La «histeria ártica», que los inuit denominaban «Pibloktoq»

Josephine Peary fue testigo de un caso de «histeria ártica», que los inuit denominaban «Pibloktoq», en el que una mujer aparentemente enloquecida era confinada en un iglú para impedir que saliese al exterior desnuda con temperaturas extremas. Aunque los psiquiatras no han llegado a comprender exactamente este trastorno mental, se piensa que tenía su origen en el sometimiento social de las mujeres al capricho de los hombres en aquellos clanes minúsculos y bajo los efectos opresivos de la noche polar. La exploradora lo describió y documentó por primera vez en su ‘Diario ártico’



Uno de los escasos relatos en la historia de la exploración polar protagonizado por una mujer inusual. Cuenta su vida durante el año que pasó en Groenlandia con ocasión de la expedición de 1891 comandada por su marido, Robert Peary, que habría de ser una de las figuras centrales en la pugna ártica. En la bahía McCormick, al norte de la isla, construyen un refugio en madera y allí convive, en duras condiciones, con la población local. Tras el impacto que le provocan sus extrañas costumbres, nuestra dama comparte experiencias con las mujeres inuit, de cuya vida, hábitos y cultura deja registro detallado en estas páginas. Nos habla del cosido y tratamiento de las pieles con las que se visten, de la comida, de la vida familiar en el interior del iglú, de sus desplazamientos en trineo, del emparejamiento o de hábitos terribles como el infanticidio cuando se quedan viudas. Presencia escenas de extrema violencia hacia ellas y hasta un episodio de Pibloktop, o histeria ártica, fenómeno ligado a la dureza de su condición femenina.

Información enormemente valiosa para la incipiente etnología de la época que desconocía la vida cotidiana de las poblaciones aborígenes árticas, pero también asoma en estos diarios el aguijón de la aventura extrema, la observación y registro de la belleza feroz de ese entorno hostil, junto a un plácido canto a la vida al aire libre y el placer de los pequeños detalles. Isabel Coixet se inspiró en esta valerosa mujer para el personaje principal de su película Nadie quiere la noche.





Su diario se diferencia del de otros exploradores occidentales anteriores, en que destila felicidad. Aquel lugar, pese a todos los aspectos negativos, tenía una belleza especial que, desde el primer momento,

impregnó su alma de bienestar y serenidad.

JAVIER CACHO

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