La distopía​ literaria cubana





Una distopía​ o antiutopía es una sociedad ficticia indeseable en sí misma. La mayor parte de las distopías que estamos sufriendo los escritores cubanos en exilio (que no pertenecemos a los cuatro Comités de base activados con Grants), son profundamente reaccionarias (por su lenguaje vulgar, pensamiento estrecho y falta de urbanidad) y conservadoras (con nosotros todo, sin nosotros nada) , un reforzamiento del statu quo.

No alertan sobre el futuro,  se mueven sin raíces, destruyendo, borrando la vida y obra de exiliados, homenajeando al antojo según un plan preciso para salir en primeras planas como rescatadores del mismo caos que han creado. 

Los shows "no me dejan entrar", "fui", "no me dejan salir" se siguen utilizando para crear un historial ficticio, las interpretaciones de personajes de la Revolución cubana un bochorno- para existir en su moda, solo gay, hijos de y reconocidos por la UNEAC-nos toman el pelo.  

Los ensayos a partir de ensayos y carátulas de libros, la ridiculez  ambiental no tiene fronteras, pretenden ser una especie "de pensamiento" cubano fuera de la isla; los venerados "emergentes" que descubren la poesía llegados a los cincuenta, y se atreven a pasar la lengua por el fondillo de los anteriores, una calamidad, si bien risible en su momento, desconciertan por su ego-altruismo falso.

Los que dan aire también,  cincuentenarios que no han tenido eco, a no ser en la represalia a quién se aparte de su socialismo ligero, LLevan + de una década dirigiendo periodicuchos bajo el nombre Cuba cuando solo mencionan a los socios, gozando del dinero para personarse en festivales y recitales, molestan a uno y a otro  distribuyendo premios de "poeta destacado", "narrador vanguardia", "pionerito osado". Lo hacen desde hace diez anos y ahora lo repiten, aunque el estruendo de haber creado a una Yoani Sanchez, que solo sirve para pegarse un titulo de periodista y creerse "elegida" cuando "jama" en embajadas, es suficiente para que cansen, el resultado lo sabemos, apestan y en realidad paralizan y cierran horizontes.

El ridículo  les lleva a usar fotos de sus cuando cumplieron quince, a no dejar likes en Facebook, lo que se agradece pues son una especie de enfermedad venérea, de virus malsano, desprovisto de honra. 

No han inventado la disidencia, menos el lenguaje, menos inauguran una etapa, no se apartan de nada, solo van con el cuchillo entre los dientes para proteger el salario que les ha subido en el ranking, los famosos Grants por la "democracia" de Cuba, Grants para convertir en mayimbes a estos pelagatos.

El artefacto cultural que han tramado con editoras, editorialistas, propagandistas, traductores, blogs alumbra- inodoros, y su descarga desmedida, conducen al reforzamiento del statu quo  del maltratador pues parten, como suele suceder cuando se habla desde el poder, de una idea terminante y absoluta.

Hoy por hoy, agosto del 2019, tenemos a cuatro gatos criticando a Cuba cuando ellos mismos ejercen, en y desde el exilio, peor censura e intimidación que en la isla.

Todos conocen sus nombres y tienen miedo, yo a sesenta anos, les digo  hijodeputas.

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