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Me complace compartir junto a mi amigo Monito-monito, algunos poemas que ha tenido la amabilidad de publicar la revista Conexos. Gracias a su equipo, en especial al director Rodolfo Martinez. Saludos a los amigos publicados en este No.
Poemas de Margarita García Alonso en la Revista Conexos

NO SE LOS PIERDAN, recuerden,
😄Soy el lado más antiguo de la poesía,
vale la pena,
mientras hablamos
trabajo en un libro
más nuevo y brillante
que una taza en porcelana.


Poemas de Margarita García Alonso

MARGARITA GARCIA ALONSO


I

Soy la hoja espinosa,
la desamparada hoja
del espinoso arbusto
nacido en el pedregal
por descuido de los pájaros.
Acorralada por insectos,
hinco a la liebre
y una gota de sangre
humedece el tronco.
Soy la hoja espinosa,
que te entretiene.
El polvo afea mis espinas,
si pudiera moverme
unos centímetros,
traspasaría tu corazón.


II

En mi albeola la fórmula
antiquísima del invierno.
He visto cómo blasfeman
sobre hongos, cerezas,
bayas, champiñones,
a cada paso el Hombre
rompe el sortilegio
del bosque.
Una, dos, tres veces golpean
la túpida enredadera
que ampara a las cabras.
En el sendero corren,
en la curva desaparecen,
tragados por sauces.
Arbol, ciervo y hombre,
cubiertos de hongos,
abandonan la ruta
solo el manantial
mantiene cauce,
se precipita en mi raíz.
Cuando el rayo estalla
suena a tiro de gracia
dentro del albeolo
la presencia de la muerte.




El fulgor irreal se desplaza.

Tras un ejercicio
de buena voluntad
sobrevuelan insectos,
alguna bestiola
rampa al ombligo
el penoso tiempo
solidificado en coágulo
fermenta algo que corta
como tasajo
huele a sexo no consentido,
a pescado abandonado,
desde el otoño pasado
la lana matiza traducciones
que estremecen
migaja, otra migaja
para la paloma,
fulgor desconocido,
otra vez lumbre
del impermeable
retiro cigarro,
finjo que la nieve
hace aguas
en la pastelería extraigo
un euro veinte
como cosa íntima,
cada día antojo.
El panadero frente
a la masa humeante,
en la luminosidad
no busco pan, me busco
en el panadero
que adormece
cagado por moscas,
en medio de la calle,
junto al tragante y
el cristal roto.




Bajo aguacero,

gotas en la cara,
en los hombros rotura.
La lluvia experimenta
fluidos corporales,
vapores que funden,
hacia abajo la mano,
posada como un archipiélago
entretenido por pájaros.
Mediodía frente a casa,
puede ser un año antes del fin,
¿Por qué huele a res muerta? –digo,
apenas comemos vaca,
luego añado algo sin valor
que cae entre geranios
cuando el ómnibus pasa.
En el archipiélago
multiplican cálculos
que falsean el fracaso:
no hubo guerra,
no bombardearon los americanos,
nadie violó la frontera.
Aún los niños gritan al aire,
pero a diferencia de nosotros,
en la noche conectan al mundo
con perros rabiosos
demasiadas noches
y mundos de segunda mano.
Tú o yo podemos estar
en un hogar de ancianos,
en lengua extraña
recibimos sacramentos:
el estado de ánimo o
el estado del tiempo,
alguien murmura
un poema en inglés,
se aleja diciendo que
huele a lluvia.




En este momento me provoco

un ataque de ansiedad,
mírame flaquear,
ocasionalmente quiero
que cuatro poetas me imiten.
Quiero que se autoricen
una buena crisis y tiemblen,
mi escrito alimenta
fieras de laboratorio,
polillas, pulgas, liendras,
gusanos, gorgojos.
Tiene morbo, beben
veneno de suicidios.
Estoy aquí, ajena a la
versión patriota
con 90% de descuento.
Ahora mismo pueden
obtenerme por 1.29$
¿Hallarán algo mejor
por menos de 2 $?
Soy el lado más antiguo de la poesía,
vale la pena,
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trabajo en un libro
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que una taza en porcelana.
En Amazon, por 0.99 dólar
compra mis poemas,
puedes encontrarte conmigo,
incluso preguntar
¿cómo llegué a esto?
Puedes solicitar que te reintegren
en 48 horas.
Te será devuelto el 0.99 de dólar,
puedes decir que te he estafado,
aunque solo dije que no era caro.
¡Dios mío! ¿Qué he hecho
para que me odien
por menos de dos dólares?
Estoy igual de pobre
que un chino engañado
por Occidente.




Morir como excusa

morir de exaltación
morir públicamente
morir con el candado echado
morir de maligno
morir de perdición
morir agitado
morir por traición
morir en venganza equivocada
morir sobre un mapa
morir agradeciendo
morir porque pierde al gato
morir suplicando
morir desenganchado de la vida
morir en el pasillo
morir sin cigarros
morir con corbata
morir con la camisa desabotonada
morir en la farmacia
morir en un entierro
morir de noche
morir de madrugada
morir en la playa
morir de inviernos
morir si repican las campanas
morir en el dentista
morir besando un escapulario
morir atascado de flemas
morir oliendo una entrepierna
morir cubierto de escupitajos
morir en una epidemia
morir acompañado
morir en un atentado
morir sin lavarse
morir con mal aliento
morir con el ombligo sucio
morir con olor a sudor
morir con caspa
morir sin afeitarse
morir atisbando que adecentan al cádaver
morir con el vientre inflamado
morir de pésimas conversaciones
morir de poemas insanos
morir desquiciado
morir aplastado por la ambulancia
morir con los vellos erizados
morir en feriado
morir apostando a los caballos
morir de medio lado
morir en cama ajena
morir de repente
morir con herpes en el labio
morir sin terminar la frase
morir parado
morir en el tranvía
morir escuchando la radio
morir en línea
morir de pena o de catarro
morir pálido
morir con una botella en el ano
morir tras perfumarse
morir propietario
morir lamido por un aguacero
morir sosteniendo una rosa
morir cubierto de pastiches
morir conduciendo a ningún lado
morir tras una selfie
morir de pánico,
morir con denuncias en el bolsillo
morir empadronado
morir con carta de identidad,
morir organizado,
(manuscritos en cartones
con etiquetas coloreadas)
morir tranquilo
acabado el luto
y ni siquiera sonreir.



Me llevan a trance
esos escritos, los lanzan
como si vendiesen
pulseras de protección
de dioses negros.
Mi dios confundido
frente al cajero automático.
La crisis de identidad dura horas,
no estoy en ninguna parte
pero en la librería
encuentro lengua.
Como alguien que gasta dinero
en otro idioma,
recito un texto,
si no tengo que mostrar
influencia
-ni siquiera sé quiénes son
los bárbaros famosos –
En el litoral pongo pie,
de una forma u otra
fracturo la luz
para que el temor
desaparezca.




El controlador del Tales se tambalea,

como si hubiese roto la noche
escarba el borde
plateado de la carpeta
pero tengo suerte,
el hombre que perdió a su padre
en la última hora del atardecer,
me regala boleto.
En la butaca, al revés
del sentido del viaje,
escribo el mejor texto de mi vida
sobre un pedazo de papel que envuelve
queso y pan de ayer.




Apunta a mi frente.

En la chaqueta ha grabado
un nombre absurdo
como si los padres
le hubiesen detestado.
Tiene algo siniestro
cuando arruga la nariz,
nada conmigo, solo
me mata porque piso
su suelo.
Soy la difunta del pueblo.
Los perros se arrastran
en la torcida costa y no está bien
partir sin haber escrito
un ensayo de historia.
Si cubren la herida
-solicita el adolescente-
si el asesino se desplaza,
un trozo de azul mediodía
bordea la sangre y
queda mejor la selfie.
Alguien canta un aria
renacentista, huele a humano.
Debí aprender vileza
pero estoy lista,
hubiese preferido en invierno
pero caigo en primavera,
quizás escape del pico
del pájaro
que revolotea.



La guerra continúa,
ráfagas de letras,
letras contra muro.
Tengo 25 años,
mi mente al menos 60.
Me puse piel de joven poeta
pero describo la vejez.
Me puse pie de soldado
con la sensación
de conocer la historia,
con nostalgia hacia algo
que nunca antes
he experimentado,
y lo más extraño,
solo tengo 17 y
olisqueo al tipo que a diario
humilla.
Como en una vida pasada
pero ni siquiera creo
en ese tipo de cosas.
No importa cuánto escribí,
no me cansé,
tengo 60 años y escucho
canciones de los ochenta.
Retrocedo al tiempo
en que mis padres estaban fuertes.
Miro a mi hermosa madre
mientras canta
su cabello castaño
me pone triste
pero nunca me cansa
y escucho.
Nunca me aburro,
en los ochenta
no temía a la muerte
y el himen podía romperse
durante el fin de semana.


Poemas inéditos de los cuadernos «Punto» y «Secretan», en etapa final de edición.

Margarita García Alonso
(foto: cortesía de la autora)


Margarita García Alonso. Poeta, narradora, artista visual y periodista (Matanzas, Cuba, 1959, reside en Francia desde 1992) Madre de Laura.
En Cuba fue directora del semanario cultural Yumurí y editora para Casa de las Américas. Licenciada en periodismo de la Universidad de la Habana. Máster en Industrias gráficas en Francia.
Poemarios: “Sustos de muchacha”, Ediciones Matanzas, 1988. “Cuaderno del Moro”, Letras Cubanas, 1990. “Mar de la Mancha”, 2009. “Maldicionario”, 2011. “La costurera de Malasaña”, 2012. “Cuaderno de la herborista”, 2012. “El centeno que corta el aire”, Betania, 2013. “Breviario de margaritas”, 2014. “Cuaderno de la vieja negra”, “Zupia”, 2016, y Muestrario de Sirik, compilación de poemas, 2017, en Editions Hoy no he visto el paraíso. “La aguja en la manzana”, edición bilingüe, (francés, español), en L’échappée belle edition, Paris, 2011. Racolta di margherita, Edizioni Saltilibro, Roma, 2017.
Noveletas para niños: “Garganta”, y “Señorita No y señora sí”, 2011. Las novelas: “Amarar”, Ediciones El barco ebrio, 2012, y “La pasión de la reina era más grande que el cuadro”, 2012. En la categoría Arte: “Isla, el libro imposible” junto a Maya Islas, y “Cierta idea de la justicia”, así como el primer libro ilustrado sobre la obra de José Lezama Lima: « Lezamillos habitados ».
Aparece en la Antología de la poesía cubana del exilio, Aduana Vieja, 2011; en “Catedral sumergida”, poesía cubana contemporánea escrita por mujeres, Ed. Letras Cubanas, Col. Biblioteca Literatura Cubana, La Habana, 2013. Ha realizado numerosas portada de libros para reconocidos autores de la Literatura cubana.
Premios de poesía José Jacinto Milanés, y Bonifacio Byrne. Primera mención de poesía, 13 de marzo. Premios de Poesía y narrativa en los Encuentros Nacionales de Talleres Literarios. Premio Néstor Ulloa, y 17 de mayo de poesía, Cuba. Premio de la Taberna de poetas franceses, 2006. Entre otros relacionados con su trabajo visual

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