otra la verdad y a sabiendas también que habrá gente que no estará de acuerdo conmigo y me pueden crucificar. Pero así y todo necesito escribir esto como catarsis, como terapia, por todo lo que he acumulado en mi pecho esta última semana.
Dividí esta opinión personal en tres partes: los indignados, los violentistas y los saqueadores. Ya publiqué ayer “los indignados”. Ahora le toca a…
2) Los violentistas.
2a) Sospechas
Después de la evasión de los estudiantes de enseñanza media para no pagar el Metro, de repente hubo un incendio en nueve estaciones al mismo tiempo. ¿Alguien puede decir que eso es espontáneo? No creo. Después, casi simultáneamente comienzan a arder unos cuantos supermercados, más otros mercados más pequeños y hasta locales de barrio. Todos dedicados a vender alimentos. ¿Casualidad? No creo. Más tarde aparecen los ataques a bencineras (gasolineras) y luego a las farmacias. Qué raro, no incendiaban ni saqueaban jugueterías, tiendas de muebles, ferreterías, colegios, oficinas, iglesias, etc., etc. Y lo que es más extraño, ni siquiera bancos (exceptos casos aislados). Si me pongo suspicaz, podría pensar que el objetivo era dejar sin alimentos, sin combustible y sin medicinas al pueblo, para que los ciudadanos se sintieran peor, ahogados y reaccionaran sumándose a la violencia, ¿no es cierto? Para mí está claro. Por eso me incomoda que muchos con voz y poder, que también se han dado cuenta de eso, sigan callados.
Ya sé que alguien me dirá que la mía es una teoría de conspiración sin pruebas. Yo respondo: es verdad, no tengo pruebas, solo especulo por lo que vi y estoy viendo. Más bien son preguntas que me hago, porque me parece insólito esas cosas que acabo de mencionar. Para mí sería una casualidad extrema que no hubiera alguien detrás de esta violencia.
Y otros fanáticos me pueden decir que estoy haciendo una campaña para demonizar a los que protestan. No es cierto. He repetido mil veces que apoyo incondicionalmente a los indignados, porque soy uno de ellos y por otra parte, no hago campaña porque no tengo nada que ver con el activismo político. No me alcanza el tiempo para crear y los que me sigue saben que no paro de trabajar, así que no puedo ocuparme de campañitas.
Pero sigo. Vemos en la TV cómo entran a un local y hay una persona que ordena y guía el desmán y los demás obedecen. ¿Eso no significa que están organizados? Obvio.
Ojo, estas manifestaciones del pueblo chileno protestando, reitero mil veces, están super justificadas. Es un malestar justo. ¿Pero los manifestantes están realizando desmanes o aprueban los actos de violencia? Por supuesto que no. Las personas indignadas que protestan y los indignados que ven todo por TV en sus casas, no están de acuerdo con la violencia, no la apoyan. Que quede claro eso para el mundo que está viendo sólo los fuegos y los saqueos por TV.
Finalizo este punto repitiendo que puede que me equivoque al pensar todo esto. Pero nadie me podrá convencer de que algo hay detrás de estos sucesos, porque es muy evidente. Son muchas coincidencias y casualidades.
2b) Los autores
Entonces, ¿quiénes son los violentistas? Yo me atrevería a decir que los autores intelectuales y cabecillas en los pelotones, son un grupo de activistas políticos (no sé de qué color, pero lo sospecho), que desean la caída de todo, incluyendo la democracia, porque esos grupos que quieren imponerle a la mayoría su forma de pensar a la fuerza, siempre responden a una dictadura. Los demócratas convencen con palabras, con ideas, no con la fuerza.
Me imagino que sean personas aberradas, pero inteligentes y muy bien asesoradas. Insisto, eso es producto de mi imaginación, producto de mi capacidad de deducción y mi experiencia de vida. No tengo pruebas para asegurarlo.
Y pienso que esos activistas son tan astutos que saben que se les unirán en los actos violentos los anarquistas, se les unirán los delincuentes, se les unirán los jóvenes con conductas antisociales, el lumpen, algunos débiles y algunos manifestantes hasta ahí pacíficos –pocos, claro-, que pueden perder su centro en ese ambiente caótico y excitante. Eso lo saben muy bien los cerebros responsables y cuentan con eso.
Por suerte, estos terroristas (los llamo así también porque siembran el terror en la población, sin dudas), y sus acólitos y satélites, no son muchos y por suerte también, no creo que el pueblo se enganche con ellos. Por algo éstos siguen movilizándose pacíficamente y repudiando la violencia. Pero ojo, eso significa que al frustrase sus planes, esos terroristas inventarán y practicarán otras formas de violencia, otras iniciativas aún más siniestras y crueles que las que hemos visto. Hay que estar alertas. Yo les temo. Cuando vean que triunfa el diálogo, la cordura, la unión, saldrán a tratar de destruir todo eso. Y si no encuentran el momento oportuno, continuarán su trabajo en el Instituto Nacional, en todas las marchas y donde puedan, porque se alimentan de destrucción y solo respiran odio. Son tan inteligentes que logran que muchos los vean como indignados que protestan por equidad social, etc. No se dejen engañar, por favor.
2c) Estrategias.
Yo estoy convencido de que se rigen por un manual de guerrilla urbana. Miren, ya después de iniciada la violencia, ellos se pueden hasta retirar un poco porque la cosa camina sola. Los psicólogos y psiquiatras saben que lo que se piensa y se siente en grupo, en hordas, en pandillas, no es lo mismo que cuando uno está solo. Estoy seguro de que un infeliz va por una calle, ve una señal de tránsito y sin importarle sigue su camino; pero por la tarde pasa por el mismo lugar sumado a una turba que grita consignas y ve que sus compañeros rompen un semáforo y enseguida le viene a su mente excitada la idea de romper la señal de tránsito. Y va y la arranca y la retuerce sin saber muy bien por qué. Nos volvemos seres primitivos al andar en manadas. Baja en nosotros los niveles éticos, se relativizan.
Sin contar que los delincuentes violentos se tomarán las calles, provocando más terror, algo “bueno” para los terroristas. Eso también lo saben, por eso los hacen sus aliados.
Yo me pongo muy contento cada vez que me cuentan que en una marcha los mismos manifestantes repudian a los violentistas (encapuchados o no). Eso es lo que hay que hacer.
2c) Cómo enfrentarlos.
Quiero dejar bien en claro que las manifestaciones del pueblo, esta necesidad de presionar a los políticos para que se haga justicia social, ese estallido de cacerolas no es producido por los violentistas. Eso se iba a dar estuvieran o no los terroristas. Lo que aquí estoy diciendo es que esa gentuza se aprovecha de las circunstancias. Si no hubiera malestar, si no existiera esa conciencia de injusticia y abuso, nadie hubiera protestado y los violentistas no hubieran tenido la oportunidad de salir de las sombras en estos días.
¿Pero cuál es el mejor método para combatir a esos violentistas-terroristas-delincuentes?
Unos apoyan al gobierno en su decisión de soltar a los militares contra ellos. Otros no, porque aún recuerdan lo que hicieron los militares cuando la dictadura de Pinochet, donde torturaron, mataron y desaparecieron a miles. Y tienen temor de que se enojen los militares y vuelvan a dar un golpe de estado. Ojo, la aplicación de la violencia es tan repudiable si viene de grupos terroristas, como si viene de los militares. En ambos casos es imponerle su pensar a la mayoría por la fuerza.
Está difícil la cosa, porque a mí tampoco me gustan los ejércitos per se. Si fuera por mí no existirían. Pero si la mayoría de la población acepta que existan, por democracia los tengo que aceptar. Me da miedo la idea de “soltarlos”, porque están formados para matar y no están entrenados para las labores de orden público. Pero por otro lado, también veo que los carabineros y la policía de investigaciones están sobrepasados.
No es fácil decidirse, porque el asunto tiene sus pro y sus contra. Pero amigos, si no hay mano dura contra esos monstruos es muy probable que se inflen, crezcan, se sientan más seguros y hagan desastres mayores.
A mí siempre me ha extrañado que estén ahí, agrupados, haciendo sus desmanes y ninguna policía los capture. Porque una redada bien pensada es fácil. ¿Cómo no se pueden rodear y apresarlos? ¿Los uniformados no quieren arriesgar su pellejo porque saben que es por gusto, ya que los apresan y salen libres enseguida? ¿Lo hacen porque les conviene que sigan destruyendo para que la gente los rechace más? Nunca he entendido esa parte.
Pero en fin, no sé bien cómo acabar con los terroristas. Espero que alguien con suficientes neuronas, más experiencia, gran sentido común, tacto, honestidad y ética se encargue de erradicarlos, poniendo en una balanza los costos y los beneficios.
Pero de lo que sí no tengo duda es de que los gobiernos deben gastar más plata en inteligencia, porque si la hubiéramos tenido ahora, se hubieran detectado a tiempo lo que planificaban los violentistas y la actual hubiera sido una protesta ejemplar.
A propósito, una amiga bien intencionada comentó que si no hubiera habido violencia los políticos no hubieran atendido los reclamos del pueblo. Es una opinión a tener en cuenta, por supuesto, pero no la comparto. Y pongo el ejemplo de Pinochet, que se cayó sin violencia.
2d) Concluyendo
Amigos, con la misma fuerza y decisión con que les exigimos a los políticos que vivamos en una sociedad más justa, equitativa, con más oportunidades y con mayor calidad de vida para todos, sin abusos, explotación e injusticias, exijamos también la erradicación de estos violentistas-terroristas-delincuentes.
No les dejemos que se tomen nuestra democracia, nuestra libertad y quizás hasta nuestras vidas.
Y hasta el cansancio repito: los violentistas no son los indignados que se están manifestando tocando sus cacerolas. Los terroristas son muy pocos, los indignados somos millones.
Ojo, no estoy metiendo en el saco de la violencia a los saqueadores, aunque estén relacionados. Esa reflexión es el tema del tercer texto que subiré mañana.
Y recuerdo. Si no estás de acuerdo conmigo y me lo quieres decir, hazlo. Sólo pido que sea con respeto, sin descalificar, sin vulgaridades y menos con violencia.
Nota: Ojo con la gente que dice "no estoy de acuerdo con la violencia, pero..." y ahí bla, bla, bla... Eso solo significa que en sus corazoncitos justifican de alguna manera la violencia, porque no han pensado bien el asunto o por maldad.


Nota blogger que da lugar a estos testimonios: pUEDE alguien explicarme lo de Chile? pues acabo de leer que los artistas de la disidencia cubana, los de San Isidro o algo así, promueven la quema en Chile? qué me perdí en la historia?


DISTURBIOS EN CHILE (III)
Subo esto hoy viernes, porque sé que mañana sábado pocos leen estas cosas. Además, estoy aún excitado por lo que acaba de suceder.
Pues bien, termino el tercer capítulo de mi opinión sobre los tristes hechos que hemos vivido en mi país de adopción, escritos con el objetivo de satisfacer la curiosidad de muchísimos amigos que, muy preocupados, me han preguntado.
De nuevo también aclaro que no pretendo que lo expresado aquí sea la absoluta verdad, ya que no soy especialista en ningún campo relacionado con estos fenómenos sociales. Y también aclaro que lo hago convencido de que muchos no estarán de acuerdo conmigo. Pero me arriesgo a pesar de lo peligroso que podría ser eso en estos tiempos de intransigencias y fanatismos, porque a mi edad sería inmoral no decir lo que pienso.
Dividí mis reflexiones en tres: “los indignados”, “los violentistas” y “los saqueadores”. Ya publiqué mi pensar sobre los dos primeros, dejando explicado y clarificado que soy un indignado más y soy un férreo anti violentista. Ahora voy para el tercer grupo.
3) Los saqueadores.
Entre la “fina” labor de los violentistas estuvo abrir a la fuerza los supermercados y mostrarles a los espectadores que podían saquearlos. A ellos no les interesaba entrar a llevarse un producto, porque sus objetivos eran solo destruir y hacer cómplices a los ciudadanos. Y menciono supermercados porque fueron los más atacados, pero también hubo otros negocios como farmacias, bencineras (gasolineras), hoteles y hasta humildes kioskos. Yo apuesto a que pensaban que “los pobres indignados por no tener dinero para pagar el Metro, se lanzarán a vaciar de alimentos esos supermercados”. “La imagen del exitoso Chile se desplomará ante el mundo que verá cómo pasan hambre sus habitantes”, ese sería el titular preparado. 
Pero, ¡oh!, desilusión para ellos: no fue así. Los saqueadores solo robaban equipos electrodomésticos, ropas, etc., pero nunca alimentos. No dudo de que por esa frustración decidieran no sólo abrir los supermercados a la fuerza para que los saquearan, sino también incendiarlos (por si no saben mis amigos de fuera de Chile, un buen número de los muertos en estos desmanes fueron o violentistas o saqueadores que quedaron atrapados en las llamas por no tener tiempo a escapar (esa información me llegó por los periodistas de TV).
Entonces, ya viendo la función de los violentistas-terroristas, los dejo ahí (ver mi segunda reflexión) y me enfoco en los saqueadores. 
Yo divido a los saqueadores en dos grupos: los delincuentes profesionales y los circunstanciales.
Los profesionales los conocemos. Roban (con violencia o no) para lucrar con sus botines, ya sea para drogarse o presumir entre sus pares, ya que las neuronas no les da para otra cosa.
Les digo circunstanciales a los delincuentes que en la vida cotidiana no lo son, pero estando en el momento y en el lugar de la tentación, de pronto les invade el diablillo y se lanzan a saquear. No podemos tomarles lástima a este grupo, porque no están robando por necesidad. Lo hacen por el placer morboso de que les llega fácil y gratis algo que aprecian demasiado como un televisor plasma y otros electrodomésticos. Para ellos, en ese momento de excitación no están haciendo algo malo. Se justifican y se convencen diciéndose, por ejemplo, que los dueños de los supermercados son millonarios y eso pequeños “hurtos” no les hará daño, o que si no se lo roban ellos se lo robarán otros, etc.. Bueno, se vio que muchos iban a robar en autos que cuestan miles de dólares, lo que nos dice que esos delincuentes circunstanciales no son muy pobres que digamos.
¿Y qué hacen después del saqueo? Me imagino que si se les rompió el televisor o el que tiene es más antiguo, usan el botín en beneficio propio. Pero también pueden hacer lo mismo que los profesionales que se aparecen al otro día a venderlos en las ferias populares, etc., y convertirlos en dinero sonante para sus placeres individuales.
¿Pero qué sucede exactamente en sus cerebros, como para justificar sus actos delictuales, cuando no es habitual que lo hagan? No lo sé bien, deberían estudiar ese fenómeno con mayor profundidad. 
Pero me imagino algunos elementos a tener en cuenta. Por ejemplo, el consumismo.
En nuestras sociedades se exacerba el consumismo, la gente vale más porque tiene más. Y eso se convierte en una enfermedad. “Tenemos que cambiar el auto porque la gente está viendo que se ha hecho viejo”, “hay que comprarse un celular de tal marca porque dicen que es el mejor y todo el mundo lo está adquiriendo”, “hay que cambiar los muebles del living porque son del año pasado”, “me compré esta tenida porque es de tal marca y tengo que lucirla en la fiesta de mañana”, “en vez de arreglar el piso y las paredes que se están cayendo, mejor gastamos el dinero en comprar un buen televisor y un equipo de audio” y así, mil frases más que reflejan esa enfermedad, porque se endeudan hasta el cogote para alcanzar esas metas estúpidas.
A eso le añadimos el exitismo que nos inculcan de niño. La competitividad. Nos forman para que siempre estemos compitiendo y para ganarles a todos. Ya a los colegios no les interesa la formación integral de sus estudiantes, sólo les importa que saquen buenas notas en la prueba de actitud (para entrar a la universidad) y así conseguir más padres que quieran matricular a sus hijos ahí. Es mejor estudiar carreras donde después se gana mucho dinero, sin importar si existe vocación o no. Y la educación pública por el subsuelo.
Nos forman para que seamos clasistas. Para que discriminemos. Sin que desarrollemos la solidaridad, la empatía, la sensibilidad social, etc.; es decir, puro y duro individualismo.
Les enseñamos a los niños evadir impuestos, a evadir pagos del transporte, a comprar productos piratas, etc., etc. y después los regañamos porque dicen mentiras.
Para mí, todo lo dicho hasta aquí, y más, es la base del por qué ha bajado tan fácilmente el nivel ético en estos tiempos, ese mismo nivel ético que hace que se produzcan los saqueaos sin cargos de conciencia.
Entonces, enlazo esto con la primera parte cuando hablé de “Los indignados”. Muchos estamos muy molestos por las injusticas sociales, obvio, pues debemos tener claro que estos antivalores ayudan bastante a ese malestar por como se está viviendo.
Seguro estoy de que estas deformaciones están en la lista de pedido y exigencias en estas protestas. Por lo menos están en las mías y en la de una pila de gente que conozco.
Por lo tanto, la solución es cambiar de verdad, eliminando todas esos lastres. Pero una medida para mejorar es que suban los sueldos, claro, y esa y otras medidas similares deben aplicarse con urgencia. Pero otras medidas para curar, para cambiar la sociedad, serán a mediano y a largo plazo. Porque para ello se necesita un vuelco muy positivo en la educación, por ejemplo. Esa es la base, invertir en educación y no sólo dinero. 
Sólo así podemos pensar que un día veremos abiertos y sin guardias los supermercados y no los saquearemos, si no tenemos extrema y real necesidad. 
Sólo así podemos luchar contra los violentistas, porque les costará más trabajo manipularnos, lavarnos el cerebro. 
Sólo así votaremos por políticos decentes e íntegros. No pienso que se logre el 100%, del pedido, pero hay que ser optimista. Claro, si las autoridades y los poderosos siguen actuando como hasta ahora y no cambian su mentalidad, seguiremos al debe con la calidad de vida y entonces tampoco la educación sería la solución completa, aunque se mejoraría mucho, sin dudas.
Y por favor, recuerde que cuando digo educación, no me refiero a instrucción.
Conclusión de los tres capítulos:
* Muchos indignados en protestas pacíficas y eso es fantástico, excelente. Apoyemos todo ese clamor social. 
* Pocos violentistas-terroristas, pero astutos, organizados y eficientes. Buscar cómo acabar con ellos, porque son dañinos, muy dañinos. Gente mala.
* Más saqueadores de los que hubiésemos querido. Son producto de carencias valóricas, de cómo estamos viviendo y formando a nuestros hijos.
* Hay que cambiar el rumbo y perfeccionar nuestra democracia, nuestra sociedad, para lograr que todos tengamos la mayor calidad de vida posible.
* Con medidas a corto, mediano y largo plazo podemos triunfar. Y no olvidar lo bastante que hemos logrado como país (porque mucha gente en estos momentos ve todo malo y no es así. Hemos conseguido cosas importantes. No partimos de cero).
* Cuidado con los populismos. Vendrán políticos de izquierda y de derecha diciéndonos que tiene la solución mágica para resolver los problemas en pocos días. Falso. Solo quieren llegar al poder engañándonos, porque ninguna solución es de corto plazo. Sólo se necesita que nunca se dejen de tomar medidas y no quitar el pie del acelerador de dichas medidas.
* No reelegir a políticos que hayan demostrado incompetencia, que hayan cometido corrupción, que se hayan alejado de la ciudadanía. No más, por favor. Y menos elegir a los de extrema derecha o de extrema izquierda.
* Es fundamental que nos escuchemos entre todos, que nos liberemos del odio, que nos unamos, que haya paz y respeto, que seamos tolerantes e inclusivos, que recuperemos la confianza entre nosotros, entre las instituciones.
* Que valoremos la democracia. Jamás a las dictaduras de derecha o de izquierda.
Dije al inicio que aún estaba excitado. Sí, porque fui testigo de la marcha más grande en la Historia de Chile. Hoy 25 de octubre de 2019, más de un millón y medio de personas. Viejos, mujeres, niños, jóvenes, todos unidos, cantando, bailando, caminando pacíficamente. Primera vez en mi vida que veo una movilización espontánea tan grande. Palabra de honor que me emocioné. Fue la mejor respuesta que pudo dar el pueblo de Chile. Con esa gigantesca marcha, golpeamos a los violentistas que pensaban que podía acabar con la democracia. Golpeamos a los políticos corruptos e ineficientes. Golpeamos a los abusivos poderosos. Porque los violentistas-terroristas antisistémicos, los políticos desprestigiados y los poderosos hijos de p., ahora tendrán miedo. ¿Sucede una colusión? A la calle de nuevo. Salen libres los delincuentes de la calle y los de cuello y corbata? A la calle de nuevo. ¿Roban los corruptos? A la calle de nuevo. ¿Destruyen el Instituto Nacional los terroristas? A la calle de nuevo. ¿Se violan los derechos humanos impunemente? A la calle de nuevo. ¿Tráfico de influencias? A la calle de nuevo. ¿No crean leyes para mejorar la calidad de vida de todos? A la calle de nuevo. Chile ya tiene cómo defenderse. Fue muy esperanzador ver esa masa humana desfilar tan pacíficamente y ver los pocos y débiles disturbios que provocaron los violentistas. Esa imagen espero que recorra todo el mundo. Estoy orgulloso de ser chileno. Espero no defraudarme.

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