FUACATA

Meister Eckhart: "los ojos con los que veo a Dios son los ojos con los que Dios me ve a mí". 


Libro de las horas (1905) RILKE

En este momento la hora se inclina y me toca
con su lúcido anillo metálico
mis sentidos vibran. Se forma el sentimiento:
Yo puedo- y palpo el día elástico. 

Nada estaba completo antes de ser visto por mí,
todo ir y venir ahora yace quieto.
Mis ojos están maduros y todo lo que desean
se acerca como una novia.

Nada es demasiado pequeño: contra un fondo de oro
lo pinto grande y amoroso
y lo sostengo en alto, nunca sabré
de quién es el alma que puede liberar.

*

Estoy en el extremo del siglo,
Uno puede sentir el viento de una gran página-
que Dios y tú y yo hemos llenado de escritura-
girando por lo alto en manos extrañas ahora.

Uno puede sentir el resplandor de esta hoja nueva,
en la que todo puede inscribirse aún.

Las fuerzas silentes ponen a prueba su rango
y se miran entre sí oscuramente.

*

Tu primera palabra fue Luz:
y el tiempo comenzó.
Tu segunda palabra fue el Hombre y el miedo se esparció
(todavía nos ensombrecemos ante su sonido)
antes de que tu rostro retomara su creación.

Y por ello temo tu tercera.

Seguido rezo en la noche: sé el mudo,
el que crece firme en gestos
y es movido por el espíritu en los sueños
a inscribir la onerosa suma del silencio
en lo alto de las montañas y en las frentes humanas.

Sé el refugio de la ira
que expulsó lo inefable.
La noche cayó en el Paraíso:
sé el pastor cuyo cuerno suena una sola vez-
pero sólo como cuentan nuestra antiguas historias.

*

Si hubiera crecido en otra tierra,
una con días más ligeros y horas más sutiles,
habría hecho para ti una fiesta singular
y mis manos no te habrían sostenido
con temor y  tensión,
como suelen hacerlo. 

Habría sido valiente y te habría consentido,
a ti Ahora ilimitado.
Te habría lanzado como una bola
hacia todo deleite ondulatorio,
para que alguien te pudiera atrapar y saltara
con las manos en alto para contener tu caída,
tú   cosa de todas las cosas.

Te habría hecho brillar y surcar por el aire
como un sable.
Habría hecho que tu fuego se renovara
en un gran anillo dorado. 
y habría hecho que se sostuviera
en la más blanca mano. 

Te habría pintado: no en la pared
sino en el cielo, de extremo a extremo,
y te habría esculpido, de la forma en que un gigante
te esculpiría: el pico de una montaña, un fuego radiante,
un simún irrumpiendo en la arena del desierto-

o
en verdad tal vez te encontré
una vez...
                      Mis amigos de la infancia están lejos;
apenas puedo seguir escuchando sus risas 
y tú: te has caído del nido
eres una joven ave y tienes garras amarillas
y ojos grandes y atraviesas mi corazón.
(Mis manos deben parecer gigantes.)
Y la punta de mi dedo eleva una gota del pozo
y escucho, escucho, algún sonido de tu sed
escucho tu corazón y el mío
palpitando de temor.

*

Vivo mi vida en círculos crecientes
que se esparcen por todo lo que me rodea.
Quizá no logré el verdadero final
pero eso será mi meta.

Circulo a Dios, rodeando la antigua torre,
llevo dando vueltas un eón,
y todavía no lo sé: ¿soy un águila, una tormenta
o una soberana canción?

*

Tengo muchos hermanos que usan sotanas ligeras
en el sur, donde hay laureles en los claustros.
Sé cuan humanas hacen sus madonnas,
y sueño seguido con jóvenes Tizianos
entre los cuales Dios se mueve 
como una flama pura.

Pero aquí, donde los instintos se vuelcan hacia dentro:
Mi dios es oscuro y como una red
de raíces intrincadas todas bebiendo en silencio.
Que de este sediento calor yo emerjo
es lo único que sé: pues mis ramas
mantienen la calma perfectamente
y sólo se mecen en el viento.

*

Yo soy, tú el ansioso. ¿No me escuchas
volcándome sobre ti con todos mis sentidos?
Mis sentimientos, que han hallado alas, dan vueltas
como aves blancas alrededor de tu rostro.
Y mi alma -¿no puedes verla ahí
erigida frente a ti en una túnica de silencio?
¿Acaso mi plegaria de primavera
no madura en tus ojos como en un árbol?

Si tú eres el soñador, yo soy tu sueño.
Pero si eliges estar despierto, yo soy tu voluntad
y me convierto en el maestro de toda la majestad
y redondeo la perfecta quietud como una estrella
que brilla encima de la remota ciudad del tiempo.

*
Dios nos habla a cada uno de nosotros al crearnos,
y luego camina con nosotros en silencio fuera de la noche.
Pero las palabras, que nos fueron dichas antes de empezar,
esas palabras son las siguientes:

Impulsado hacia delante por tus sentidos,
ve hasta el límite de tu deseo;
invísteme.

En el fondo de las cosas crece un fuego,
para que sus sombras, alargadas,
me cubran por siempre, completamente..

Deja que todo te ocurra a ti: belleza y terror.
Sólo sigue adelante: ningún sentimiento es un error.
No dejes que te corten de mi fuente.
Cerca está el país
llamado Vida.

Lo reconocerás
por su gravedad.

Dame tu mano.

Oh Señor, danos a cada uno nuestra propia muerte. Concede
la muerte que viene de esa vida en la que conocimos el amor,
cuando encontramos sentido, y sentimos necesidad. 

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