El cuervo tiene hijos en todos los cielos y POEMAS DE JACOBO FIJMAN

El cuervo tiene hijos en todos los cielos, Margarita García Alonso Colecc. « El refranero »
y poemas de 

POEMAS DE JACOBO FIJMAN


EL CANTO DEL CISNE


Demencia:
el camino más alto y más desierto.


Oficio de las máscaras absurdas; pero tan humanas.
Roncan los extravíos;
tosen las muecas
y descargan sus golpes
afónicas lamentaciones.


Semblantes inflamados;
dilatación vidriosa de los ojos
en el camino más alto y más desierto.


Se erizan los cabellos del espanto.


La mucha luz alaba su inocencia.


El patio del hospicio es como un banco
a lo largo del muro.


Cuerdas de los silencios más eternos.


Me hago la señal de la cruz a pesar de ser judío.


¿A quién llamar?
¿A quién llamar desde el camino
tan alto y tan desierto?


Se acerca Dios en pilchas de loquero,
y ahorca mi gañote
con sus enormes manos sarmentosas;
y mi canto se enrosca en el desierto.


¡Piedad!




ALDEA


Mi blanca soledad-
aldea abandonada.


Revuelo de perezas
sobre la torre de un anhelo
que tañe sus horizontes.


Pintadas negras de la desolación.
Yunques abandonados y puentes solariegos.


Se ha sentado el dolor como un cacique
en el banquillo de mi corazón.


Las lluvias estancadas de mis sueños
se han cubierto de musgo.


En el horno apagado del silencio
mis frutos maduraron
estérilmente.


Perdí mi itinerario en el desierto.


¡Hospedería triste de mi vida
en donde sólo se aposentó el azar!


En una pradera  de cansancios
balan estrellas mis ovejas grasas
llegaron sin destino;
las calles andariegas
beatas de mi ser
son manos
contemplativas
que van perdiendo soles...




BARRIO


Barrio apartado;
bandada de colores
de las ventanas de las casas.


Silencio cruzado de brazos
ante la luna.


Sobre los árboles
embalsamados de cordialidad,
aromadas de estrellas
se trepan las callejas.
¡Dulzura!


Nada interroga.
Se está y no se está en sí mismo
muy limpio y ancho.


¡Y todo es tan lejano y puro
que una nueva inocencia nos consuela!


¿He salido a buscar
juguetes
para los niños?


Barrio apartado:
paisaje de estampas y estrellas.




VÍSPERAS


Toque de vísperas de fiestas.
Presentimientos.
Mi corazón es blanco de ternura.
¡Solemnidad!


Hablamos en voz baja.


Un árbol canta como un niño
piadoso
todo blanco de estrellas.


Mi corazón es blanco de ternura.




MAÑANA DE SOL


Tañía el sol sus llamas
en los cántaros húmedos del viento
de rocío y paisaje
que alargaba el elástico sendero.


Desentumecimientos.
Carnes del trigo;
espigas de mis manos.
Jadean los aromas;
temblequean cual besos los caminos.


Silencios verdes de los bosques rojos
apretados de gozo y alegría.


¡Enloquece en mis ojos la mañana!




OCASOS


Ocasos turbios de violeta.
Reliquias. Devociones.
Caras amortiguadas.
Nostalgias
descoloridas.
El mar se acoge en mis matices;
¡cierra su boca  de frío atardecer!


El timbre de mis ojos
esparce intimidad.
Mi piedad de rodillas
se arropa en los suspiros del ocaso
(palomas de violeta)
Mis manos palpan el color de misa!




CREPÚSCULO


Ponderan los ocasos gustos violetas.
Un árbol negro, un árbol blanco, un árbol verde
cuelgan sus blusas
en la inmovilidad.


Ha cerrado los párpados el viento.


Luces deshechas;
pétalos estrujados
en superposiciones.


Ponderan los ocasos gustos violetas.






CIUDAD SANTA


Tres gritos me clavaron sus puñales.
Paisaje de tres gritos
largos de asombro.
¡Bromearon los sudarios del misterio!
Fuga de embotamientos;
suspiros
en la niebla inmovilizada.
Cipreses.
Bronce de los terrores
informes, fragmentados.
Mueren caminos
y se levantan puentes.


Un árbol se transforma
cerrando sus pupilas.


Caen medrosamente las palomas
angélicas del sueño
en las uñas heladas del espanto.


Un infinito horror
manaba en mis entrañas
en un himno de muerte.




TOQUE DE REBATO


Agua de trinos
manó de las gargantas estelares;
nos lavaba la angustia
el silencio concéntrico de los cielos lejanos.


En un andar de media-luz volvían los caminos
y un gran bosque de aromas
tañía las campanas de la aurora
un himno de la vida.




CÓPULA


¡Nos unió la mañana con sus risas!
En las rondas del sol
canciones de naranjas.
Danzas de nuestros cuerpos
desnudos -rojo y bronce.


El olor de la luz era sagrado:
música de horizontes,
espacio de paisajes-
rojo y bronce-
ruido de melodías,
himno de soles,
eternidad
y abismo de la dicha
en la alegría loca de los vientos.


Canciones de naranjos
en la piedad de los caminos.
¡Todas las aguas del silencio
rompimos en la danza!


Dicha de los abrazos y los besos;
toda la gloria de la vida
en nuestros pechos
jadeantes y ligeros;
nuestros cuerpos: au roras y ponientes
en la alegría loca de los vientos.
¡El corazón del mundo en nuestra boca!




VELADA




Rumor de carreteras aflautadas
en los alientos turbios de las miradas grises.
Portazos;
temblor de las vidrieras; cóleras destempladas.


Aúlla el frío blanco;
el suelo se ha caído de mis manos.


Crucifijos en somnolencia.


Marcha de retrocesos
¿Qué ruedas empujamos?


Acordeones desafinados
de mi sabrosa angustia.


Aúlla el frío blanco
cual los gitos helados de un espejo.


Silencios enjugados de la nada;
marchas muy bien envueltas, casi fijas.


Almohadas que lloran desesperadamente;
júbilos disonantes
de huellas desgarradas;
pasos atrás, deshechos
en la inconciencia.


Mi corazón es una estrella en sorna;
canción de mis fogatas.


Almohadas burlescas que sollozan
desesperadamente.


Aúlla el frío blanco
cual los gritos helados de un espejo.




TARDE VIOLETA


Cae de bruces un silencio frío
en el ocio violeta de la tarde.
¡Perplejas añoranzas!


Se tuercen las paredes de mi estancia.
Ronronean las luces como gatos.
El caserío soñoliento
engrisa las campanas.


El viento tiene los pies desnudos.


Se ensordece la tarde
arrastrándose, lentamente.


¡Perplejas añoranzas!


De reojo me miran los sarcasmos.




EL VIAJERO AMARGADO




Gris andurrial de la mañana.
El mar descorcha sus botellas
de vinos espumosos.


Bailan como muñecos
mis anhelos, creados por los vientos;
y van a pique , sollozando,
con las manos abiertas, distendidas.


El mar embriaga mis sarcasmos-
aguja de relojes negros,
trasnochadores;
conciencia amarga de la vida.
Hastío.
Zozobras.
Gargantas temblorosas.


De día en día
preparo mis maletas;
¡cambio los aires y las horas!
Las grises estaciones me han dejado
el silencio de sus faroles
enfermos, de velorios;
y los puertos sus guinches y sus barcos
afiebrados de esclavos y bocinas.


Se alargan las agujas de los relojes negros.
Sarcasmos.
Bailan mis muñecos, oreados por los vientos
en el gris andurrial de la mañana.




MORTAJA




Por dentro:
atrás el rostro.
¡El pasado aniquila!


¡Es en vano que encuentre una herradura
en el estanque turbio de mi imaginación!


El árbol ha cubierto de palomas
mi soledad; pero es en vano.


Desnudo
siempre estoy como una llanura.


Para buscar un cerro
miro las multitudes.


Estoy siempre desnudo y blanco;
Lázaro vestido
de novio;
Una mortaja viva
entre el ayer eterno
y el eterno mañana;
una mortaja viva
que llora en mi garganta.




MÁSCARAS




Sangró mi corazón como una estrella
crucificada.
Dolor;
del sándalo purísimo del sueño
trabajaron la balsa de mi vida.


Amor
hízome calles de esperanza
que oprimieron tus manos de alegría.


Sus máscaras de aromas pusiéronme los astros
en las músicas negras que miran lentamente
mi soledad de túnel olvidado.


Y todavía el muelle
de mi ser bosteza;


yerra mi angustia
dando vueltas y medias-vueltas
como barricas.


Hasta que al fin, se romperá algún día
mi corazón, como un ladrillo.


¡Sus máscaras de aromas me prenderán los astros!




HAMBRE




Vigilancia nocturna de arboledas
constantes
en una interminable perspectiva
rasada de canciones
desmesuradas.


Se engancha hondamente a mi ternura
la sangre de los astros;
se llenan mis bodegas con el vino
de la expansión;
se cubren mis graneros con los granos
de Dios.


Es muy ancho el sombrero de la noche
puesto sobre el paisaje.


Hacen alegre ruedo
taifa de vientos peleadores
de dientes amarillos.


Perpetuo insomnio
mis pasos olfatean como perros
un lobo imaginario
guardando los apriscos.


Cenas del hambre.
Recogimiento bufonesco
salado de idiotismo:
voz de falsete
en francachela corpulenta.






REQUIEM


Olores de amarillo.
Aliso de silencios
cual colgaduras tiesas
en la flor negra de mi estancia.


Sonrisa azul y blanca.
Gritos desesperados de los trenes
que doblan imprevistos horizontes
de lluvias y de fríos.


Otoño-
taburete desolado;
tabaquera de días rubios,
lánguidos y descalzos
y oscuras tardes de Rosario.


Un rebullir de sillas me despierta;
sabor de infancia; olores de amarillo.




SUBCRISTAL




Zarpas monótonas
amarillentas de las horas
de Otoño,
en las cifras muy lentas de mi hastío.


Tonalidades;
respuestas y llamadas de motivos
en una discordancia de apariencias.
Brilla el cristal de mi locura.
Efervescencias bruscas;
ojos endemoniados de un molino
junto al enorme zueco
de una carreta que relincha.


Cascan mis dientes piedras de blasfemia.




EL" OTRO"




Tarde de invierno.
Se desperezan mis angustias
como los gatos;
se despiertan, se acuestan;
abren sus dedos turbios
y grises;
abren sus dedos finos
de humedad y silencios detallados.


¡Bien dormía mi ser como los niños
y encendieron sus velas los absurdos!


Ahora el Otro está despierto;
se pasea a lo largo de mi gris corredor,
y suspira en mis agujeros,
y toca mis paredes viejas
un sucio desaliento frío.


¡La esperanza juega a las cartas
con los absurdos!
Terminan la partida
tirándose pantuflas.
Es muy larga la noche del corazón.






FERIA


Organillos de misa; hacinamientos;
sacos de gritos de la mañana.


En lentitud confusa
sorda  sorda algazara de las obsesiones.


¡Las máscaras estúpidas
de los atormentados!


Rasguños en el quicio de la puerta
por la luz más intensa.


Bosque de soledades.
¡Esta es la pausa
más nueva de mi vida!


Mantas de fuego
sobre los agrios soplos
de mi locura.


Feria maligna de rostros tostados;
un estanque de tiempos.






VíSPERAS DE ANGUSTIA


Atmósferas de marasmo despedazan mis ademanes.
Pasos furtivos
en los malditos huecos de mi ser;
desolaciones alteradas.


Azar; ideas fijas.


Revolotear de músicas celestes.
¿Vísperas de una nueva angustia?
Sospechas.
Soy de los que no vuelven, hermanos míos.


Atmósferas de marasmo
en torno del más fragante pino.


Amor, alégrame el camino.
¡Los fuegos fatuos!
¡Quebrantaré la vida por mi vida
por el imposible contacto de la eternidad!


Pasos furtivos
en el hueco de mi ser;
yo soy el prometido, el anunciado.

Revolotear de músicas celestes.


MOLINO


Los molinos de imágenes; caminos sin puntos de vista.
Ahora vivo detrás de mi mismo.


Ventanas sobre los astros.
¿Duermen los pastores?


Semblantes contraídos en cera derretida
sobre los muros.


Fogatas.
En pasos de alta voz riñe un humor de perros.
¡Aquí no hay un solo corazón alegre!


Leña húmeda de los crepúsculos eternos.
El dolor es un agua que no se pierde;
pero nosotros nos hemos perdido
como en un gran tonel
de contratiempos sordos, fijos, duros.


Rincones que se enfrían
como un cadáver, en la estancia.
Aurora
en que escupe la rabia más absurda.


Se ha torcido el puente, como una mueca.

Alcohol; salario de estrellas.
Murmuradores a granel.


Silencio entorpecido;
ah, si ladrara un perro.


Se encaminan las quejas de los Nadie.
¿Duermen los pastores?


Señales; imágenes y muros.
Ruidos de establo;

y se abren más ventanas, pero blancas.


Inopinadamente...




ALEGRÍA


Agua de sol,
cencerros de horizontes
enlazaban la intensidad
armónica
de nuestros cuerpos
claros y vigorosos,
en plenitud de luces infinitas.


Sones de llamas
en el aire rosado;
jadear de bosques y expansión de mares.
¡La danza de la tierra!
¡La sinfonización del universo!


Y repicaban los paisajes;
agua de sol,
cencerros de horizontes.


¡La alegría del mundo
en el pecho redondo de la tarde!




DESPERTAR


Revuelo de silencios aromados.
Estrellas-pájaros de fuego
dichosos de infinito.


Música de las nieblas y risas de las selvas.


Se enardecen de llamas y de gritos
los desiertos.


¡Locos de eternidad!
¡Los pies del viento danzan en el mundo!




SUB-DRAMA


Desolaciones.
Altos silencios
que balancean sus cabezas truncas
escencialmente.


Han caído mis esperanzas
como palomas muertas.
Desbandes.
El canto de mi mismo se alucina.
Cristales rotos.
Murga carnavalesca.
¡Las risas rojas!


Cifras desafinadas y arbitrarias;
¡el dolor más eterno!
Me trasvasa el espanto sus caminos.


Pavor de candelabros;
romance de agonía.


¿Quién soy?
Ha perdido su espacio
completamente el universo.


Se cierran las estrellas en mis ojos.
Nadie y nada.
Terribles apariencias
aplastan el cristal de sus sarcasmos.


Pasa un convoy de brujas caprichosas;
cuelgan mis extensiones deformadas.
Mi corazón es una isla roja
en que destacan sus banderas negras
los días de mi anhelo.


Las miradas ardientes de mis ojos,
¿en qué se apoyarán mañana?


Canciones de mi ser,
hemisferios de dicha,
volúmenes de aromas
¿en qué tambor de soles
se agitarán mañana?


Orientes y occidentes.
Se quebrarán mis ejes.
Lo sé
¡Llueve sin latitud el dolor más eterno!


Han caído mis esperanzas
como palomas muertas.
Pavor de candelabros; romance de agonía.




ANTIGÜEDAD


¡Oh los gozos profundos, los inviolados gozos,
agua de soledad
que guardan los caminos!


Alma, corazón,
danza en los anillos
del día que llega,
danza en sus huertos,
goza de sus vinos.


Las albas nuevas
rompiendo límites mojan la nada;
cantan los puentes en el universo.


En las albas más nuevas humedezco mis ojos;
¡en los soles más nuevos humedezco mi boca!


Suenan los vientos
las zarabandas
de sus tambores

ásperos, fuertes,
libres, salvajes
y puros.


El alma del mundo es como un pájaro herido
que sangra en el amar.
Antiguedad del mundo, desolación del mundo;
¡Danza en mi corazón la más roja lujuria,
la más roja alegría,
la más roja esperanza!
¡Danza las danzas
más sueltas y alocadas!


Sálvate, mundo mío,
desatando infinitos.
Apaga tus fríos
y enciende tus arenas
en la primavera
y en el sol.


Pon en mi soledad los pies ligeros
de tus dichas.
Gira tus estaciones
sobre las nuevas eras.
Iniciadas en angustias, en dolor y en espanto
abro mis manos rojas de semillas.


¡Puedo ser un gran sueño, puedo ser el gran sueño
de una raza!


Oh música sagrada: sobre los nuevos puentes
danza tus retornos.




GABÁN


Soy una alforja
de lluvias.


Mi corazón regó en las primaveras
sementeras de espacio;
por ello mi cabeza
es una gorra remendada y parda
(genialidad)
o, un gabán raído,
pues he amado.


El pienso de mis días
desparramé en las sendas;
rompí todas las tejas
de los pesebres
humanos.


De mal en peor
tildaron mi locura;
merma mi audacia,
enflaquecen mis manos dadivosas
como las mulas viejas.


¡El gabán de mi ser se va pudriendo!




LA ÉGLOGA PROFANA


Una granja soleada. Labriegos y cantos.
Las callejas,
banderizadas
de chicuelos reidores,
se enloquecen y disparan
de mercado a la taberna;
de una esquina a otra esquina.
Se prolongan y agachan.
Danzan
hasta el medio día;
luego abren sus bocas,
se tragan el sol;
y estiran sus brazos
tatuados de cosas
y se duermen dulcemente.




LA ALDEHUELA DE VUELTA Y MEDIA


El blusón descolorido
del gran viento
aligera a las campanas
del convento de sus pájaros de bronce,
que se desgañitan en un débil llanto.


Toses desesperadas
y gritos arqueados en las chimeneas.


¡Está la aldehuela de vuelta y media!
(Puede que el heno se pierda
sacando la lengua de sus chirigotas
a los pobrecitos labriegos).


Gimen los mesones
un Dios mío.


¡Máscaras en la luz más intensa y más
sorda!
Agrios soplos de la locura.




PARAGUAYA


Por las arenas rojas
se arrastraba tu olor a monte
como una sombra verde.


Se anaranjaba el bronce enloquecido
de tu cuerpo ágil
en las manos del sol.


Reíamos de gozo.


Mordí tu piel más lisa que los vientos.


Tus ojos
desparramaron las semillas
negras de tus miradas.


Todos los trópicos
se hicieron jugos en tu boca.


¡Los cantos de las selvas guardáronse en tus
formas!




CENA


Cenas de mi soledad en hosco abatimiento;
eterna como Dios, profunda de universo,
¡He sido el más ausente: el juntador de formas!


Cenas de mi soledad...
El sudario más frío es uno mismo.


¡Buscar y qué buscar!
¿Encrucijadas puras donde zapatean los truenos
en un constante mediodía?


Cenas de mi soledad en hosco abatimiento.
Pan y sal. Lamentos.
Piernas que saltan; salidas del cortejo;
vacilación de luz que viene abajo.
¡Extremaunción de un armonioso herrero!


Ir; pero no ir nunca;
en algodón de olvido sumir todos mis días.


Anuncios que se deslizan;
canción de gallos en la mañana azul de mi esperanza
continuación de tiempos fundamentados en dolor.


Fui un desaparecido, el más ausente:
el juntador de formas.


Amanecer desentonado...




MEDIODIA


El sol
hace un motín sangriento.
Paisaje apisonado.
Luces malavenidas.
Paladeos chispeantes del arroyo.
Tierras blandas de lluvias perfumadas
en que cavan las luces como perros.


Sosiego de mediodía.


Guía de carreteras bifurcadas.
Surcos. Plantíos.
Distancias.
Todas las heredades interrumpidas,
como en un paradero
definitivo.


Se enclavan en el sosiego los blancos, verdes, malvas,
del suave caserío.
Distiéndese el paisaje
martirizado de luz.


Una horda de árboles dispara
sus flechas de bramidos
contra el sol-agujero
concluso,
desolación iluminada.


Perspectivas insospechadas
que lame el horizonte sensualmente.


El silencio le ha puesto al viento
un candado de horas.


Bocas temblonas
del río.
Señorea la luz del mediodía.




PAN NEGRO


Dedos sarmentosos,
helados y duros
del invierno!


La aldehuela
es como una rama seca.
Los mesones, las callejas,
padecen torpeza.


¡Mastican tan lentamente
las campanas!


Intimidad enfermiza
de los silencios.


Cuando llueve,


la aldehuela es un pan negro
mojado


¡Dedos sarmentosos,
helados y duros
del invierno!




PUENTES


Ah, se han puesto las horas
como butacas viejas
en la madera negra de mi vida.


Se empereza el paisaje.
Arrulla mi intimidad.
Paredes grises.
Repique de las sombras anunciando los astros.


Caminos del invierno
¿Quién sube por mis escalones?


Un toque matinal y fresco
deshoja sus auroras.


Viajero,
hay puentes todavía por los caminos.




PUERTO


Amanecer de invierno.
Un puerto.
Ha roto su órbita un silbato
sobre los hombros de la bruma.


Lamentación del mar
y cobres de los horizontes.


Se contraen las torres silenciosas;
beben las calles gritos
en sus campanas.


En las piedras
quiere tallarse el viento.




VENTANA


Muelle de invierno.
Pájaros retorcidos del alboroto.
Entre la niebla,
estertor de los puentes.
Las hélices de un barco remueven luz y brumas;
lloran los mástiles del viento.


Gozan olor de sol todas las lejanías,
caminos de miel
en que se pierden mis fatigas.


Alondras de mi pecho en la mañana
que llueve angustia.


¡No tienen árboles los muelles!
Se humedecen mis ojos y mis manos.


¡Y hay algo más que el ruido!
Una ventana
cerrada eternamente:
El silencio profundo sobre todos los puentes.




ALEGRIA DE INVIERNO


Las flautas de mi angustia en el paisaje
de las constelaciones.


Bosques de estrellas blancas sin canciones.
¡Alegría de invierno!


Mana silencio de mi pecho;
mi silencio tan viejo como el mundo.
¡Alegría de invierno!


A la costa del tiempo mis músicas se apagan
como bujías.




LAS BLANCAS TORRES


Júbilo musical del agua.


Permanezco anhelante.
Compases olvidados que retornan.


Júbilo musical del agua.
Suenan las blancas torres del invierno.


Pupilas anonadadas;
compases olvidados.


¡Aún guardan mis anhelos gritos de salvaje!
pero sólo mis medias noches
saben de estos pájaros de fuego.


Interrogatorios de mi ser;
cizaña de mis sementeras
y el recodo más negro del camino.


Interrogatorio de mi ser;
fosos que no blanquea ni la aurora.


¿A las anchas de qué
amor encenderé mi vida?


Suenan las blancas torres del invierno.




PÁJAROS DE INVIERNO


En los fines sordos
de mi angustia,
la gracia del día
enturbia sus linos.


Zapatea la arboleda
helados espantos
de música descocida.


Se quema la luna
en el frío blanco
del invierno.


Campanario de horizontes;
esquilas de los misterios.


Desatan las soledades
sus pájaros de congojas;
y las estrellas agitan
el sudario de los vientos.




MADUREZ


Soles ancianos;
madura el horizonte en los caminos.


Tu piedad es alondra en mis mañanas.
¡Hazme nuevo en los cantos de tu vida!


Mi sueño es un aroma
gris y ya viejo de sí mismo.
¡Ah, cómo son de tristes las madureces!


Mi soledad es pura,
como un desierto
lavado en las estrellas;
alta cual la montaña
en que resbalan mis espantos.


Todas las albas de la eternidad
dejáronme las huellas de sus anunciaciones;
pero mi sueño es gris y viejo.


¡Madura el horizonte en los caminos!




EL HOMBRE DEL MAR


El hombre de los ojos
atormentados,
que ha mirado mil auroras del mar
desde las grandes proas,
tiene el secreto
de las neblinas, las compactas y húmedas
neblinas;
tiene el secreto de las claridades,
de las muy anchas, de las ilimitadas claridades
que estallan como granizadas
sobre los barcos clavados y desclavados
en los planos soleados de los días.
¡Los barcos que alzan sus ojos en la noche
cual surcos conmovidos, ardientes y sedientos
de las semillas
de los cielos lejanos!
El hombre de los ojos
atormentados,
sabe todos estos secretos;
y al estrechar mi mano con la cordialidad
de las almas supremas,
me ha entregado el don de los horizontes;
me ha iniciado en las expansiones;
me ha libertado de los cuatro puntos cardinales,
y del bien y del mal;
De mi ciencia de biblioteca,
De mis pequeños sueños de orangután civilizado.
¡El, el hombre salvaje,
me derramó su olor marino
sobre mi olfato torpe que vive en las alcobas!
Él, el hombre salvaje me ha traído la música
de las islas bienaventuradas,
en su silencio abismal
y en sus palabras pintorescas,
alegres, puras,
de una elevada, de una cósmica simpatía!
Él, el hombre salvaje,
que ha reído con las olas del mar;
que ha llorado con las olas del mar;
que ha sufrido el asombro y el espanto
frente a las tempestades
que hacen y deshacen los mundos
y destrozan ciudades y amplían las hogueras
con sus gritos tan rojos;
Él, el hombre salvaje
me ha dejado oír los órganos profundos
de su alma golpeada por las visiones de la inmensidad;
y este mi corazón se ha agitado en el sueño
del universo;
porque el alma y el corazón del hombre salvaje
trae el múltiple canto del mar y de los astros
y los abismos altos y los abismos bajos;
las expansiones y las desolaciones
prendidas a la rueda del universo.
Él, el hombre de los ojos
atormentados,
que ha mirado mil auroras del mar,
me ha desclavado de las calles grises
de mis hábitos viles de hombre civilizado
que nada tienen que hacer en mi destino
en mis pies, en mis manos
ni en mis ojos hambrientos
de una proa, de un astro y de una aurora.


¡Ahora yo también soy un hombre salvaje!


(de Molino Rojo, 1926)


POEMA I


Caía mi sueño en la otra soledad de los canales.
Regocígate, niño, la presencia graciosa de la muerte
reparte en sombras alternadas el olor de los ángeles
y levanta tus sordos desamparos.


Niño de paz,
han apagado las islas monótonas de los soles perfectos.


Niño de paz,
imito el mundo en un mi sueño ajeno a la claridad.


Un silencio de música se apacienta en las torres.




POEMA II


Oíase a través de las olas subidas el grito de los puertos y las ciudades
y el frío de las campanas.


Los cielos mueven el puente de los días.


El frío se sumerge en las ramas.


Recogemos la sombra que cae de los pájaros.
Te has ido.
Enumero las albas bajo la espuma azul de la noche.


Corderos desfigurados reflejan en sus ojos las vueltas de las estrellas
y los viejos molinos.




POEMA III


Está mi risa de niño
con la abuelita ciega de la noche obscura.


Resuenan mis botas groseras de campesino
en la ternura de los caballos,
y he ido.


Al son de ríos lúcidos y puros
Tiemblan las curvas de los pozos como las dulces patas de los corderos.

Encerrada en mis pasos sigue la noche obscura.




POEMA IV




Extiendo mis brazos hacia el silencio descansado que inmortaliza la lejanía.
Caen océanos en las noches obscuras de nuestras adolescencias en Dios.
Herido en mi canto
por uniones de azar
toda mi carne mortal recoge la blanca limosna del misterio.


Siento venir el fresco gusto del alumbrar;
Siento venir entre olas de la desesperanza maduros imperios.


Agito los ramajes.
Danzo en la gracia de todas las familias de la tierra y el universo.




POEMA V




Yo estaba muerto bajo los grandes soles, bajo los grandes soles fríos.
A través de mi llanto
oigo el agrio sudor de la precocidad.


Yo vuelvo sobre un musgo
y las ciudades crecen a la aventura hasta la noche del estupor.

Miseria.
Dios pesa.
Me llaman vientos de mar.
Van y vienen en grandes cambios; se alargan en saltos irritados
que apagan mi temblor, que exasperan los sueños.


Jamás podré seguir.
Yo me veo colgado como un cristo amarillo sobre los vidrios pálidos del mundo.




POEMA VI




Ha caído mi vos, mi última voz, que aún guarda mi nombre.
Mi voz:
pequeña línea, pequeña canción que nos separa de las cosas.


Estamos lejos de mi voz y el mundo, vestidos de humedades blancas.


Estamos en el mundo y con los ojos en la noche.
Mi voz es fría y sucia como la piel de los muertos.




POEMA VII


Roe mi frente dura
el lobo de la media noche.


Una escondida estrella arrima su sosiego.
Entre todos los soles ya se me canta aceite de júbilos.


Siento en mis manos venir la luz entera de la mañana.




POEMA VIII


Cavar, cavar los ojos enarenados como se ahuecan los cuellos largos de los pozos
cerrados en implacables soledades.


Excavo la bienaventuranza.
Cruzas llanuras
y acaecen palomas entre las manchas negras de las quejas.



Siento en mis ojos las anguilas fuera de sí de los silencios montañeses.




POEMA IX


Yo duermo cerca de todas las vueltas del sueño.
Según mi carne grito en la sombra de la beatitud de los recién nacidos.


Encima del mismo tono llevo el contacto de los bosques lejanos
y asistencia de océanos.




POEMA X


Reposan los sagrados pinos,
y mi voz arrollada en la tristeza de una luz rompida.


Paz, paz, sobre los días y las noches cansadas de recoger las voces falsas,
que el mar hace sonar las cáscaras de nuez de la maravilla,
y vuelvo a oír la guía de mi ánimo dentro de primicias celestes.


Huye la soledad.
Adiós, belleza.




POEMA XI


Al pie de los aromas blancos recobro mis manos en plegaria.
Una vez había...


Los canales hastiados se ponen en camino lejos de nuestros ojos.
Para sí trazan el pavor los soles.


Apoyo mi rostro sobre la sombra siete veces obscura
y atravieso los diques ajustados que arrastran los vientos.


Rodaba mi acento de mar desgarrado sobre siete caminos de nieve.




POEMA XII


Yo quería jugar.
Estaba el signo de mi naturaleza plena de llanto y protección severa .


Bajo a mi obscuridad, y avanzo entre mis brazos con una estrella niña.


Soplan olores de banderas frías
y resuenan tambores de infancia
en el mismo silencio, bajo la misma estrella.


Viene mi carne allende las transparencias.
Rodeo la luz fresca.


Ánimos de pavor yacen en mis profundas soledades:
No es el mismo silencio, no es la misma estrella.


Arranco vísperas de muros inclinados,
y más allá de todo se mueve el brillo opaco de la agonía.




POEMA XIII


Más allá de las aguas grises bajan colinas.
Nadie vigila.
Sobre las noches descompuestas concentro mi afinación.


Todo lo nuestro llega; las ventanas amigas entran las lejanías,
pero ya no saldremos nunca de esta mañana opaca.


Avanza hacia nosotros las vueltas seguras de la muerte.




POEMA XIV


Los muros están cubiertos de vísperas y estrellas blancas.
Las flautas hacen temblar a las flexibles viñas.


Oh, bodas, en tanta perfección de desnudez el gallo canta.
Aprieta mi adolescencia tus ojos negros.




CANCION DE CUNA QUE NO HA AGRADADO A NADIE


Van a cantar
por el nacer
de varón, de mujer;
van a cantar,
van a nacer.


Empiezan a cantar
empiezan a nacer
el varón, la mujer;
la voces del cantar,
las voces del nacer,
de varón, de mujer,
empiezan a cantar,
empiezan a nacer.


Van a cantar
el varón, la mujer,
van a cantar
por el nacer;
las cosas del nacer
van a cantar
por el varón, por la mujer,
van a cantar por el nacer.


Van a cantar:
la noche va a nacer.
Empiezan a cantar
el varón, la mujer,
la noche va a nacer.


Van a cantar
por el nacer
la noche del varón y la mujer.
Empiezan a cantar,
empiezan a nacer.


Van a cantar
por el nacer
el varón, la mujer.
Empiezan a cantar
amanecer...




(de Hecho de estampas, 1930 )




I


Los ojos mueren en la alegría de la visión desnuda
de carne y de palabras,
en la tierra desnuda y en el cielo desnudo,
en el día desnudo y en la noche desnuda bajo los
cielos todo crecidos.
Es demasiado bella la noche de oro de muros y
banderas luminosas.
Corremos en la noche de plata bajo la noche de oro.
Tierra desnuda, tierra perfecta, cielo desnudo,
Cielo perfecto.
Voces desnudas de la voz eterna.
En la noche de oro nos llaman las acampanas,
Y oímos el vuelo de las aplomas desde la noche de
plata bajo la noche de oro.






V


En la misma belleza saborean las lunas su soledad
dichosa.
Caen todas mis muertes en el espanto
de la nada del mal de la nada irreal de la nada.
En las tinieblas puse mis manos cuajadas de llanto.
Arreó la gracia mis ojos perdonados,
y hecho he sido en lo interior de todo y nada.
He sido el que es de todo y nada en bella gracia.




XV


Ama tu alma mi alma, paz de los días, paz de las
noches nacidas en los espantos de muertes,
y en los gozos de muerte y esperanza de muerte.
Amor, Amor; Amor,
tu alma canta dolor de carne, dolor de vida, pavor
de muerte
bajo los cielos llovidos de esperanza.
Amor, Amor; Amor,
viste tu desnudez el agua capaz de las criaturas.


XVIII


Nos levanta la cruz hacia el río de los aromas.
Entre sí suben las criaturas mansas tendidas
en amor a Cristo.
Entre sí las criaturas fuertes sobre asientos
de paz
que cuidan las espadas en amor de Cristo.
Amor abre la luz, y se derraman soles y bailan los
corderos.
Tu alma canta, mi alma reza en los días cerrados,
en las noches cerradas,
en la vida cerrada, en la muerte cerrada bajo los vuelos
abiertos de los cielos.
Entre sí suben las criaturas mansa
en los asientos puros de olorosos maderos.
Amada,
afuera nos besaremos desnudos de tinieblas y pavores,
tendidos en amor de Cristo.




XXIV


Nace en mi llanto de oscuridad de todo llanto,
oscuridad de soledad de todo llanto.
Vuelven las almas sobre mi alma de alma en alma,
de muerte en muerte.
Lloro con llanto de mi llanto
sobre mi alma de alma en alma, de muerte en muerte.
En soledad de soledad con soledad
en soledad, en todo, en soledad crecida en soledad.
Reposan los huesos en mediodías
en la soledad de mi alma desnuda en soledad.
Criatura de la quietud donde nacen soles.
Debajo del nacimiento
mi garganta solloza almas de alma en alma, de muerte
en muerte.




CANCIÓN DE LA VISIÓN REAL DE LA GRACIA


Niño, tú tienes el oído junto al amanecer
de la tierra y el cielo.
Amén el bosque, Amén el mar y Amén a las estrellas.
El signo de tus manos ata el secreto del mundo.
Amén el bosque, Amén el mar y Amén a las estrellas.
La tierra canta y el cielo, y la vida y la muerte.
Niño, tú tienes en el signo que trazan tus manos
el día y la noche, y la tierra y el cielo, y la vida y la muerte.
Amén, Amén, Amén,
niño de alba de la tierra y el cielo.




(de Estrella de la mañana, 1931)




RETRATO DE DOCTOR


Este aquí, seráfico leyente,
Trae la flor perfecta
Recibida en ejemplo de ser a ser,
De simples y compuestos,Y día temporal,
Unidos por el uno que nunca fue movido,
Por aquél que depura la imperfección perfecta.
Este aquí seráfico leyente,
Lleva la perfectísima, la perfección perfecta
Del color y la lumbre, del amor y la estrella.




LETANÍA DEL AGUA PERFECTA




El agua descansa en el Amado.


Contemplación del agua, seas el agua y cielo amor cual es el agua prevenida.
Adán,
asesino de la paloma, de tu paloma, del sí profundo que mueve el agua en cielo y llama en cielo,
sobre tu cuerpo nos ha crecido la selva oscura, cielo de nada, tierra de nada.


Apartamos el agua de la muerte bajo el agua perfecta;
sosegamos el agua atenta que saborea los nombres divinos.


Una es la luz de luz que ordena el reino que no fue creado.
Seas en agua y cielo; seas en llama y cielo.


Canales lúcidos del canto, y a través a través de la paloma blanca;
y soles fríos
a través de la beatitud, a través a través de la paloma blanca.


Nos une el agua de la obediencia.


Bajo la estrella del mar
seas el agua libre de figuras que besan amargura de muerte eterna;
después de nuestra soledad vendrá la voz, la voz del agua primera.


¿Qué tiene la noche
acabada de soledad en la belleza amarga?
Los ojos resplandecen detrás del agua de aquella estrella.
Andan los ángeles del monte de toda gloria,
y el bosque sacude el agua de su silencio que en el principio tiene su semejanza.


¿Qué tiene la noche?
El agua con sus términos perfectos.


Acabados de soledad en la belleza amarga
alzamos la voz, y ponemos el llanto en los días de muerte.


Alegría en lo alto, y alegría en lo bajo de su tierra
que sube delante de los cielos y las estrellas que llevan el agua puesta en sus manos.

El agua, con sus términos perfectos;
y después de la soledad viene la voz, la voz del agua primera.


Adán,
tu noche traza la muerte sobre el fuego y el agua y el aire y la tierra,
y cae como cielo de agua y sueño y mal que arrastra pavor de soledad eterna.


Polvo y ceniza levantamos el agua para que mire Nuestro Señor el agua,
y apartamos el agua de la muerte, apartamos la tierra de la muerte
en el agua interior de la palabra mudada en canto.


Seas el agua libre de figuras que besan su amargura de muerte eterna;
el agua sobrenatural de aquella estrella,
la estrella de la imagen viva.


La inteligencia pura del ángel rompe la sequedad del mundo.


Los ojos resplandecen detrás del agua de aquella estrella.


Detrás del agua
los cielos mueven a los corderos
en un reposo de amor que está en las manos de la Pobreza.


Andaban mis ojos sobre el monte de todo principio y toda paz,
y soles que descansan como corderos saltaban por el agua y en el agua de los nombres divinos.


Adán,
criatura que ve su muerte, y el agua de su muerte, y la tierra deshecha de su muerte.


Bajo la estrella del mar
gemimos con el gemido de nuestra noche oscura;
somos criaturas de ceniza amarga que levanta su sér en el principio de los cielos y nuestra tierra.
Seas el agua libre de figuras que besan su amargura de muerte eterna.


Seas el agua libre de las figuras
lejos del agua
a través a través de la paloma blanca.


El puente resignado
y el agua simple y lúcida del canto
que agujerean profundos nombres en el desorden de mis noches frías,
y el ojo frío
a través de la beatitud, a través a través de la paloma blanca.


Queda amor en amor,
y se engendra y enciende en conocer la llama del amor divino.


Amoroso de la belleza
de la imagen de la belleza que son las criaturas.


Amoroso de la belleza
que mueve sus beatitudes imperfectas.


Señor,
consuma mi soledad en esta libre soledad de la belleza.


Se ilumina la estrella con el beso de los nombres divinos;
y a través a través de la paloma blanca,
el ángel que conoce el Nombre
anda en la estrella de su monte santo.


Los ojos resplandecen detrás del agua de aquella estrella,
y el bosque asciende su silencio que en el principio tiene su semejanza.
Me levante en su causa con los días del ángel en mi canto.


El tiempo angélico mueve tu tiempo de esperanza.
Tuvo principio el ángel y su tiempo custodia tu vida, y custodia tu muerte.


El ángel mueve tu cielo; de su gemido gimes en la gloria.


El agua y el aire y el fuego y la tierra de mis manos
llevan los signos que alegran los ángeles del cielo.


Estrella del mar
renuevo mi noche en el silencio de la estrella.


El agua que muere de muerte,
se despierta en el agua de la gracia.


Sobre el agua que muere de muerte levantamos el sér.
Bajo la estrella del mar
gemimos con el gemido de nuestra selva obscura.


Levantamos el sér bajo la estrella
bajo la cruz
bajo el lugar de los coros angélicos.


Contemplación del agua.
Mi noche cae entre gemidos del sér que crece levantado sobre las llamas.
El agua descansa en el Amado.


Seas el agua
libre del ángulo y la línea de lo imperfecto.


Seas el agua libre de las figuras.


Unimos el sér mudado por los ángeles de la divina gracia
que libra de la noche,
de esta noche de líneas y figuras.


Seas el agua que deshace las líneas y los ángeles hechos con la amargura de muerte eterna.


Seas el agua que hace su voz, agua criada,
instrumento habituado de soles y de lunas.


Seas el agua
no unida al agua del mundo;
seas el agua de la Ciudad de Dios.


El agua es aquella criatura
habituada de soles y de lunas.


Entiende el agua por el descenso del agua.




(publicada originalmente en la revista ARX ,1934)




JACOBO FIJMAN ( Rumania, 1898 – 1970)

Fijman, de niño, llegó a la Argentina, fue personaje de la novela despeinada (como decía Cortázar) Adán Buenosayres, y murió en un Hospital Psiquiátrico. Poeta exquisito. Escribió pocos cuentos, agrupados en un librito q compré (circa 93) en una librería x Juramento: "Balzac".

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