alguien creía que salir de regímenes absurdos es fácil
Por Jacobo Manchover
Evo Morales, el cocalero en jefe, busca su cuarta reelección, que los bolivianos ya habían rechazado por referendum y vuelven a hacerlo por voto directo, a través de un fraude masivo, descarado. « Granma », el órgano del Comité central del Partido comunista de Cuba (sí sí, aún existe), donde también hubo « elecciones » el otro día para designar « presidente », ya proclama en su primera plana, antes de tiempo : « El triunfo de Evo es el triunfo de Bolivia. » El tipo que hizo de su casa natal un monumento nacional, el que atribuyó la calvicie y la homosexualidad de los europeos al pollo « con hormonas femeninas » se sigue creyendo el hombre providencial, el caudillo imprescindible. Ese « bolivariano » impresentable pretende ser presidente vitalicio. Ojalá que su pueblo, a través de la oposición democrática, no le dé esa oportunidad.
Ese castro-chavista no es el único jefe de Estado en tener problemas actualmente en América del sur. El presidente chileno Sebastián Piñera, democráticamente elegido después del mandato de la socialista Michelle Bachelet, declara que su país está « en guerra contra un enemigo poderoso, implacable», y saca al Ejército a la calle para reprimir a los manifestantes, con un saldo provisional de unos 15 muertos, de los que es, directa o indirectamente, responsable. Antes que él, el presidente ecuatoriano Lenín (imposible confiar en un tipo que se llama así) Moreno, quien le sucedió a otro « bolivariano », Rafael Correa, después de haber sido su aliado, reprimió con una violencia parecida otro movimiento social, antes de decidirse a negociar con los representantes indígenas.
Pero ¿es que alguien se creía que salir de esos regímenes absurdos iba a ser fácil, que todo iba a ocurrir sin graves problemas u oposiciones? Lo peor es que esos nuevos gobiernos preparan la vuelta al poder de los seguidores de Castro y Chávez. Ya va a ser el caso, al parecer, en Argentina, con la posible victoria electoral de Fernández y Fernández (de Kirchner) a expensas de Mauricio Macri.
La represión, la incomprensión, la falta de diálogo y negociación desatan la violencia callejera. Las alternativas a los grotescos gobernantes « revolucionarios » latinoamericanos deben pasar por una profundización de la democracia y la búsqueda a toda costa de una solución justa y pacífica a los inevitables conflictos sociales y políticos, que no van a desaparecer por arte de magia.
Evo Morales, el cocalero en jefe, busca su cuarta reelección, que los bolivianos ya habían rechazado por referendum y vuelven a hacerlo por voto directo, a través de un fraude masivo, descarado. « Granma », el órgano del Comité central del Partido comunista de Cuba (sí sí, aún existe), donde también hubo « elecciones » el otro día para designar « presidente », ya proclama en su primera plana, antes de tiempo : « El triunfo de Evo es el triunfo de Bolivia. » El tipo que hizo de su casa natal un monumento nacional, el que atribuyó la calvicie y la homosexualidad de los europeos al pollo « con hormonas femeninas » se sigue creyendo el hombre providencial, el caudillo imprescindible. Ese « bolivariano » impresentable pretende ser presidente vitalicio. Ojalá que su pueblo, a través de la oposición democrática, no le dé esa oportunidad.
Ese castro-chavista no es el único jefe de Estado en tener problemas actualmente en América del sur. El presidente chileno Sebastián Piñera, democráticamente elegido después del mandato de la socialista Michelle Bachelet, declara que su país está « en guerra contra un enemigo poderoso, implacable», y saca al Ejército a la calle para reprimir a los manifestantes, con un saldo provisional de unos 15 muertos, de los que es, directa o indirectamente, responsable. Antes que él, el presidente ecuatoriano Lenín (imposible confiar en un tipo que se llama así) Moreno, quien le sucedió a otro « bolivariano », Rafael Correa, después de haber sido su aliado, reprimió con una violencia parecida otro movimiento social, antes de decidirse a negociar con los representantes indígenas.
Pero ¿es que alguien se creía que salir de esos regímenes absurdos iba a ser fácil, que todo iba a ocurrir sin graves problemas u oposiciones? Lo peor es que esos nuevos gobiernos preparan la vuelta al poder de los seguidores de Castro y Chávez. Ya va a ser el caso, al parecer, en Argentina, con la posible victoria electoral de Fernández y Fernández (de Kirchner) a expensas de Mauricio Macri.
La represión, la incomprensión, la falta de diálogo y negociación desatan la violencia callejera. Las alternativas a los grotescos gobernantes « revolucionarios » latinoamericanos deben pasar por una profundización de la democracia y la búsqueda a toda costa de una solución justa y pacífica a los inevitables conflictos sociales y políticos, que no van a desaparecer por arte de magia.
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