Esa sensación neurótica
Esa sensación neurótica
Hace ahora 16 años que se publicó mi primer libro, y unos 21 que empecé a publicar artículos en las revistas. Durante todo este tiempo no ha habido literalmente ni un día que no me pareciese que estaba perdiendo el tiempo, que tenía el trabajo atrasado, y que mi producción total era miserablemente pequeña. Incluso en las épocas en que trabajaba 10 horas al día en un libro, o escribía 4 o 5 artículos por semana, nunca he podido escapar a esa sensación neurótica de que estaba perdiendo el tiempo. Nunca obtengo satisfacción alguna del trabajo que tengo entre manos, porque siempre avanza más despacio de lo que yo quería, y además siempre me parece que un libro, o incluso un artículo, no existe hasta que está terminado. Pero, tan pronto como he terminado un libro, empiezo inmediatamente a preocuparme porque no he empezado el siguiente, y me atormenta la idea de que ese siguiente libro no llegará a existir, de que mi creatividad está definitivamente agotada. Cuando echo la mirada atrás y sumo la cantidad de cosas que he escrito, veo que mi producción ha sido considerable, pero esto no me tranquiliza; sólo me da la sensación de que antes poseía una laboriosidad y una fecundidad que ahora he perdido.
George Orwell, 1949
Selección de fragmentos de un cuaderno
Selección de fragmentos de un cuaderno
Foto: George Orwell escribiendo
Marruecos, 1939
DEL FACE
Marruecos, 1939
DEL FACE
- José M. Fernández Pequeño Solo recuerda esta conversación si alguna vez termino la novela que comencé hace diez años y cuyo protagonista usa exactamente tu consejo. Tengo que escribir, querida mía, porque si no me ahogo, pero estoy harto. En RD los que quisieron y quieren hacerme daño (no sé por qué, no les hice nada más que estar ahí, molestando) intenta también rodearme de un muro de silencio. Solo que no me importa. Diría como el viejo Facundo Cabral: Conque no me jodan es suficiente.
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