perdonar es magnánimo pero olvidar es una tontería
Sacar a los muchachos de sus familias, encerrarlos a estudiar en escuelas en el campo para "formarlos" como revolucionarios, este es de los dramas más brutales que ha sufrido Cuba en el último medio siglo. Sus consecuencias sociales están a la vista, caminan por las calles. Para quienes no lo sufrieron y desde el extranjero siguen haciendo loas a la educación de la revolución cubana, les dejo este testimonio de Alex Heny. Piensen que sus hijos o sus nietos tuvieran que pasar por esto:
"En estos días que se ha hablado de perdón, memoria y olvido, yo he recordado a abusados y abusadores, allá en la escuela secundaria.
A uno de los abusados lo obligaban a pararse sobre una banqueta, en calzoncillos. Le ponían en la cabeza una frazada de limpiar pisos, apestosa a orina y chorreando agua negra. Le hacían cantar, le gritaban Farah Maria, le pegaban latigazos con toallas mojadas.
A otros los humillaban, los cabalgaban, los convertían en lavanderos y sirvientes personales.
A dos afeminados los sodomizaron con plátanos machos.
Yo no recuerdo los nombres de los abusados y, aun si los recordara, no los diría. Hoy deben ser padres, esposos, personas que espero hayan aplacado a sus fantasmas y tengan una buena vida.
También deben ser personas con familia y vida los abusadores. De ellos recuerdo todos sus nombres y apellidos.
Nunca los he buscado en internet. Quizás estén por ahí, o incomunicados en sus pueblos de tierra roja esperando un infarto. Quizás sean ahora buenas personas. O tal vez, entre risas, le hayan contado esta historia a sus hijos.
No sé si los abusados perdonarían a los abusadores. Una mano en el hombro, coño, perdóname por haber hecho de tu vida un infierno; es que éramos tan jovenes y tontos. Y ya. Todo olvidado y perdonado. O no?
Dijeron por ahí que nadie sabe el pasado que le espera. Y hay mucha gente con mucho pasado.
Y yo pienso que perdonar es magnánimo pero olvidar es una tontería."
A uno de los abusados lo obligaban a pararse sobre una banqueta, en calzoncillos. Le ponían en la cabeza una frazada de limpiar pisos, apestosa a orina y chorreando agua negra. Le hacían cantar, le gritaban Farah Maria, le pegaban latigazos con toallas mojadas.
A otros los humillaban, los cabalgaban, los convertían en lavanderos y sirvientes personales.
A dos afeminados los sodomizaron con plátanos machos.
Yo no recuerdo los nombres de los abusados y, aun si los recordara, no los diría. Hoy deben ser padres, esposos, personas que espero hayan aplacado a sus fantasmas y tengan una buena vida.
También deben ser personas con familia y vida los abusadores. De ellos recuerdo todos sus nombres y apellidos.
Nunca los he buscado en internet. Quizás estén por ahí, o incomunicados en sus pueblos de tierra roja esperando un infarto. Quizás sean ahora buenas personas. O tal vez, entre risas, le hayan contado esta historia a sus hijos.
No sé si los abusados perdonarían a los abusadores. Una mano en el hombro, coño, perdóname por haber hecho de tu vida un infierno; es que éramos tan jovenes y tontos. Y ya. Todo olvidado y perdonado. O no?
Dijeron por ahí que nadie sabe el pasado que le espera. Y hay mucha gente con mucho pasado.
Y yo pienso que perdonar es magnánimo pero olvidar es una tontería."
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